Uno, que es padre, no llega ni
tan siquiera a imaginarse cuanto dolor se debe sufrir por la pérdida de un
hijo.
Conozco a más de una persona, que
ha perdido un hijo, y nunca he sabido cómo consolar dicha pérdida.
Recuerdo a mi amigo J. que perdió
a su hija con siete años, tras una grave enfermedad, y cómo aquello destrozó su
matrimonio y, el cierto equilibrio que todos mantenemos en la vida.
J. supo cómo salir adelante,
porque tenía otros dos hijos que necesitaban de su presencia y de su atención.
Pero su mujer, optó por vivir con el miedo a otra pérdida y el dolor supremo, Dejó
a un lado las necesidades de sus otros hijos, volcando toda su ira contra J. y
contra ella misma.
Culpaba de la muerte de su hija a
J., ya que no podía hacer otra cosa, mas que encerrarse en el rol de víctima de
alguien, para justificar su desequilibrio emocional y personal.
Los padres y las madres, independientemente
de su carácter y temperamento, tienen una forma muy distinta de afrontar e
intentar superar la muerte de un hijo.
Ante la muerte de un hijo, muchos
padres se vuelcan en cubrir las necesidades de las personas a las que les ha
afectado de directa o indirecta, la muerte de su hijo. Muchas madres, lo que
hacen es vivir el dolor hacia fuera, pero son incapaces de afrontar el dolor desde
dentro. Esto no es una regla exacta y he visto excepciones que confirman la
regla.
Los hombres, desde el punto de
vista antropológico, estamos preparados para afrontar una muerte de un ser
querido cercano o incluso de sus propios hijos, mucho mas que las mujeres, ya
que desde antiguo, son ellas las mas cercanas al cuidado y atención a los
hijos.
Pero todo esto ha cambiado y he visto a hombres responder con una afinidad
más cercana a la de una madre, gracias al los cambios de los roles de género y
la incorporación de los hombres a las responsabilidades de la crianza de los
niños.
Recuerdo muchos mas casos, que me
han tocado vivir, ya que me dedico a ser abogado de familia y he tenido que
asesorar en unos cuentos casos, en el que el motivo del divorcio, había sido la
pérdida de un hijo.
Hace unos años pude leer un
estudio hecho en EEUU, por médicos de un hospital infantil, que llegaba a la
conclusión, que 5 de cada 10 parejas que sufrían la muerte temprana de un hijo,
se separaban al poco tiempo del duelo y, si la pareja tenía un único hijo, que
era el que había perdido, los datos eran de 8 de cada 10.
Se preguntaran el por qué de este
pequeño artículo, y todo ello me viene tras las conversaciones que he podido
tener con mi amigo, el papá italiano al que han secuestrado a sus hijos en
Granada.
Me preguntaba el por que
Francesco apenas era capaz de soltar una lágrima, cuando hablábamos de sus niños.
Tras la ultima conversación con el
llego a la conclusión que ya ha pasado todo el duelo que es sentir lo que es
perder a sus hijos vivos, con la diferencia que existe con los anteriores
casos, de la muerte de un hijo.
He hablado con muchos padres y
algunas madres, que han perdido el contacto con su hijo o hijos, tras una
separación o divorcio.
Al comienzo del secuestro de sus
hijos, todos, padres y madres sienten como si les hubiera arrancado de golpe, un
trozo de su corazón. Les entra la rabia, el enfado, y pueden perder incluso los
papeles.
De ahí que muchos padres,
actualmente están siendo juzgados pro maltrato, cuando su pareja les amenaza
con quitarle a los niños.
Muchos hombres pierden los estribos, y a esto, se le
esta llamando, violencia de género. Estamos tratando como criminales a quienes
sufren una amenaza cierta de perder parte de su propia vida, como son sus hijos.
Hemos llevado al absurdo todo
este asunto, hasta el punto que si alguien entra en tu casa y la “okupa”, y si
tu, intentas recuperar tu casa, tu eres acusado de violento.
Muchas mujeres y hombres con poco
cerebro y con una mentalidad tan del siglo XIX que hasta a mi abuela (QEPD) le
asustaría, justifican que unos niños deben estar con su madre y nunca deben ser
entregados a aquel padre que durante el primer secuestro del único hijo que tenía
entonces, perdió los papeles en medio de una discusión con su pareja que también perdió los papeles en aquella discusión. La diferencia radica en que esta gente descerebrada, considera que si lo hace un hombre es maltrato,
pero si lo hace una mujer, es comprensible.
Es como justificar el uso de la
violencia, solo por el sexo de quien la ejerce.
Como decía, muchos padres y
madres que han acudido a mi consulta en este tipio de situaciones, son personas
que tiene dos opciones de seguir adelante ante la perdida de sus hijos vivos:
luchar con serenidad tras llorar y pasar el duelo, y aquellos que deciden optar
por una guerra sin cuartel, dejándose llevar por la ira, el ánimo de venganza y
el odio.
Muchos son consumidores y
consumidoras de drogas legales, debido al desequilibrio emocional que produce
la pérdida de un hijo vivo.
En los tribunales es frecuente
encontrar a jueces, fiscales y equipos psicosociales, que esperan de un hombre
que sea eso: un hombre. Que no llore y afronte la perdida de la vida cotidiana con
sus hijos como debe ser. De las mujeres se espera de ellas que afronten el
divorcio como lo que son, mujeres vulnerables e incapaces de sacra sus hijos,
sino es con una pensión y una casa asegurada que pagará el hombre.
Qué razón tenía alguien cuyo
nombre no recuerdo, que decía sobre el siglo XXI:
Cuanto más avanzamos en este
siglo, menos queda para parecerse al S. XX.
La historia es anaciclésica, y
tendemos a repetir la historia y lo que es peor, los errores del pasado, por no
haber hecho una reflexión neutra de la historia.
Y este es el futuro de miles de
niños que sus secuestrados en España cada año, que calculamos, grosso modo, que son en torno a los 25.000 niños cada año, que son sometidos a la perdida de uno de uno de sus progenitores en un proceso
de separación o divorcio.
Los casos de secuestro
internacional son mucho menos, pero son tan complejos de resolver como los
secuestros dentro de nuestra fronteras.
Miles de niños son trasladados ilícitamente
(forma eufemística de llamar a los secuestros parentales) a otra ciudad, alejándolos
de su padre (97%) o de su madre (3 %) y sus amigos, entorno, abuelos, etc… cada
año en España.
Solo pido a aquellos que son
padres o madres, que hagan un pequeño ejercicio de empatía, y se pongan en el
lugar de mi amigo Francesco, que lleva mas de un año sin poder abrazar a sus hijos ni
darles un beso “fuerte”.
Pero les pido mas: pónganse en el
lugar de dos niños que llevan mas de un año pensando que su padre no quiere verles
o no les quiere. Porque así, suelen justificar, los secuestradores de hijos, la
ausencia del otro progenitor.
Para terminar no dejo de pensar
en paco, un niño que conocí cuando tenia 13 años, que pintó un cuadro a su maestra
cuando tenía 9 años, en la que su padre aparecía dibujado en un ataúd junto al
dibujo triste de y sonriente de su madre, cuando le dijeron que pintase a su “familia”.
A los trece años de Paco, pudimos
lograr su recuperación, tras el secuestro de su madre cuando tenía sólo 6 años.
Por eso, porque este niño antes
de pensar que su padre no le quería, prefirió desarrollar la fantasía de que su
padre estaba muerto, y no tener que sufrir ante su clase y su maestra, la vergüenza
de reconocer lo que su madre le había dicho una y otra vez:
“es tu padre, no te quiere y por eso no lo ves”.
(Dedicado a los niños de todos esos papás que le secuestran a su hijos)
PD: Se ha demostrado que la
custodia compartida ha contribuido a descender los secuestros parentales de
forma espectacular, en aquellos países donde es la norma preferente
PD2: Si un padre no devuelve a los niños a su madre o se los lleva lejos, es España esta considerado violencia de género y maltrato a la mujer. Pero, si es la madre quien lo hace, se considera que esta ejerciendo un derecho. Porque "hay que comprender a ésa mujer"
Sevilla verano de 2017.
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