lunes, 27 de marzo de 2017

Wendy McElroy: el feminismo necesita la opinión de los hombres para avanzar en igualdad

Para quienes no la conozcan, Wendy McElroy es la mayor impulsora del feminismo individualista o i-feminismo.
Se ha convertido en un lugar común la idea de que el feminismo está
muerto. Yo no se si eso es cierto, pero sé que la mayor esperanza del
feminismo, quizás la única para que el feminismo vuelva a ser
relevante de nuevo… está en escuchar la voz de los hombres que
demandan justicia, el tipo de hombres que oiréis hablar esta tarde

Cuando ellos hablan, sus voces suenan parecidas a aquellas de las mujeres de los 60, cuando el movimiento feminista, llamado feminismo de segunda ola, barrió nuestra cultura como una fuerza de la naturaleza y la cambió para siempre. Las mujeres exigieron a los hombres “dadnos derechos iguales, dadnos respeto”. Cuarenta años más tarde –dos generaciones más tarde– la situación se ha invertido. Son ahora los hombres, no las mujeres, los que protestan contra la discriminación sistemática contra su sexo. Incluso los problemas alrededor de los cuales giran las protestas son similares a aquellos señalados en los 60. Los hombres, dicen
* no son tomados en serio por la policía como víctimas de la violencia. De forma similar a las víctimas de violación de hace décadas, la gente tiende a estigmatizar y culpar a los hombres que son víctimas de abuso conyugal.
* sus preocupaciones sobre su salud son ignoradas frente a las de las mujeres. Por ejemplo, el gasto en cancer de mama ha superado hace tiempo al de próstata en una proporción de 3:1 en los Institutos Nacionales de Salud, incluso aunque el cáncer de próstata es más mortífero.
* los juzgados de familia discriminan a los hombres en el divorcio, especialmente en materia de custodia de los hijos y derechos de visita.
* la violación de los hombres en prisión casi no se discute,
como si no tuviera importancia social

La lista de quejas concretas podría continuar y continuar. Pero, en general, lo que los hombres reclaman no es menos de lo que las mujeres reclamaron y obtuvieron de los hombres hace décadas: igualdad ante leyes razonables… y un poquito de respeto.
El feminismo de los 60 fue una revolución cultural, y no es exagerado decir que hay otra revolución en marcha -esta vez liderada por los hombres. No está encabezada por voces de la élite o promovida a través de organizaciones subvencionadas. Es un movimiento de base, que consiste en individuos que han sido tan apaleados por el sistema que ahora comprometen una importante parte de sus vidas para decir ¡no!
Aun a riesgo de ser repetitiva, dejadme hablar un poco más de los movimientos de base. Son movimientos que comienzan con individuos aislados que se vuelven indignados con alguna injusticia que afecta sus vidas –quizás el sistema público de escuelas, leyes con sentencias mínimas, o un encuentro con un policía. Se indignan tanto que dicen “no” a la autoridad. Normalmente empiezan diciendo “no” a nivel local, a su consejo escolar o a los concejales de su ciudad. Pero, si las injusticias de las que se quejan están extendidas, las voces se multiplican rápidamente para convertirse en una potente fuerza política. Quizás la fuerza política más poderosa que existe: la voz de la gente.
El típico activista de los derechos masculinos es el tipo de la calle –un hombre que ha perdido el acceso a sus hijos en un proceso de divorcio, el compañero de trabajo que ha sido falsamente acusado de acoso sexual, el vecino que es víctima de violencia doméstica pero es rechazado de los refugios que paga con sus impuestos porque es hombre…
La mujer que defiende los derechos del hombre lo hace por un compromiso con la justicia, y una preocupación por la aplastante mayoría de hombres en nuestras vidas que son seres humanos decentes: nuestros padres, hermanos, hijos… nuestros amigos. Hablo también desde una preocupación política. Las últimas décadas del siglo 20 redefinieron la relación de las mujeres con la sociedad y con los hombres. Las primeras décadas del siglo 21 definirán las relaciones de los hombres. Y, como mujer y como feminista, quiero estar en ese proceso porque pienso que la “Justicia para los hombres” es la batalla más importante en nuestra sociedad hoy en día.
Me considero a mi misma una feminista, lo que sugiere una pregunta: ¿qué tipo de feminista soy para estar escuchar a los hombres y preocuparme por la justicia hacia ellos?
Las voces dominantes del feminismo hoy son lo que se ha llamado “feminismo de género” –la clase de feminismo que veréis y escucharéis este fin de semana en la convención de la Organización Nacional de Mujeres (National Organization of Women, o NOW). Y uno de los mitos que el feminismo estilo NOW ha conseguido vender es que cualquiera que discrepe con sus ideas en casi cualquier problema, desde el acoso sexual a la custodia de los niños, es antifeminista e incluso antimujeres. Esa acusación es totalmente falsa.
La verdad es que hay y siempre habrá muchas escuelas de pensamiento dentro de la tradición feminista: desde el socialismo hasta el individualismo, desde el liberal hasta el radical, desde el cristiano hasta el islámico. Y cuando lo piensas, la diversidad de opiniones tiene sentido. Después de todo, si el feminismo puede definirse como la convicción de que las mujeres deberían liberarse como individuos y ser iguales a los hombres como clase, entonces es natural que haya desacuerdos y debates sobre lo que una idea tan compleja como la liberación significa y como debería definirse la “igualdad”. Sería asombroso si todas las mujeres que se preocupasen sobre la liberación y la igualdad llegasen exactamente a la misma conclusión sobre lo que son.
He comenzado diciendo que yo no sabía si el feminismo está muerto. Pero no tengo ninguna duda de que el feminismo estilo NOW sí está muerto… y yo le digo: ¡ya era hora! El feminismo estilo NOW está muerto porque sistemáticamente introdujo privilegios para las mujeres en la Ley, ignoró las justas quejas del 50% de la sociedad -los hombres-, ha vuelto cada sexo contra el otro, en el puesto de trabajo, en el ámbito académico, ha menospreciado cualquier feminista -como yo misma, Daphne Patai, Camille Paglia- que cometió el pecado del desacuerdo.
Por eso… la respuesta a la pregunta ¿Qué tipo de feminista soy?… es que soy una feminista individualista, lo que a veces también se llama una ifeminista.
El feminismo individualista es una escuela de feminismo que se extiende hacia atrás hasta 1830, hasta el movimiento antiesclavista de los Estados Unidos, y hasta Mary Wollstonecraft y el liberalismo clásico europeo. Define la liberación de la mujer como el derecho de cada mujer a controlar su propio cuerpo y propiedades, a hacer todas las elecciones que sean posibles con su cuerpo de forma pacífica. Desde el matrimonio, hasta la prostitución o el celibato. Un cuerpo de mujer, una elección de mujer. El feminismo individualista define igualdad de una forma simple y directa. Todo individuo -mujer/hombre, negro/blanco- debe ser tratado de igual forma ante leyes que protejan cada persona y su propiedad. La igual protección de el derecho a elegir pacíficamente de cada persona.
Voy a elaborar más profundamente la teoría en unos minutos para dejar claro cómo el feminismo individualista y el feminismo NOW difieren dramaticamente en su aproximación hacia los hombres pero, antes, quiero señalar un tema para mostrar cómo los hombres han sido ignorados y despreciados por la mayoría de feministas… y por la ley. Ese tema es el aborto.
El aborto bien podría ser el tema más discutido y debatido en norteamérica, pero hay una pregunta que casi nunca se plantea: ¿Cuál es el papel de los hombres?
Yo estoy a favor de la elección: un cuerpo de mujer, una elección de mujer. Pero eso no significa que crea que los hombres –los futuros padres– deban ser descartados del escenario. Decir que la decisión última sobre el aborto recae sobre la mujer no significa que los hombres no estén involucrados ni tengan nada que decir. Son los futuros padres, y es un tema que les concierne. Mi libro más reciente -una antología titulada “Libertad para mujeres” que se publicó el pasado año- tenía un largo ensayo sobre el aborto y me aseguré de que fuese escrito por un hombre, precisamente porque los hombres han sido silenciados en este asunto.
¿Qué papel deberían tener los hombres? Bueno, considerad un aspecto que les impacta profundamente. Si una mujer decide llevar a término el embarazo, entonces -en el sistema actual- el hombre puede ser considerado legalmente como responsable de proveer un apoyo financiero para el niño durante los próximos 18 años. Él no tiene nada que decir en la situación. La mujer puede decidir si convertirse en madre o no, pero el hombre no puede escapar de la paternidad. No tiene palabra, no tiene derechos.
Y aun así, sin ningún derecho, el hombre tiene responsabilidades legales que se extienden a lo largo de casi dos décadas. No creo que deba haber responsabilidades sin derechos, y es precisamente eso lo que existe para los hombres en esta área.
Y, por cierto, repito que estoy a favor de la elección de las mujeres. Mi propósito no es sugerir que el hombre deba tener control sobre el cuerpo de una mujer embarazada. Esa no es la única opción. Una opción podría ser el derecho del padre a renunciar a sus derechos paternales y su responsabilidad, dandole así la oportunidad de de renunciar a la paternidad igual que una mujer puede renunciar a la maternidad.
Mi intención es dar un ejemplo de cómo los hombres no se incluyen en la discusión de temas que son vitales no sólo para la sociedad, sino para sus propias vidas.
¿Por qué se han silenciado las voces de los hombres?
La explicación me devuelve a la teoría y al feminismo estilo NOW.
En los 60, el feminismo de la segunda ola despegó como un cohete debido a varias razones. Una nueva generación de mujeres estaban insatisfechas con las respuestas proporcionadas por sus madres; querían dejar las cocinas e ir a trabajar y a las universidades. La revolución sexual explotó, debido parcialmente a nuevos métodos de control de la natalidad -la píldora- y las mujeres experimentaron una nueva libertad sexual. El sexo dejó de estar estrechamente ligado al embarazo. La guerra de Vietnam condujo a una generación entera a cuestionarse los valores y a resistirse a la autoridad. Era un tiempo de inestabilidad social… parecido al actual, con el temor al terrorismo, la acción militar y el descontento de base.
En 1966, fue fundada la organización nacional de mujeres -NOW-. Había ira contra los hombres, principalmente porque las leyes y las políticas discriminaban a la mujer -por ejemplo, la manera en la que la policía trataba las denuncias de violación de las mujeres. Pero la ira contra el hombre se enfocaba normalmente en asuntos concretos, como la violación y en hombres específicos, como los violadores. La segunda ola fue feminismo liberal, y no era anti-masculino -aunque esas voces estaban ahí también. Pero la NOW de los comienzos, más liberal, daba la bienvenida a los hombres como Warren Farrell y el actor Alan Alda, los cuales se convirtieron en símbolos de hombres cultos. El foco estaba en la liberación de la mujer, no en la necesidad de eliminar el poder de los hombres.
Al mismo tiempo, otra variedad del feminismo avanzó también -el feminismo de género… llamado a veces feminismo radical. Un libro clave en la evolución del feminismo de género fue “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, publicado en 1953. El libro era flagrantemente anti-masculino. Pero mucho más que eso… era filosoficamente, ideologicamente y políticamente anti-masculino. El libro era un ataque ideológico al heterosexualismo y la familia tradicional como opresión masculina, y mantenía que las instituciones existentes en la sociedad eran culpables del sometimiento de la mujer. Para liberar a las mujeres, el feminismo de género empezó a elaborar una teoría evolucionaria que buscaba barrer la cultura de los hombres blancos, o patriarcado. Era hombres contra mujeres.
Aquí veis la diferencia entre el feminismo liberal y el feminismo de género. Los liberales se oponían a discriminaciones concretas dentro de la sociedad, como las prácticas de contratación, y no rechazaban a los hombres sino que deseaban que cambiasen. Las feministas de género rechazaban a los hombres -todos los hombres, como clase- porque eran los opresores, los enemigos de la mujer. No se oponían a ningún aspecto particular de la sociedad, sino a toda ella. Las instituciones de la sociedad, como la familia, la religión, la ley, debían ser destruidas y reconstruidas para liberar a las mujeres.
A través de una serie de sucesos dentro del feminismo -y no tengo tiempo para esbozar la historia, pero un factor importante fue la derrota final de la enmienda de igualdad de derechos en 1984- el feminismo liberal perdió importancia y el feminismo de género avanzó. En 1973, el feminismo ganó una importante victoria con el caso Roe contra Wade, y un movimiento optimista empezó a centrarse en la enmienda de igualdad de derechos. En marzo de 1978, cien mil personas marcharon en Washington en apoyo a la enmienda. Incluso así, después de frustrantes retrasos la medida fue finalmente derrotada  en el Congreso en 1984.
La derrota fue un golpe que aturdió a los liberales dentro del feminismo cuyas voces habían dominado. No así con las feministas de género, que veían la enmienda como un vendaje a la herida. Sirvió de confirmación de su posición, y así las feministas de género ofrecieron una nueva solución  a un movimiento desmotivado -una nueva teoría política basada en la opresión de género que veía a los hombres como la clase enemiga. Y en 1983-84, visteis surgir el feminismo de género como dominador del movimiento feminista en general.
O, más precisamente, el feminismo de género empezó a absorber la teoría del feminismo hasta hacerla más cercana a su forma de ver el mundo. Fue en este punto cuando hombres como Warren Farrell se desilusionaron con el feminismo -y particularmente con la NOW- debido a su mayor sesgo contra los hombres y todas las cosas masculinas. Farrel abandonó la NOW y la organización se volvió en su contra de forma furiosa.
Dejadme elaborar un poco más la teoría. El feminismo de género puede definirse como la escuela de feminismo que ve a hombres y mujeres como clases políticas separadas y politicamente antagonistas. Los hombres como clase oprimen a las mujeres como clase. Los hombres oprimen a las mujeres estableciendo el patriarcado -o norma masculina- y el capitalismo. La combinación de ambas se denomina cultura blanca masculina. En todo lugar y momento, la cultura blanca masculina actua para someter a las mujeres. A través de la violencia doméstica, la publicidad, la pornografía, la violación, las prácticas de contratación, el uso del lenguaje, el acoso sexual, los libros de texto en las escuelas, la prostitución… la supuesta opresión se encuentra en todos los aspectos de la sociedad. Y eso supone nada menos que una gerra de sexos total.
No es sorprendente que el objetivo de las feministas NOW, que han adoptado en gran medida la teoría de género NO sea la igualdad con los hombres, sino las ventajas sobre ellos. Ellos no quieren ser iguales a su opresor; quieren acabar con la opresión.
Uno de los términos clave en la teoría de género es la “clase”. Los hombres como clase –es decir, todo hombre– oprime a la mujer como clase. Y quiero usar este término para ilustrar qué profundamente  el feminismo de género y el feminismo individualista difieren en su aproximación al hombre.
Clase. No hay nada inherentemente malo en separar a los sexos en clases. Hombres y mujeres tienen diferencias. La medicina, por ejemplo, a menudo separa los sexos. Las mujeres se examinan en busca de cáncer cervical, y los hombres por problemas de próstata. Pero cuando los médicos separan los sexos no afirman que los intereses fundamentales de los hombres y las mujeres estén en conflicto. Los médicos se dan cuenta de que ambos sexos comparten la misma biología básica que requiere la misma aproximación de nutrición, ejercicio, oxígeno y sentido común respecto al estilo de vida. En otras palabras, aunque la medicina  separa los hombres y las mujeres en diferentes clases para ciertos propositos, no niegan su humanidad compartida. Confirma la verdad fundamental: los hombres y mujeres son seres humanos con necesidades comunes, con algunas excepciones debido a la biología. De nuevo, cáncer cervical.
Por contra, el feminismo de género no dice que los hombres y las mujeres compartan una misma humanidad, y por tanto, tengan los mismos intereses políticos, como el respeto por la propiedad privada. Dice que hombres y mujeres no comparten las necesidades humanas básicas -políticamente hablando. Esto es como un doctor diciendo que los dos sexos no tienen las mismas necesidades de nutrición, etc.
En cambio, el feminismo individualista mira a hombres y mujeres y ve -primero y ante todo- seres humanos individuales con una humanidad común y compartida. Igual que hombres y mujeres comparten las mismas necesidades biológicas, comparten las mismas necesidades políticas: los mismos derechos y responsabilidades. El derecho humano más básico es el de disfrutar del propio cuerpo y de la propiedad. La responsabilidad humana más básica es respetar las decisiones pacíficas de otras personas sobre sus cuerpos y sus propiedades. Acatar legalmente -no necesariamente compartir- las decisiones de los demás.
En otras palabras… el mayor bien político para mujeres y hombres no deriva de su sexo, sino de su condición de seres humanos. Aunque hombres y mujeres pueden ser separados en distintas clases por motivos válidos -desde médicos hasta estrategias de márketing- sus derechos y responsabilidades básicos no pueden ser separados de esa manera. Porque esos derechos y responsabilidades tienen precedencia sobre cualquier consideración de sexualidad, igual que el color de la piel. Esas son características secundarias: sexo, color de piel, altura, etnia… La característica primaria es nuestra pertenencia como individuos a la especie humana. Y ESTA, es la característica primaria de la que emanan nuestros derechos.
Las leyes que protegen esos derechos -o establecen nuestras responsabilidades- no deben hacer ninguna distinción entre hombres y mujeres. La Ley los debe tratar igualmente en su contenido y aplicación, es decir, en cómo el contenido es interpretado por los juzgados, por la policía, etc. Al contrario que el feminismo de género podéis ver cómo el feminismo individualista no solo acepta la igualdad con los hombres, sino que la demanda de esa igualdad es un aspecto fundamental de esta ideología. El privilegio para cualquier sexo es un anatema.
Esto debe ocurrir para el bien de los hombres y también para el de las mujeres. Digo “para el bien de las mujeres” por varias razones:
No puede haber paz o buena voluntad mientras la Ley trate a categorías de individuos de forma diferente, mientras el 50% de la población -los hombres- sean ciudadanos de segunda clase.
Las mujeres deben también dejar de apoyarse en un Estado paternalista y privilegios legales. Debemos mantenernos en pie por nuestros propios medios.
Igualmente, no creo que vaya en interés de nadie el oprimir al otro. Los abogados antiesclavitud de principios de 1800 solían argumentar que la esclavitud dañaba psicologicamente al esclavo tanto como al dueño. Y creo que hay una gran parte de verdad en eso. Finalmente los hombres que se benefician de la verdadera igualdad son amigos y familiares -la gente cuyo bienestar muchas veces
significa tanto para nosotras como el nuestro. No le haces a ninguna mujer un favor cuando apruebas una ley que privilegia a su hija frente a su hijo.

Felizmente, creo que la sociedad se dirige ante la verdadera igualdad ante la Ley y que el movimiento masculino es una confirmación de esto. Como he dicho, el feminismo-NOW está muerto.
El problema es que todavía colea. Colea, porque a lo largo de las últimas décadas ha incrustado los privilegios para las mujeres e inequidades ante la Ley en instituciones de la sociedad. Y vamos a necesitar un duro e intenso trabajo para eliminarlas.
De nuevo, dejadme ilustrar a lo que me refiero cuando hablo de instituciones. Al finalizar el ejemplo, os diré por qué creo que los abogados de la igualdad deberían sentirse animados por ello.
Retrocediendo hasta 1983, cuando el feminismo de género comenzó a dominar ideológicamente la corriente principal del feminismo… una nueva palabra se introdujo en nuestra cultura: el acoso sexual.
Me detendré a aclarar lo que quiero decir con acoso sexual. No me refiero a tocamientos, agarrar o cualquier otra forma de agresión física. Eso es maltrato, eso es asalto, eso es un crimen. Y las leyes contra esos crímenes han estado en los libros durante años. Todo lo que se necesito hace décadas cuando el acoso sexual se convirtió en un asunto candente fue obligar a cumplir esas leyes rigurosamente, porque la agresión física debe ser castigada.
En lugar de eso el feminismo de género creó nuevas leyes, nuevas políticas que, por ejemplo, prohibían un “entorno de trabajo hostil” en el cual las mujeres se sienten ofendidas por palabras y otros comportamientos no violentos. Eso es a lo que me refiero con acoso sexual. Eso es a lo que quiero decir… palabras y comportamiento no violento que es considerado ofensivo.
El acoso sexual es un buen ejemplo de como el feminismo estilo NOW ha institucionalizado sus políticas en la sociedad, por dos razones.
La primera, todo el mundo está familiarizado con él porque las políticas y leyes sobre acoso sexual han permeado prácticamente todo negocio y aula en Norteamérica. La Ley regula ahora qué actitudes pueden manifestarse hacia las mujeres, qué lenguaje puede ser expresado.. incluso en propiedad privada. Mediante esas leyes, el gobierno se introduce en el sector privado y regula comportamientos y palabras hasta un extremo que sería inimaginable en los 60, incluso en los 70.
Segundo, el acoso sexual se ha convertido lo que la feminista iconoclasta Daphne Patai, en su libro “Heterofobia: acoso sexual y el futuro del feminismo”, llama una industria de crecimiento multimillonario. La industria consiste en mucha gente que se gana muy bien la vida gracias al acoso sexual, y por eso, tienen un interés oculto en su continua presencia en la sociedad como problema que deba ser resuelto. Esta gente son abogados, investigadores, consejeros, profesionales de la educación, escritores, administradores, legisladores, psicólogos y gente de los medios. Colectivamente forman una fuerte barrera contra cualquier intento de desmantelar lo que se ha convertido en la institución e industria del acoso sexual.
Como palabras de ánimo, os diré que el término “acoso sexual” sólo se introdujo en nuestra cultura hace veinte años. Como concepto legal, fue introducido por la feminista de género Catherine MacKinnon en un libro de 1979 titulado “El acoso sexual en mujeres trabajadoras” Allí, MacKinnon proponía que el acoso sexual era una forma de discriminación, una violación de los derechos civiles, que debería ser tratado por demandas civiles. El año siguiente, en 1980, el comité para la oportunidad de empleo igualitario incorporó a sus directrices el acoso sexual. El primer caso que estableció la idea de un entorno de trabajo hostil fue Meritor contra Vinson en 1986.
Así de reciente son las políticas de acoso sexual con las que convivimos, unos 20 años. Aunque afecta a las vidas  de cada persona en esta sala, el acoso sexual solo tiene dos décadas de vida. Esto es esperanzador por dos razones: si puede ser creado durante nuestras vidas, puede también ser destruido en ellas, y probablemente mucho más rápido, ya que suele ser más rápido destruír algo que crearlo. También es esperanzador porque veinte años es una generación y eso es más o menos lo que tarda la gente en darse cuenta de que algo no funciona. Darse cuenta de que la industria del acoso sexual no resuelve problemas, sino que los crea.
Es instructivo, sin embargo, estudiar por qué el acoso sexual tuvo éxito como problema. Hay lecciones valiosas que los hombres pueden aprender del movimiento feminista.
Cuando el libro de Lin Farley sobre el acoso sexual apareció en 1978 -fue el primer libro sobre el tema- impulsó a las mujeres. El libro se tituló “Examen sexual: el acoso sexual de las mujeres en el
trabajo” Y en el se narraban casos verdaderamente horribles de discriminación que literalmente destruyeron las carreras laborales de mujeres inocentes. El exito del acoso sexual como problema vino sobre todo del hecho de que Farley (y otros) contaron historias. Ella permitió ver y sentir el coste humano de la discriminación, de forma que -incluso alguien como yo, una escéptica del acoso sexual- encontré imposible leer el libro de Farley sin sentir que algo en la sociedad estaba realmente mal, desviado. No hubiera creado una ley, pero sí cogido un cartel de protesta y montado un piquete en empresas concretas.

Esto fue y es una gran fuerza del feminismo. Exponer el sufrimiento humano causado por leyes y comportamientos sociales injustos. Considerad el tema de las violaciones. En los 60 las mujeres que habían sido violadas estaban –como comenté– en una situación bastante parecida a la de las víctimas masculinas de violencia doméstica hoy en día. La polícia no se las tomaba en serio. La sociedad las culpaba a menudo, como si ellas mismas hubieran causado sus propias violaciones por vestirse de forma provocadora o siendo promiscuas.
Cuando las mujeres se levantaron y expresaron su dolor abiertamente y sin pudor, abrieron una ventana a sus propias experiencias e hicieron sentir a la gente el dolor de una violación, y no solo una vez sino dos, la segunda vez por un sistema legal que no las entendía ni le importaba… fue entonces cuando la gente se dio cuenta de la profundidad del daño hecho a seres humanos inocentes, fue entonces cuando la sociedad comenzó a cambiar. Porque nada es tan poderoso políticamente como arrojar luz sobre la injusticia y resistirse a apartar la mirada. Nada consigue esto de forma tan efectiva como contar la verdad sin adornos.
Daphne Patai hizo un maravilloso trabajo al expresar el coste humano de las políticas de acoso sexual en “Heterofobia”, cuya segunda parte se titula “Cuentos simbólicos”. Nos trae el salvajismo de estas leyes y políticas en las universidades donde aquellos que fueron acusados no tenían presunción de inocencia, sino que debían probar que no eran culpables a comités que a menudo tenían el poder para destruir sus carreras y sus vidas. Los acusados –casi siempre hombres– no tenían el derecho de encararse o preguntar a los testigos, ni a un abogado, o incluso a saber exactamente qué cargos había contra ellos. Y los cargos podían ser simplemente asignar un trabajo equivocado, contar el chiste equivocado…
Uno de los cuentos que Patai ofrece es el de un profesor con sobrepeso, considerado popular, sociable y competente. En el medio de una lección un día, una estudiante le atacó aprovechando el gran tamaño de su pecho. Él hizo la observación de que ella no tenía el mismo problema, y a continuación continuó con la lección. La estudiante le acusó de acoso sexual ante la universidad. No hubo alegato de maltrato o de intento de extorsión para intercambiar sexo por mejores notas. Los cargos estaban basados solamente en el incidente ocurrido en la clase. A continuación tuvo lugar una caza de brujas. Fue tan extrema que el profesor cometió el suicidio. Despues de ello, en un comunicado de prensa, la administración de la universidad expresó una grave preocupación: que la muerte del profesor no desanimara a otras mujeres “víctimas de abuso” a denunciarlo.
Deteneos por un momento y reflexionad sobre vuestra reacción al comunicado de la universidad. Todo el mundo al que he hablado sobre este caso ha tenido la misma respuesta: indignación hacia la universidad. Empatía hacia el hombre. Rabia contra la estudiante. La convicción de que las cosas deben cambiar.
Ese es el poder que expresar la pura verdad sobre las injusticias tiene en la mayoría de los seres humanos, ya sean hombres o mujeres. Ese es el poder de contar historias.
Así que dejadme que os cuente otra… esta vez sobre una forma institucionalizada de discriminación hacia el hombre… discriminación en los juzgados de familia. A muchos de vosotros os resultará conocida.
El año pasado, un hombre de 43 años llamado Derrick K. Miller se dirigio a un guardia de seguridad en la entrada del juzgado de San Diego, donde recientemente se había sentenciado en su contra en un juicio por retrasos en la pensión de alimentos. Sujetando los papeles con una mano y un arma en la otra dijo: “Esto me lo habéis hecho vosotros”, y se disparó en la cabeza.
Miller no es un caso aislado. Hay un aumento alarmante del suicidio masculino en la mayoría de los países occidentales. Según un informe de 1999 el suicidio es la octava causa de muerte en America. Una ronda de estudios llevados a cabo en Norteamérica, Europa y Australia sugiere que una razón para este incremento puede ser la discriminación que los padres encuentran en los juzgados de familia, especialmente la que se refiere a la negación de sus derechos a visitar a sus hijos.
Considerad a Warren Gilbert, quien murió de intoxicación por monóxido de carbono, mientras sujetaba una carta del servició de protección. O a Martin Romanchick –el agente de policía de la ciudad de Nueva York que se ahorcó después de que se le denegara el permiso debido a una denuncia de su esposa, que el juzgado encontró ser insustancial. Hay páginas web que enumeran los nombres de hombres -y no creo exagerar los hechos al decir esto- que han sido conducidos al suicidio por la desesperación causada por la discriminación institucionalizada contra ellos en los juzgados de familia. Estos hombres hablaron de la única manera que sabían. Se destruyeron a ellos mismos frente a un sistema que les privó de dignidad, justicia y -en algunos casos- de los niños que amaban y que hacían que la vida valiese la pena.
Esto debe cambiar.
Cuales son los detalles de ese cambio. Bien… no represento al movimiento masculino, pero tengo una opinión de cómo lograr la igualdad genuína. Eliminar todos los programas obligatorios de discriminación positiva, eliminar el problema de los juzgados. Hacer lo mismo con el acoso sexual. Introducir la custodia compartida en los juzgados de familia. Reconocer a las víctimas masculinas de violencia doméstica o violación, y tratarlos de la misma manera que a las víctimas femeninas. Rechazar el sesgo contra los niños en las escuelas públicas o en otras instituciones financiadas por el Estado. Quizás, incluso rechazar pagar los impuestos que sirven para victimizar a los hombres. Estos cambios serían un buen comienzo. Y sé que los que hablarán después de mí hablarán más sobre los detalles de lo que debe ocurrir.
Para concluir mi charla hoy, debo expresar un temor. He señalado el “contar historias” como algo valioso que el movimiento masculino debe aprender del feminismo. Ahora me gustaría ofrecer una historia sobre cómo un movimiento político puede quedar dominado por la rabia y perder la voz de la razón. Temo que hombres que respeto puedan verme como su enemigo simplemente porque soy una mujer. Haré todo lo que pueda para que eso no ocurra, porque así es como nos hemos metido en este lio en primer lugar.
El feminismo debe ofrecer una mano de buena voluntad hacia los hombres que están siendo destruidos por el sesgo de género en el sistema. Las mujeres deben levantarse y exigir la eliminación de toda ley y aplicación de la ley que discrimine en función del género, independientemente de si esta discriminación beneficia a las mujeres, porque eso no puede ocurrir.
Las mujeres son individuos y todo lo que debilite los derechos individuales basados en una humanidad común daña tanto a los hombres como a las mujeres.

jueves, 9 de marzo de 2017

Sobre la Alienación Parental

Sobre la Alienación Parental

Este controvertido tema necesita, para su estudio, de un punto de partida que parece olvidamos en España. Y es el hecho de que el artículo 10.2 de la Constitución nos dice que, “la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos […], «resulta de aplicación inmediata en nuestro ordenamiento»(STC 303/1993, de 25 de octubre).
         En este sentido, y como en tantas otras ocasiones, la legislación española va siempre por detrás de los avances humanos y jurídicos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual ya tiene reconocida la existencia de la "alienación parental" como "hacer a alguien ajeno a su madre o a su padre, y parientes".
        Desde el punto de vista de la ciencia médica, la Alienación Parental ha sido descrito hace mas de 20 años como “un desorden que surge principalmente en el contexto de las disputas por la guarda y custodia de los niños en el que su primera manifestación suele ser una campaña de difamación contra uno de los padres por parte del otro progenitor, no teniendo la misma proporción o justificación.
       El fenómeno resulta de la combinación del sistemático adoctrinamiento de uno de los padres y de la propia contribución del hijo a la denigración del padre rechazado”. 
     William Bernet, Psiquiatra infantil y juvenil, define el transtorno de alienación parental, en el American Journal of Family Therapy, año 2010,  como: “Un estado mental en el que un niño – cuyos padres están involucrados en un divorcio de alto conflicto, por lo general – se alía fuertemente con uno de los progenitores (el preferido) y rechaza la relación con el otro progenitor (el alienado) sin justificación legítima”.
          Por su parte, Brasil año 2010, para evitar las consecuencias de esta práctica abusiva, legisló su actual Ley de alienación parental que dice: “Considerase ato de alienação parental a interferência na formação psicológica da criança ou do adolescente promovida ou induzida por um dos genitores, pelos avós ou pelos que tenham a criança ou adolescente sob a sua autoridade, guarda ou vigilância para que repudie genitor ou que cause prejuízo ao estabelecimento ou à manutenção de vínculos com este”.
           El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha resuelto situaciones de alienación parental como el Caso Mincheva contra Bulgaria, en Sentencia de 2 septiembre 2010, diciendo en su apartado 99: “El Tribunal estima igualmente que al no obrar con la debida diligencia, las autoridades internas, con su comportamiento, favorecieron un proceso de alienación parental en detrimento de la demandante, vulnerándose así su derecho al respeto de la vida familiar, garantizado por el artículo 8. Establece así el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) el concepto jurídico “alienación parental” y declara que vulnera el derecho humano al respeto de la vida familiar del progenitor alienado, condenando al Estado cuyas autoridades lo permiten. Mensaje que debe servir a los juzgados y tribunales españoles para tomar conciencia de una situación que sesga la relación paterno filial generalmente para siempre, por la excesiva duración de la misma tras largos procedimientos judiciales.
             Y es que mas allá de las consecuencias psíquicas que se produce entre padre o madre, e hijo, que son tremendas, lo importante es el resultado irreconciliable por el que se hace a un niño ajeno a su padre o a su madre vulnerando el derecho humano del progenitor que establece el art. 8 del Convenio. Ciertamente, así lo entiende también nuestro Tribunal Supremo, Sala de lo Civil, en Sentencia de 30-6-2009, FJ 5 párr. 4º, cuando afirma que: “Pero de estas sentencias se debe extraer la doctrina según la cual constituye una violación del derecho a la vida familiar reconocida en el Convenio, el impedir que los padres se relacionen con sus hijos”. Ya había dicho nuestro Tribunal Supremo respecto de un niño del divorcio que es “imposible pretender su aislamiento total y permanente respecto a su comunicación con el padre” (TS, Sala de lo Civil, sentencia núm. 115/1999 de 10 febrero FJ 4).
        No obstante, España ha sido recientemente condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el Caso Saleck Bardi contra España, en Sentencia de 24 de mayo de 2011, donde afirma que: “En los asuntos relativos a la vida familiar, la ruptura del contacto con un niño muy pequeño puede conducir a una alteración creciente de la relación con sus padres”, pese a que la declaración de la niña reveló su “negativa a volver con su madre y a mantener todo contacto con ella”. Las autoridades españolas permitieron hacer a esta niña ajena a su madre, vulnerando su derecho humano al respeto de la vida familiar.
        Por cierto que la alienación parental es usada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de forma reiterada. Sólo las dos últimas sentencias: Caso Bordeianu contra Moldavia, Sentencia de 11 de enero de 2011, párrafo 60 (“el cumplimiento de la sentencia en cuestión resultó ser un trámite muy delicado debido al síndrome de alienación parental que padece la niña”); y, Caso Piazzi contra Italia, Sentencia de 2 de noviembre de 2010, párrafo 59 (“los intentos de la madre de enfrentar al menor contra su padre podían desembocar en un síndrome de alienación parental”).
             Otros ejemplos de estas sentencias del TEDDHH, es la de 13 de julio 2000 en la que en Alemania se le había denegado a un padre el "régimen de visitas", sobre la base de las declaraciones de su hijo "alienado" de cinco años de edad. En palabras del TEDDHH, "el niño había sido oído y había manifestado que no deseaba ver a su padre, quien, según el niño, era malo y había golpeado a su madre en repetidas ocasiones. Igualmente, la madre había inculcado en el niño una fuente predisposición contra el demandante, de forma que el niño no tenía posibilidades de establecer una relación imparcial con su padre. El Tribunal de Distrito alemán llegó a la conclusión de que el contacto con el padre no mejoraría el bienestar del niño". El tribunal de Distrito valoró contra el padre el hecho de que en las entrevistas realizadas al menor de 5 años, éste hubiera llamado a su padre "asqueroso" o "estúpido", añadiendo que no quería en modo alguno verlo, y habí dicho también: "Mamá siempre dice que Edbert no es mi padre. Mamá tiene miedo a Egbert".En sus decisiones, los tribunales alemanes denegaron al padre el derecho de visitar a su hijo basándose en que "la mala relación entre los padres exponía al niño a un conflicto de lealtad"
            Por suerte, para el Tribunal Europeo de Derechos Humanos nos recordó en su sentencia que, en relación al artículo 8 del Convenio de Roma, "el disfrute mutuo de la compañía recíproca de cada uno de los padres y del hijo constituye un elemento fundamental de la vida familiar, aún cuando la relación entre los padres se haya roto, y que las medidas internas que obstaculicen ese disfrute constituyen una violación del derecho protegido por el artículo 8 del Convenio".
             Como último ejemplo de esta jurisprudencia ver TEDH (Sección 3ª) Sentencia de 27 Septiembre 2011, Caso DIAMANTE Y PELLICCIONI v. SAN MARINO.


Conclusión: Existe reticencia apreciable diariamente en los tribunales españoles a erradicar con prontitud estas lamentables situaciones, siendo cierto que ya podemos encontrar sentencias españolas donde se reconoce la existencia y gravedad de estas situaciones de alienación parental, si bien esto ocurre poco y tarde, por lo que habremos de hacer valer la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos no sólo alegando su jurisprudencia, o llegando a demandar al Estado español cuando esto haya ocurrido sin remedio, sino defendiendo con convicción y valentía estos casos, mediante abogados sensibilizados con este tema que innoven formas eficientes de demostrar la existencia de la alienación parental, como por ejemplo mediante pruebas periciales de gran nivel que vayan mas allá de los planteamientos tradicionales, superándolos, para a fin de cuentas poner remedio de estas prácticas que tienen siempre una misma víctima principal, los hijos menores.

Sobre la medida de alejamiento en proceso civil. Artículo 1994

LA MEDIDA DE ALEJAMIENTO DEL MALTRATADOR Y/O AGRESOR COMO MEDIDA CAUTELAR EN PROCESOS DE SEPARACIÓN Y/O DIVORCIO CAUSAL. 1994

Muchas veces, en el ámbito de los despachos de los/as abogados/as que nos dedicamos a temas de familia, se nos plantea el siguiente problema: Una mujer acude, en la mayoría de los casos acompañada de un familiar y/o amigo/a, porque ha llegado a una situación límite en el seno de su pareja, cuya causa principal son los malos tratos ejercidos casi y desde siempre por el hombre. Los/as abogados/as de familia, nos vemos con el problema de tener una falta de preparación para evaluar y valorar la situación de nuestra cliente desde todos los puntos de vista, y no sólo desde el legal, ya que éste tipo de situaciones y personas, no son sólo clientes, sino víctimas de la violencia domestica, tan difícil de probar en muchos casos.

                Tenemos que tener en cuenta, que el principio de presunción de inocencia no entra en juego en el ámbito de un proceso matrimonial, sino que por el contrario, basta con alegar la causa con pruebas mas o menos valiosas para lograr, al menos unas medidas provisionales.

El problema con el que nos encontramos radica, en el caso de la mujer maltratada y/o golpeada, es el hecho, que tras una comparecencia ante el Juez para las medidas, la víctima que regresar a la misma vivienda donde vive el agresor o maltratador.

Ya es difícil para la mujer maltratada dar el paso de solicitar la separación matrimonial, mas difícil es enfrentarse a su maltratador en la propia comparecencia de medidas. El trabajo que se debe hacer con éstas las víctimas no es sólo asesorarlas, sino convertirnos en su bastión y apoyo continuo, hasta lograr que las medidas se ejecuten.

Desde nuestra experiencia llevada a cabo con mas mujeres maltratadas de las que desearíamos haber conocido nunca, nos encontrábamos con que en el juicio de  medidas provisionales, transcurren unos plazos, que pese a ser cortos en comparación con otros procedimientos, a nuestra cliente-víctima, le parecen interminables, porque su situación es angustiosa, e incluso peligrosa.

Muchos/as abogados/as recurren a la vía de la denuncia penal, que como sabemos, casi siempre acaba en un juicio de faltas, salvo los casos extremos de violencia doméstica, en los que la Justicia se toma mas en serio este tema.

Nos planteamos: ¿cómo vamos a darle fuerza a la víctima para afrontar dos procesos, uno penal y otro civil a la vez, si apenas cuenta con fuerzas y voluntad para enfrentarse al agresor?.

Hemos de trabajar con nuestra cliente-víctima en sentido positivo. Ella ya sabe eso de que ha aguantado demasiado, que se ha dejado pegar, que si el bien de sus hijos/as, etc. Nosotros no somos la víctima del maltrato, ella sí. Por ende debemos realmente defender sus intereses, sin entrar a valorar síndromes de Estocolmo, o cualquier otro prejuicio que tengamos sobre el fenómeno de la violencia domestica, que sin querer, pueda llegar a justificarlo.

Creo que nuestro trabajo consiste en defender los intereses legítimos, que como ciudadana, tiene la víctima de los malos tratos, y buscar soluciones al problema que nos plantea.

Después de varios años trabajando, nos encontrábamos con casos de víctimas que regresan a vivir con el maltratador, víctimas que se vuelven atrás antes de afrontar las medidas provisionales, mujeres que se echaban atrás porque no querían el mal del padre de sus hijos, o casos mas extremos, víctimas de malos tratos, que tras iniciar la demanda de separación, o tras denunciar los hechos en un Juzgado de Guardia, eran víctimas de nuevo de malos tratos con resultado de lesiones, o incluso con intentos de asesinato, y en el peor de los casos con la muerte de la mujer.

Buscamos una salida no sólo legal, sino que pudiera ser soportada por la víctima, teniendo en cuenta sus escasas o nulas fuerzas, y por fin en 1.997 una mujer maltratada se ofreció a ayudarnos a resolver su problema desde una óptica distinta, a la empleada hasta entonces. Por ello, creo que hemos encontrado una solución práctica, que creo que puede ser de gran utilidad no sólo a los/as abogados/as sino a todas las personas involucradas en el tema de la violencia domestica.

Nosotros/as (los/as abogados/as) sólo podemos defender los intereses de nuestra cliente-víctima, pero no suplir su personalidad cuando se enfrenta al maltratador en un juicio penal o civil. Allí, ella estará sola, ante el estrado, ante el agresor, ante el maltratador. En este caso particular, la víctima no quería denunciar a su marido-agresor, pero si tenía claro que no quería seguir viviendo bajo el mismo techo que éste, y quería poder vivir sin miedo.

¿Por qué no solicitar una medida cautelar previa de alejamiento, antes de la comparecencia de medidas?

Sabíamos que en el ámbito del derecho de familia es difícil convencer a un/a Juez/a de que adopte medidas cautelares que no tiendan a temas patrimoniales, ya que la Ley del divorcio (30/81) sólo se ocupó de este tipo de medidas, pero olvidó (quizás por falta de experiencia en el tema del ejercicio de las libertades)  que se podrían haber establecido medidas cautelares para garantizar la seguridad de las víctimas en un proceso de separación.

El art. 53,2 de la Constitución ha sido desarrollado de forma parcial, ya que en temas como los procesos de separación y/o divorcio no se ha  tenido en cuenta.

Y eso es lo que hemos hecho, pedirle a un Juez de familia medidas cautelares en el sentido de seguir el mandato constitucional tendentes a proteger a la víctima frente al otro cónyuge, en su integridad física (art. 15 Constitución), su intimidad personal, la inviolabilidad de su domicilio (art. 18 Constt.), su libertad de residencia (art. 20 Constt.) y el derecho efectivo de acceso a la jurisdicción y a la asistencia legal (art. 24 Constt.).

Curiosamente utilizamos una sentencia preconstitucional de la A.P. Madrid de 5 de Julio de 1.976, que afirmaba que las medidas provisionalísimas servían para preservar la seguridad o independencia de la mujer.

Siguiendo esta tesis, nosotros planteamos en el supuesto que indicamos, la solicitud formal de medida cautelar de alejamiento previa al establecimiento de medidas provisionales, en el sentido de solicitar que el agresor se mantuviera alejado equis kilómetros del domicilio conyugal, tras su abandono, para garantizar que nuestra cliente-víctima pudiera ir a comprar el pan si miedo a ser agredida. Solicitamos se remitiera orden a la policía local para hacer cumplir dicha orden, y en caso de obtenerla, buscamos apoyos de la asociación de vecinos, comunidad de propietarios, etc. a fin de hacer cumplir dicha medida de alejamiento.

El Juez en este caso nos pidió una prueba irrefutable de la existencia de los malos tratos (teniendo en cuenta que la mujer-víctima no quería denunciar a su esposo) y logramos que el médico de cabecera de la víctima nos emitiera un informe sobre la salud de la víctima, y de las causas de su falta de salud, incluso logramos aportar el volante y recetas de medicamentos que había prescrito la psicóloga del centro de salud que trataba a nuestra cliente, ya que ésta se negó a darnos un informe.

Con éstas pruebas, el Juez aceptó discutir la solicitud del alejamiento en la misma comparecencia de medidas, a fin de no incurrir en indefensión del agresor. Este y su abogado se opusieron, en el sentido que dicha medida vulneraba el principio constitucional de libertad de movimientos y residencia, y que sólo cabe el alejamiento como pena, de un proceso penal.

El Juez se negaba entonces a fijar como medida cautelar el alejamiento por miedo a incurrir en dictar una medida que iba contra la Constitución. Nuestro argumento era mas sólido aún. El agresor no se oponía mas que de forma gratuita a la medida (provisional) de desalojo de la vivienda conyugal, la cual interpretada de forma analógica era en sí misma una medida de alejamiento de varios metros, ya que se obligaba al esposo a abandonar su propio domicilio legal.  Nosotros lo único que pedíamos era que en la orden de desalojo del domicilio, se añadiera que tendría que irse a equis kilómetros de la casa.

El Juez se ha negado esta vez a establecer el alejamiento como medida cautelar, quizás por su miedo (mas que comprensible) a adoptar algo tan novedoso para él, sobre todo cuando él mismo cree que el alejamiento DEBE SER únicamente una medida penal.

Sin embargo, creemos que logramos un éxito, aunque parcial, pero abrimos una brecha en el sistema judicial del derecho de Familia, ya que sí logramos convencer al Juez de que hiciera en la propia comparecencia dos requerimientos legales al agresor para que no se acercara a su mujer a menos de varios cientos de metros, y que se abstuviera de molestarla o tocarla en cualquier sentido. Estos requerimientos verbales que constan en el acta de la comparecencia fueron hechos con la advertencia legal de que si el Juez tenía conocimiento de que se desobedecía el alejamiento, el agresor iría directamente a prisión.

En el auto (resolución) de medidas, vimos con agrado, que aunque el Juez no estableció la medida cautelar solicitada, sí en cambio, añadió por escrito los requerimientos realizados en la comparecencia, en el sentido de requerir al agresor a que se mantuviera alejado de su esposa.

                ¿servirá de algo esta estrategia jurídica?

                Creemos que sí, sobre todo después de descubrir en un estudio que estamos elaborando junto a otros/as profesionales, sobre las mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas, que el 87% de las mujeres que resultaron asesinadas por sus ex parejas, estaban en pleno proceso de separación matrimonial, o acababan de iniciarlo.


                Como resumen final, queremos añadir que en nuestro ánimo, tan sólo está el dar a conocer hechos y formas que puedan servir a todas las personas que trabajamos en el ámbito de la violencia doméstica, para mejor defender a las mujeres maltratadas con otra visión mas cautelar y preventiva, y sobre todo lograr evitar de alguna forma que la víctima tenga menos posibilidades de salir en un periódico, y en última instancia, crear un nuevo mecanismo que ayude a las víctimas del maltrato, a sobrevivir, una vez tomada la decisión de salir de ése infierno. 

Jose Luis Sariego
Sevilla 1994.-

Sobre modelos masculinos, Texto de 1992

MODELOS MASCULINOS (El Eu­ropeo, Ed. enero 1.992)


MÍSTICA MASCULINA: El estereo­tipo machista, pasado de modo, fun­dado sobre una mitología por defecto que se centra en la autosuficiencia del varón, del conquistador y el competi­dor. Una masculinidad caricaturizada en la que los símbolos primarios rara vez son los padres.

HOMBRE BLANDO: Término que se utiliza para designar a los varones pasivos e indecisos, a menudo a resul­tas de un cuidado paterno demasiado escaso frente a un exceso de cuidados maternos, o de un feminismo excesivo sin ninguna iniciación ritual o no.

HOMBRE SALVAJE: Se trata de un hombre apasionado, que encarna la fuerza emocional y la espontaneidad.

GUERRERO INTERIOR: Cualidad que capacita a los hombres para ex­presar cólera y para actuar por antici­pado, pero sin incurrir en una violen­cia desordenada.

ENRIQUE GIL CALVO: Mientras las mujeres caen víctimas de la regre­sión hacia el jardín de infancia, donde reina la norma tanguista de que quien no llora no mama, los hombres, somos fácil presa del síndrome del patio de recreo, donde todos los polluelos pug­nan por hacerse los gallitos, retándose ritualmente como matones fingidos en pos del dudoso título de dueño y se­ñor del gallinero.

ENRIQUE GONZALEZ DURO: El Hombre insiste en mirarse en su pro­pio espejo, lo que le lleva a la indife­rencia o guerra competitiva con los demás, condicionado por un superyo fuerte o primitivo internalizado en la infancia, como consecuencia de la transformación de la familia tradicio­nal. La ausencia del padre genera en el hijo la fantasía de reemplazarlo, de ser mas que él, introyectando un ideal del yo según el modelo de los héroes televisivos, que luego le impulsará a competir con éxito. Pero sólo una mi­noría consigue el éxito, el resto son solo supervivientes, con actitudes del “Salvese quien pueda”. Si alcanzan una posición confortable, se creerán feli­ces, pero mantendrán una insatisfac­ción latente, que se traduce en la auto­compasión....

EDUARDO HARO TECGLEN: No a la igualdad entre hombres y mujeres dentro de sus diferencias, sino el des­precio del hombre, su mera utiliza­ción, la noción de que el sexo es una economía de la mujer que no se puede abaratar, ni dejar perder sus ventajas. Incluso la muerte del Hombre como acto de violencia: el asesinato del Hombre se ha ido aceptando como un ritual normal.

RAMÓN DE ESPAÑA: El hombre asegura sentirse descolocado y ate­morizado ante la nueva mujer. Da la impresión de que, a finales de éste siglo, nos hemos convertido todos (y todas) en una pandilla de pobres niños ricos incapaces de superar sus pro­blemas de relación. Yo personalmente empiezo a estar hasta las narices de la gente que se queja......,haced algo positivo.

JORGE BERLANGA: Somos civili­zados, los hombres civilizadamente, aguantamos el acoso de gordas con halitosis, de cotorras beodas que nos martillean el tímpano, vemos el cule­brón de turno o el concurso televisivo sin poder ni un minuto cómo va el fútbol en el otro canal. Pedimos dis­culpas por llegar a casa en momentos tan inoportunos, soportando que nos pongan verdes....las marujas se te cuelan en la cola del mercado, te roba el taxi que llevabas media hora espe­rando....
            Da igual, el Hombre nace cul­pable y trata de perdonar su naturaleza ridícula deshaciéndose al servicio de las damas, que se aprovechan de ello, incluso con crueldad.
            La masculinidad tiene sus va­lores por mucho que les joda a Lidia Falcón y a José Vicent y ya es hora de empezar a defendernos antes de ser fagocitados por el vientre que todo lo devora.... Rimbaud decía: Por delica­deza perdí mi vida.

EDUARDO HARO: (El país) relación hombre-mujer. Tema del siglo. Pujol da libertad de voto en el tema del aborto; el Lobby europeo de Mujeres denuncia un retroceso en la igualdad; un articulo a favor del aborto libre de la Secretaría...del PSOE; Cinco años de lucha para que 600 jornaleras co­bren lo mismo que los hombres (una miseria); la compañia de teatro que ha interpretado “HOMBRES” interrumpe de pronto la campaña de ridiculiza­ción del macho. Han tenido 175.000 espectadores, mayoría de mujeres. Pero su ironía llega mas lejos: todos sus textos están escritos por hombres.

            Eso si, estamos asustados. En una sociedad como la nuestra, la va­rona de transición utiliza “armas de mujer”  de las antiguas novelas; la que en este calor mas en cuerpo que en el alma, esta ajustada también al valor de la compañera o de la jefe; la del as­censo social. El hombre encuentra mas contradicciones de las que puede so­portar; hay unos impulsos de la natu­raleza que le convierten en un ser fá­lico, y eso resulta vituperable. ¿pero no tiene enfrente a la mujer vaginal y pectoral? Temo que el integrismo feminista se reduzca a un movimiento antihombre, tan fácil, cuando el pro­blema es mucho mayor: es mutuo ante la organización social.


            La pareja que empieza sabe que se enfrenta a un problema mutuo, y empieza a comprender que hay una gran trampa de clases detrás de todo: de la vivienda, de sus transportes, de las enfermedades, de las pensiones, de los despidos que ya son prácticamente libres; y que la guerra de sexos esta desplazando hacia lo sencillo todo contenciosos del ser humano. Esas mujeres saben que se las explota: pero no ignoran que se está explotando y angustiando a sus hombres.

Jose Luis Sariego
1992

1998, ponencia sobre las raíces de la violencia doméstica

PONENCIA REALIZADA PARA LAS I JORNADAS DE VIOLENCIA SOBRE LA MUJER
MADRID EN JULIO DE 1998.
JOSE LUIS SARIEGO


RAÍCES DE LA VIOLENCIA DESDE LA ÓPTICA DE LOS ABOGADOS Y ABOGADAS DE FAMILIA


1.- Carencias de los/as abogados/as ante una situación de violencia doméstica, o violencia ejercida por hombres hacia mujeres.

         1.1.- Actitudes erróneas.
                   1.2.- Prejuicios.
1.3.- Falta de metodología.
1.4.- Falta de conocimiento de recursos alternativos.

2.- La violencia doméstica desde otras disciplinas.

3.- Pautas de actuación desde la abogacía.

4.- Ámbitos de actuación profesional.

         3.1. Ambito civil.
                   3.2. Ambito constitucional.
                   3.3. Ambito penal.

5.- Ejemplo de caso abordado:

6.- Alternativas futuras.

7.- Conclusiones.
















    

RAICES DE LA VIOLENCIA DESDE LA OPTICA DE LOS ABOGADOS Y ABOGADAS DE FAMILIA


1.- Carencias de los/as abogados/as ante una situación de violencia doméstica, o violencia ejercida por hombres hacia mujeres.

            1.1.- Actitudes erróneas.
             
Voy a iniciar la ponencia desde la autocrítica y terminaré la misma, aportando ideas de hacia dónde debería evolucionar el sistema publico de protección y prevención del maltrato como fenómeno social.

En primer lugar vamos a tratar de valorar en qué creo que nos equivocamos los abogados y las abogadas de familia al abordar una situación de violencia doméstica, o violencia masculina contra mujeres.

A ) Los abogados mas que las abogadas, solemos quedarnos un poco al margen de la parte sensible del problema.

 B ) A veces silenciamos la existencia de una situación de violencia, lo cual nos convierte (voluntaria o involuntariamente) en cómplices de la misma.

C ) Podemos llegar incluso, en algún momento del proceso a justificar la violencia, cuando esta es injustificable,  venga de donde venga. Justificamos hechos tales como que si la mujer ha aguantado tanto es porque le gustaba, comprender de forma errónea que como había hijos, ella aguantó tanto por ellos.

D ) Asimismo solemos acudir a excusar la violencia, como efecto directo del consumo de alcohol, drogas, situación desesperada de desempleo, etc.

Quiero decir que muchas veces, al afrontar de esta forma una situación de violencia, nunca se nos ocurre tener miedo del agresor, o nunca nos preocupa que el agresor pueda autolesionarse.

E ) Con respecto a la víctima solemos tomar una actitud protectora. Porqué ha aguantado tanto, porqué no denunció antes, cómo permitió que sus hijos e hijas vivieran en ése infierno, etc. Es como si a alguien que ha sido víctima de un robo, le preguntáramos que porqué no se resistió con todas sus fuerzas al robo. Nunca se nos ocurriría responsabilizar en su cualidad de víctima a alguien que ha sido estafado, robado, o lesionado en una pelea. Buscamos en estos casos los hechos concretos, los motivos del agresor, los medios empleados, etc. para hacer una valoración de la situación planteada. Sin embargo, muchas veces, en situaciones de malos tratos solemos culpabilizar a la víctima, aunque sea de forma involuntaria.

Los abogados, mas que las abogadas, debemos hacer un gran esfuerzo para comprender qué significa tener miedo, y haber vivido torturada durante años, en muchos casos.

La mayoría de las abogadas son mas propensas, por su condición femenina, a comprender a las víctimas, por cuanto que como mujeres saben lo que es tener miedo, aunque no hayan vivido personalmente una situación de malos tratos o tortura continuada.

Por ello, muchas veces los profesionales del derecho no comprendemos muy bien a nuestra cliente, cuando dice aquello de que no quiere denunciar a su agresor, o que no quiere que el padre de sus hijos vaya a la cárcel. Esto demuestra que no tenemos en cuenta la falta de autoestima de nuestra cliente, y que ella, por sí misma se siente parte culpable por la violencia ejercida contra ella.

            Otras muchas veces, solemos caer en la tentación de tratar a nuestra cliente como a uno o una mas, pero nunca pensamos que la víctima de malos tratos, llega a nuestro despacho, sin apenas fuerzas para tomar decisiones, y no solemos ayudar a la víctima para que tome decisiones, y ante la falta de decisión de la mujer, reaccionamos como si hubiera una desconfianza hacia nuestra labor.

            F ) Por último, creo que debo decir que los abogados y abogadas solemos tomar muchas precauciones ante una situación de malos tratos. Algunas víctimas de malos tratos, me comentaban que habían pasado antes por otro despacho, y que notaban como que no le creyeran, o que los compañeros y/o compañeras, mostraban ser muy precavidos/as o muy reacios/as a tomar una línea de estrategia directa.

            Otras veces, se nos acusaba de no meditar y estudiar la situación, actuando de forma  inmediata  y sin tomar las precauciones necesarias. Esto es, se nos culpabilizaba a los abogados y abogadas de no estudiar el caso concreto de una forma mas precisa y meditada.

1.2.- Prejuicios.

A la hora de afrontar un caso de malos tratos, la abogacía suele afrontar dicha situación con una serie de prejuicios sobre la misma.

A ) En primer lugar, existe la creencia que en las mujeres maltratadas se da el síndrome de Estocolmo, esto es, que llegan a justificar a sus maridos y comprenden sus actitudes y por ello no son capaces de pensar por sí mismas. Es cierto que se suele dar este tipo de síndrome en los casos de malos tratos, pero no es suficiente.

B ) Existe, asimismo, la creencia que en el fenómeno de la violencia doméstica se dan situaciones de masoquismo en la relación de pareja de nuestra cliente. Pero ello no es así, ya que los malos tratos son causa de este tipo de masoquismo, y no a la inversa, como se suele decir.

            C ) Otro prejuicio que solemos tomar es el de explicar los casos de malos tratos desde el punto de vista que la situación de la mujer debe ser secundaria a la del hombre, y justificar la dependencia económica de aquella frente a éstos.

La masculinidad está en crisis, los roles tradicionales están en crisis, y el proceso de liberalización de la mujer es imparable. Los abogados, en cuanto hombres, tenemos que aprender a vivir con la evolución de la sociedad, y por nuestra posición privilegiada, al ser elementos básicos para el funcionamiento de la administración de justicia tradicional, debemos intentar hacer un gran esfuerzo no sólo profesional, sino personal, e intentar comprender y asumir el porqué hace unos años los temas de violencia en la pareja era un tema que se quedaba en el ámbito privado, y hoy es tratado, afortunadamente, como una problema social y de interés público.

1.3.- Falta de metodología.

La falta de metodología ante una situación de maltrato es una de nuestras carencias fundamentales.

Esta falta de metodología específica de una situación de malos tratos o violencia doméstica, hace que tratemos este tipo de casos como una carpeta mas del despacho, cuando no lo es. Acudimos a los recursos y métodos tradicionales de la Justicia tradicional, y casi siempre, de forma involuntaria, logramos que nuestra cliente sufra la frustración de volver a ser víctima, bien del funcionamiento de la administración de justicia, bien de nuestra falta de metodología apropiada.

Creo que ante una situación de violencia doméstica, hemos de adoptar un método distinto, tendente no de forma primordial a lograr el castigo del agresor, sino tendente a ayudar a salvar la vida a nuestra cliente. Esto es, cuando una víctima de los malos tratos entra en nuestro despacho, pone en nuestras manos no sólo su caso, sino su vida, y de nuestra forma de trabajar el caso concreto, dependerá a veces su seguridad y su integridad física, e incluso, su propia vida.

Hay que cambiar el método, y cambiar nuestros hábitos, estamos demasiado inmersos en afrontar cada caso de forma cotidiana. Seguimos utilizando los hábitos y pautas aprendidas a lo largo de los años, sin buscar salidas alternativas a los problemas.

1.4.- Falta de conocimiento de recursos alternativos.

Creo que los abogados y abogadas de familia que tenemos contacto con el problema de los malos tratos, hemos de estar mejor preparados y preparadas para afrontar estos casos.

Se me ocurre que podríamos comenzar intentando no emplear un lenguaje sexista en nuestros escritos.

Cuando nos toca defender al agresor, la ley nos permite aconsejarle que no se autoinculpe, ya que es el estado (no la víctima) la que ha de demostrar su culpabilidad, y todo el mundo sabe eso de que nadie está obligado a declarar contra sí mismo. Creo que una alternativa a este tipo de situaciones, sería aconsejar a nuestro cliente-agresor para que diga la verdad y reconozca los hechos, y así se pueda acometer el caso con la búsqueda de soluciones alternativas, que beneficien no sólo al agresor, sino a la víctima y a la sociedad en su conjunto.

Creo que la justicia tradicional está en crisis y no debemos ser nosotros los que sigamos sustentando la misma. Debemos adoptar medidas diferentes a las de una defensa jurídica tradicional, sobre todo en lo relacionado con el Derecho de Familia, y con el problema de los malos tratos, trabajando en sentido constructivo y no castigador.

Desgraciadamente, tenemos la Justicia castigadora tradicional y con ella y sus mecanismos hemos de trabajar. Hemos de buscar soluciones jurídicas tendentes a castigar al agresor, al delincuente, todo ello en nombre de la ley y el estado.

Pese a ello, creo que las leyes actuales nos permiten, dentro de un lógico margen, utilizar alternativas distintas a las tradicionales, que van abriendo caminos distintos y que nos permiten dirigirnos hacia un concepto de justicia que tienda a restaurar la dignidad de la víctima y a la resocialización de los agresores.

¿Por qué no ser nosotros y nosotras los abogados y abogadas de familia los precursores de nuevos mecanismos de afrontar el fenómeno de los malos tratos?.

Se piden desde instituciones, desde organizaciones políticas y cívicas, desde grupos feministas, etc. penas mas duras para los maltratadores. Creo que todo esto está bien, pero es una forma miope de ver las cosas y del todo insuficiente, y que en el fondo, no soluciona el problema social y humano de la violencia doméstica.

De qué nos sirve endurecer una pena, y olvidarnos de las víctimas y de sus hijos. Creo que con las leyes actuales, aplicadas de acuerdo a la realidad social, son mas que suficientes para afrontar los problemas de los malos tratos. El problema consiste en que hasta ahora las leyes no se aplicaban bien, o si se aplicaban se hacía demasiado tarde para muchas víctimas.

En un estudio realizado en el Estado de California por la oficina del programa de atención a víctimas y agresores del Estado, sobre mujeres maltratadas, golpeadas y violadas, mas del 90% reconocieron que el hecho de meter en la cárcel muchos años a sus agresores, violadores, y maltratadores, no les sirvió a ellas de nada. Se sintieron utilizadas por la fiscalía o por sus abogados y abogadas, que eran, al fin y al cabo, los auténticos protagonistas de los juicios. La víctima era utilizada tanto por la Justicia como por los medios de comunicación para crear un estado de opinión concreta en el público en general. El público, en cambio, opinaba justo al contrario, resultando que casi el 90% de las personas encuestadas se sintieron mas seguras y satisfechas porque los agresores estuvieran en la cárcel, lejos de la sociedad.

¿Quién es nuestra cliente, la sociedad o la víctima?

Creo que deberíamos reflexionar sobre nuestro papel en la Administración de Justicia tradicional actual, y adoptar posturas concretas que eviten nuestra contribución a la explotación y revictimización de las víctimas de los malos tratos.

Por todo lo expresado, mi línea profesional ante el problema de los malos tratos, se dirige hacía la búsqueda de soluciones diferentes o complementarias a las que la OPINION PUBLICA está pidiendo, ya que ésta sólo conoce los hechos de lejos o por lo que le dicen desde los medios, pero no conocen los silencios mudos ni las lágrimas de las víctimas en tres dimensiones.

Aquí hago una nueva reflexión autocrítica sobre nuestro papel de abogados y abogadas ante una situación de violencia, y es que creo que nos dejamos influir por la opinión mayoritaria de un ente llamado opinión pública. Así, de forma privada y profesional apoyamos ideas reaccionarias tales como intentar agravar las penas de los agresores, aplicación abusiva de la legítima defensa, puesta en duda del principio de presunción de inocencia, etc.

Nuevamente, nos dejamos influenciar por personas (clase política y medios de comunicación) que quieren solucionar los problemas desde arriba hacia abajo, pero llevamos años comprobando que esto no funciona así como así.

Para ser políticamente correcto deberé decir aquí que sí, que hay que denunciar mas y mejor, que hay que castigar a los agresores, que hay que seguir utilizando a las víctimas de malos tratos para obtener el castigo de los agresores, que hay que seguir utilizando a los niños y niñas en los procesos matrimoniales para solventar situaciones de malos tratos y violencia contra menores, que tenemos que seguir aumentando los impuestos para construir mas cárceles (como las de fines de semana que ahora se están construyendo), que tenemos que colaborar con una administración de justicia que tarda varias semanas en tomar declaración a la víctima de malos tratos, que debemos seguir colaborando en dejar que las mujeres maltratadas sean sacadas de su entorno familiar y social  y esconderlas en una casa de acogida, para olvidarnos de ellas tras el proceso, que debemos de seguir ayudando a que mujeres maltratadas se vean obligadas tras un proceso por malos tratos, a volver a vivir con el agresor, porque no tienen donde ir, o se les ha atendido de forma insuficiente.

A pesar del tono crítico de mis palabras, creo que hay que denunciar, para que este tema deje ser algo privado, y sea algo público, y pueda servir para crear una conciencia social, (que no opinión publica) que haga que se enteren la sociedad y los poderes públicos, que haga que nos enfrentemos, esta vez de verdad, frente a la lacra de la opresión de las mujeres, y en este caso, nos enfrentemos de verdad a la violencia doméstica.

Como recoge un informe de las Naciones Unidas de 1.995, adhiriéndose a la campaña del Lazo Blanco de Hombres contra la Violencia, hay que contar no sólo con las mujeres, sino también con los hombres para hacer desaparecer la violencia que ejercen los hombres contra las mujeres y los niños y niñas.

Sólo añadir un dato estadístico a esta exposición, y es que en los diez últimos años han descendido las denuncias por malos tratos, y sin embargo las muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, han aumentado. Creo que es un dato en el que deberíamos reflexionar. Quizás sea el hecho que las mujeres están ahora mejor informadas de sus derechos lo que hace que no tengan que aguantar situaciones de maltrato como antes, la incorporación al mundo laboral, la independencia económica, la mejor formación de las mujeres, son elementos que provocan que éstas no tengan la necesidad de denunciar malos tratos, porque al primer síntoma, se separan de sus parejas. No obstante, las mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas, aumentan precisamente por los mismos motivos. En un estudio que estamos realizando sobre violencia doméstica  el primer dato significativo que hemos hallado es  que casi el 80% de las  mujeres muertas a manos de sus maridos o parejas, se encontraban en proceso de separación matrimonial, o justo terminado.

Lanzo unas preguntas para el debate ¿son los procesos de separación y divorcio desencadenantes de la muerte de éstas mujeres? ¿tenemos los abogados y abogadas alguna responsabilidad en estos hechos?

2.- La violencia doméstica desde otras disciplinas.

            Siempre me pregunto qué podemos aprender de otras disciplinas, cuando nos llega un caso de cualquier tipo a nuestro despacho.

            En mi labor profesional como abogado de familia, llevo años colaborando con profesionales de otras disciplinas que me han ayudado a ver las cosas de forma distinta a como las veía desde la abogacía.

            ¿Podemos los abogados y abogadas, sin auxilio de otras disciplinas, responder a estas preguntas?:

2.1.- ¿Porqué los hombres golpean y maltratan a sus mujeres, compañeras, esposas, exesposas, hijos e hijas?

2.2.- ¿Porqué las víctimas de malos tratos tardan tanto en salir de la espiral de la violencia, si es que lo hacen?

2.3.- ¿Porqué tantas mujeres muertas a manos de sus parejas hombres?

Veámoslo:

2.1.- ¿Porqué los hombres golpean y maltratan a sus mujeres, compañeras, esposas, exesposas, hijos e hijas?

En primer lugar veamos por qué los hombres utilizamos la violencia física, psicológica, social, económica contra las mujeres, para resolver nuestros conflictos de pareja.

Los estudios sobre la condición masculina llevan décadas de retraso con respecto a los estudios sobre condición femenina. En los años 70 se comenzó a estudiar el tema de la condición masculina, con respecto a la problemática de la violencia y abuso intrafamiliar.

Los psiquiatras suelen defender la tesis de que toda violencia doméstica y de los abusos de poder (sexual, físico, psíquico, etc.)están causadas por problemas   psicopatológicos. Por ello, las soluciones que se buscan desde este campo van dirigidas a resolver el problema con el uso de terapias. Esta corriente de opinión produce en el campo jurídico la aplicación de atenuantes y eximentes de la responsabilidad del golpeador o maltratador, y ello provoca que aquellos que son juzgados, acaban siendo tratados por la sociedad como enfermos, los cuales tras sus correspondientes tratamientos, son puestos en libertad de nuevo, sin haberse hecho un buen trabajo con ellos.

Afortunadamente, a raíz de un estudio realizado por Lori Heise en 1.994 para Organización Panamericana de la Salud, se descubrió que la violencia conyugal es causa de la existencia de  psicopatologías, y no un efecto de ellas. Tan sólo un 4% de los casos registrados, estaban motivados por enfermedades mentales de los agresores.

Otra explicación de la violencia de los hombres ejercida hacia las mujeres e hijos/as, es la que defiende que la misma se basa en elementos de tipo biológico o hereditario. Se quiere explicar que existen hombres mas propensos a ser violentos, bien por el temperamento de nacimiento, bien porque este tipo de actitudes se heredaban de los padres, ora de forma biológica, ora por haber aprendido conductas violentas en la infancia.

En mi opinión las dos tesis expuestas, sólo eluden el problema real, ya que en ambos casos se partía de la base de estudiar el fenómeno de la violencia doméstica como un caso de laboratorio, y no lo es, es algo mucho mas complejo.

Desde el punto de vista sociológico y antropológico, la violencia conyugal, se interpreta como una de las formas de dominación del hombre sobre la mujer, en el seno de una sociedad patriarcal. La tesis feminista tiene su pilar básico en la constatación de la existencia de la desigualdad entre géneros, y dicha desigualdad, es el caldo de cultivo de situaciones de dominio del hombre hacia la mujer, que se desarrollan tanto en los ámbitos privados como públicos, en casa, en el trabajo, etc.

Otra explicación de la violencia ejercida por hombres a las mujeres, nos la da la Psicología Evolutiva y de la Educación, que nos define la violencia conyugal como algo que se ha aprendido en el seno de la familia, en el colegio, en la tele, etc. Estamos rodeados y rodeadas de modelos variados, pero fundamentalmente a los niños se les educa para ser fuertes (Cuando se caen y hacen daño les solemos decir que no ha sido nada) mientras que las niñas se las educa para que sean sumisas y protegibles (cuando se caen y hacen daño solemos abrazarlas y mimarlas). En los colegios los niños suelen ocupar el espacio común jugando al fútbol, mientras que las niñas se quedan arrinconadas jugando a otros juegos, pero en espacios mas limitados. A los niños se les suele regalar juguetes masculinos, y a las niñas juguetes femeninos, siendo aquellos mas relacionados con la acción y el ejercicio físico, (incluso violento a veces), que los de las niñas, que suelen ser juguetes mas acordes a su sexo. El sexismo desde las guarderías hasta la universidad, suele estar presente en toda las facetas de la vida. Incluso los cuentos, los libros, la música, las películas, van educando a los niños y a las niñas, dirigidas a perpetuar los roles de género tradicionales. Dentro de las distintas esferas donde se educan los niños y las niñas, tienden a fortalecer la idea de la mayor fuerza del sexo masculino, e incluso el uso de la fuerza es considerado un valor mas en la educación de los niños.

De todas estas tesis hemos aprendido una parte de porqué los hombres maltratan a las mujeres. Pero a todas les falta algo mas, casi todas las tesis y explicaciones parecen que no terminan de convencer, aunque en su conjunto sí nos aportan datos muy significativos.

Por ello, suscribo la tesis mantenida por el Profesor Corsi, especialista en temas de estudios sobre condición  masculina y roles de género, consistente en que los maltratadores tienen en común la falta de vivencia personal de seguridad. Dicha falta de vivencia de seguridad necesita ser sobrecompensada a través de una actitud externa firme, autoritaria, que no demuestre esa debilidad interna que en el fondo existe.

Cualquier conflicto en el seno de pareja o en el hogar, los hombres lo viven como una amenaza de que van a perder el control de la relación, tal como indicaba el profesor Haley en un estudio realizado en 1.987.

Luis Rojas Marcos mantiene que el  ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas.  

            Una de las opiniones mas reveladoras es del Profesor Bananal en 1.991, el cual  mantenía que el elemento básico para la producción del maltrato no es la existencia de agresividad, sino la presencia de personas en desigualdad de poder. Estas situaciones de poder no tiene porqué ser manifiestas y reconocibles a simple vista, y creo que los abogados y abogadas debemos tener en cuenta que muchas veces se nos escapan estas situaciones de ejercicio de poder sobre nuestra cliente, incluso después de iniciadas las diligencias judiciales.

            Como mantiene el sexólogo Jose Angel Lozoya, las prácticas de dominación masculina que nos pasan desapercibidas o "micromachismos" (conscientes o no) se manifiestan cotidianamente en relación con el reparto y gestión de las tareas domésticas, el cuidado de la familia, la mayor disponibilidad de tiempo libre que el hombre disfruta a causa de esta situación, la imposición de un determinado sentido del orden (libros, discos, papeles comunes, ..), el control del dinero, la limitación del desarrollo de la mujer a base de poner pegas a sus proyectos, la autoindulgencia con los propios errores, lenguaje corporal, forma de vestir forma de sentarnos a una mesa, uso de zonas comunes de la casa con falta de respeto hacia el resto de la familia, etc.

            Creo que con lo dicho hasta ahora, y de una forma tan esquemática, podemos decir que tenemos una idea clara y precisa de porqué los hombres maltratan a las mujeres.

Comparto la opinión de que no existen hombres "maltratadores" y "normales", sino protagonistas de malos tratos y agresiones como consecuencia de un proceso al que muchos hombres pueden llegar sin una reflexión crítica de las relaciones de poder entre los sexos.

            Y es aquí donde nuestro papel como abogados y abogadas de la mujer maltratada es fundamental y debe entrar a valorar otros aspectos que los meramente jurídicos.

2.2.- ¿Porqué las víctimas de malos tratos tardan tanto en salir de la espiral de la violencia, si es que lo hacen?

Siempre nos preguntamos esta cuestión. Cada vez que nos llega un caso de violencia doméstica nos preguntamos porqué han tardado tanto tiempo en tomar una decisión.

Vamos a ver que nos dicen expertos de este tema.

Así, la Profesora E. Walker en 1.984 explicó la violencia doméstica con la denominación del CICLO DE LA VIOLENCIA, en la que se dan tres fases: Construcción de la tensión en la pareja, fase de la violencia física (que es la menos duradera en el tiempo), y la tercera fase la del arrepentimiento del agresor. Estas tres fases se dan en todos los casos estudiados por Walker, y son cíclicos, esto es, que tras la tercera fase, al poco tiempo se reproduce la primera, sino se ha obtenido una ayuda eficaz por parte de la víctima o si la pareja sigue junta y sin abordar el problema a través de profesionales.

            Esta explicación es loable, puesto que hemos comprobado personalmente que en la mayoría de los casos llegados a nuestro despacho, se daban estas circunstancias, sobre en parejas con alto nivel de estudios y de ingresos, y curiosamente en parejas jóvenes.

Otra tesis que define y explica la violencia doméstica es la de la teoría de costes-beneficios, donde una mujer aguanta porque le merece la pena aguantar, y los costes de aguantar una paliza son menores a los beneficios que obtiene de vivir con su agresor. Esta tesis explica porqué muchas mujeres aguantan tanto tiempo. En estos casos es la mujer la que tiene menor nivel de estudios o no trabaja fuera de casa, y por ello, debe acudir a esta escala de valores para aguantar tanto tiempo sin denunciar.

Una tesis muy divulgada y empleada habitualmente en las casas de acogida de mujeres maltratadas y golpeadas es la de la dependencia psicológica de la mujer maltratada, que se explica por el hecho que la mujer ha sido educada para obedecer a su marido, y para aceptar que el matrimonio es para toda la vida. Las mujeres en este tipo de situación llegan incluso a justificar que les peguen y que les maltraten. Psicológicamente dependen por entero de la voluntad del hombre, y no tienen fuerzas para tomar decisiones para salvaguardar su integridad física. Muchas llegan a afirmar que aguantaron por sus hijos, o por su dependencia económica, o incluso por consejos de sacerdotes o familiares, pero en el fondo lo que existe es una dependencia psicológica total del hombre. La autoestima de la mujer es inexistente, y por ello no tiene opinión ni capacidad de tomar decisiones por si misma.

Nuestro despacho toma en consideración todas estas explicaciones que son las mas habituales a la hora de afrontar un caso de malos tratos.

A pesar de ello, también aplicamos la tesis definida en 1.975 por el Profesor Seligman de la indefensión aprendida.
 
La indefensión aprendida es aquella situación en la que se encuentra la víctima de los malos tratos, que haga lo que haga, no valdrá para nada, no servirá para nada, siempre tendrá la sensación que no merece la pena hacer nada, porque haga lo que haga, será criticada o golpeada.

Un estudio con conejos y ratas desarrollado en EEUU, demostró este síndrome. En una jaula se ponían los animales con dos opciones, el suelo blanco la mitad y el suelo negro la otra mitad. Si pisaban el negro, salía comida, si pisaban el blanco les daba calambre.

Al día siguiente se cambiaba el orden de las cosas, y  así todos los días, durante una semana. Mas tarde se ponían sin orden cronológico, dos días el blanco daba comida, tres no, uno si, cuatro no. A las cuatro semanas, comenzaron a dar calambres el blanco y el negro, y tras varios días en que los animales seguían intentando conseguir comida, sin lograr mas que calambrazos, decidieron no moverse, así hasta que algunos de ellos murieron, antes que intentar nada.

            Esta tesis explica porqué una mujer maltratada no hacía nada para salir de la espiral de la violencia. Si casamos esta tesis con las anteriores, creo que mas o menos tendremos una idea clara de porqué las mujeres tardan tanto en salir de la espiral de la violencia.

2.3.- ¿Porqué tantas mujeres muertas a manos de sus parejas hombres?

            Esta pregunta es la mas compleja de contestar, sobre todo porque no existen estudios claros y precisos de porqué en los últimos años ha aumentado el numero de mujeres muertas a manos de sus maridos o exparejas.

Una experiencia llevada a cabo en el País Vasco de tipo psicológico, o uno mas reciente de tipo sociológico realizado en Córdoba, son muy ilustrativos de nuestra forma de ver las cosas con respecto a este problema, y nos descubren que aún hay muchas personas (hombres y mujeres) que siguen justificando la violencia doméstica, ya que la consideran algo privado. Un dato muy revelador y preocupante, es que un 25% de las mujeres encuestadas en el estudio realizado en 1.997 en Córdoba, no SIENTEN como violencia, las bofetadas que le da su marido.

Existen opiniones diversas tales como que los hombres aplican aquello de que la maté porque era mía, etc. Efectivamente, desde el Derecho Romano hasta hace muy poco tiempo existía un poder absoluto del marido con respecto a la esposa. Las leyes favorecían este ejercicio del poder por el hombre en el seno de la familia. Culturalmente está arraigada la idea, a pesar que las leyes cambiaron. Hay mujeres que siguen aceptado el uso del débito conyugal, o que el marido controle la economía doméstica, etc.

De todas formas, las causas antropológicas y sociológicas no explican por sí solas esta cuestión.

Creo que hay que acudir a las explicaciones de los estudios sobre la condición masculina para encontrar la respuesta. Desgraciadamente, como antes dijimos, existen pocos estudios sobre esto, y creo que desde El Consejo General del Poder Judicial existe una iniciativa para profundizar en este tema y encontrar respuestas.

En un grupo de estudios al que pertenezco, estamos elaborando desde hace un año un trabajo sobre este tema dirigido fundamentalmente a encontrar la respuesta de porqué los hombres matan a sus mujeres o exmujeres.

Recordamos que una de las primeras conclusiones que hemos hallado es que una inmensa mayoría de las mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas estaban en proceso de separación matrimonial o acababan de terminarlo.

Desde las asociaciones de hombres separados, se oyen opiniones que nos dan una pista de porqué ocurre esto. Estas asociaciones, entre sus puntos reivindicativos, denuncian que a ellos la justicia y las leyes los maltratan, los dejan sin hogar, sin familia, y con escasos recursos económicos. Ellos tienen la sensación de que la Sociedad, a través de los Juzgados, les tratan injustamente, y los dejan con una mano delante y otra detrás.

Reivindican la custodia compartida, como una forma de lavar la imagen de padres ausentes en la educación de sus hijos e hijas, que tuvieron antes del proceso matrimonial. También reivindican la custodia compartida de cara a lograr un ahorro sustancial en el pago de pensiones. Pocas organizaciones defienden con criterio serio la defensa de la custodia compartida.

He oído a muchos hombres decir que querían matar a su mujer, ya que no estaban educados o preparados para afrontar el hecho que SU MUJER les pidiera la separación, y encima ELLOS tuvieran que pagarle una pensión y seguir manteniéndola.

Otros no se explicaban cómo se les podía expulsar de su casa, por el simple hecho de separarse. Muchos hombres tienen la sensación que en los procesos de separación y/o divorcio se les trata como a delincuentes.

Algunos casos que nos han cogido cercanos en el tiempo y en el espacio de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, tienen mucho que ver todo esto. Creo que hay que reformar la Ley del Divorcio, y creo, sin miedo a equivocarme, que la actual ley del divorcio no evita la violencia, y a veces puede llegar a provocar reacciones violentas por parte de justiciables.

Tras una separación matrimonial, los abogados y abogadas de familia deberíamos facilitar que se produzca una verdadera corresponsabilidad parental en la educación de los hijos e hijas. Los hombres que descubren la paternidad después de que se obligue a dejar de vivir con sus hijos/as, deben tener el derecho de ser responsables de su educación.

            Debemos exigir que los hijos e hijas dejen de ser armas arrojadizas de un progenitor contra otro. Sería interesante articular medidas cautelares en aras de lograr suspender custodias cuando se incumple las visitas. El caso de los impagos de pensiones, se podrían articular el mecanismo del fondo de pensiones, y que sea el estado quién reclame al deudor, así la ira de éste irá en otra dirección.

            La posibilidad de liquidar la sociedad legal de gananciales a la vez que el proceso de separación, para que no exista la sensación del cónyuge que es desposeído de todo.

            Por último, añadir que los programas de mediación familiar, como búsqueda de soluciones alternativas de resolución de conflictos, pueden ser un punto de arranque para aprender como evitar la generación de la violencia.

3.- Pautas de actuación desde la abogacía.

            Es muy difícil orientar sobre las pautas de actuación que, a mi entender, debemos seguir desde la abogacía a la hora de tratar sobre el fenómeno de la violencia masculina ejercida sobre mujeres y menores.

            Creo que no podemos quedarnos en la superficie del moretón o del parte de lesiones, sino que deberíamos ir un poco mas allá, investigar las causas de la violencia que se ha ejercido sobre nuestra cliente, y descubrir los mecanismos de poder con los que ha actuado el hombre maltratador, para prever las consecuencias y efectos, que a ése caso concreto, puede producir nuestro asesoramiento y nuestra actuación profesional. 

¿Cuantas veces hemos redactado un convenio regulador que echaba tierra encima de una situación de maltrato, pero no se ha acabado el maltrato?
¿Cuantas veces hemos visto mujeres que acuden al Juzgado a retirar sus denuncias porque no fueron bien asesoradas o apoyadas?
¿Cuantas veces hemos visto a mujeres maltratadas que han sido víctimas de nuestro hacer profesional, o de la dinámica propia de la administración de Justicia?.
            ¿Cuántas mujeres hemos visto o conocido que han vuelto a convivir con su agresor?

Creo que hay que trabajar con las víctimas para que no vuelvan a serlo,  hay que trabajar con los niños y niñas involucrados en un proceso de violencia doméstica para que recuperen su normal desarrollo, hay que trabajar en las escuelas, colegios, universidades, en los centros de trabajo, para eliminar las desigualdades de género, y provocar que los hombres y mujeres que me rodean, reflexionen sobre este fenómeno.

Debemos ser responsables en nuestro trabajo, y así como nos metemos a estudiar temas médicos o nos asesoramos de peritos tasadores, peritos calígrafos, contables, etc. deberíamos, en este tema, contar la ayuda de especialistas en temas de malos tratos de otras áreas profesionales, o al menos estudiar este problema desde otras perspectivas.

Ya en un punto anterior intenté explicar algunas tesis sobre la violencia doméstica, que nos ayudarán a comprender mejor este problema. De todas formas creo que nos queda mucho camino por hacer, y no sólo a nosotros y nosotras (abogados y abogadas) sino en los campos de la psicología, la salud, la justicia, la política, etc.

Tras un análisis realizado a lo largo de varios años, nos propusimos hacer algo como un código ético con respecto a el problema de los malos tratos, y por ello, nos fijamos a nosotros mismos algunos principios que creo que deberíamos seguir al afrontar un caso de malos tratos o de violencia doméstica:

·         La violencia es una conducta inaceptable.
·         El que golpea es responsable de su comportamiento.
·         La conducta violenta puede controlarse.
·         No hay que resolver un problema conyugal.
·         Hay que tender a poner a salvo a la mujer y sus hijos/as.

            Para ello, seguimos estas pautas en nuestro trabajo:

q  Empleamos mucho tiempo de consulta a la mujer maltratada.
q  No empleamos lenguaje ni ideas sexistas.
q  Intentamos transmitir seguridad y respeto a sus opiniones.
q  Valoramos sus aspectos personales.
q  Informamos de todos sus derechos y las distintas salidas jurídicas.
q  Informamos de su situación con realismo, sin dramatismo.
q  Establecemos una estrategia conjunta bien planificada.
q  Buscamos apoyos externos, familiares, oficiales.
q  Trabajamos en positivo, y huimos de hacer daño a nadie.
q  Establecemos una línea de contacto permanente.

No seguimos pautas tales como:

¨       Criticar, presionar a la víctima.
¨       Manifestar incredulidad ante los hechos que se nos exponen.
¨       Ordenar que hagan cosas.
¨       Hacer juicios de valor sobre la situación.
¨       Provocar actitudes que hagan que se sienta mas culpable de su situación.
¨       Hacer preguntas impertinentes o adoptar posturas rígidas.
¨       Tomar unilateralmente decisiones por la víctima.

Es muy difícil dar una receta mágica que ayude a todos los casos, pero creo que las expuestas, pueden servir de punto de inicio y orientación para un futuro desarrollo  de este tema.

4.- Ámbitos de actuación profesional.

            Los abogados y abogadas de familia, tenemos la ventaja, y desventaja que hemos de movernos en distintas ramas del derecho, a la hora de afrontar un asunto de familia. Nos movemos entre ramas tan dispares como el derecho civil, el procesal, el penal, el mercantil, el administrativo, el laboral, etc.

            Pero, a la hora de afrontar un caso de violencia doméstica o malos tratos  ¿Dónde nos movemos?          

            Creo que nos movemos tanto en el ámbito del derecho constitucional, como en el civil, el procesal y el penal. Veámoslo de forma somera, ya que hay otras ponencias que van a tratar este tema.

            3.1. Ambito civil.

            El Derecho Civil, nos permite realizar determinadas actuaciones, cuando nos llega un caso de malos tratos. Nos permite pedir unas medidas provisionalísimas o unas provisionales. Nos permite pedir medidas cautelares coetáneas a las provisionales.

            Nos permite solicitar la suspensión de régimen de visitas a los hijos en casos extremos tal como recoge el art. 94 del Código Civil, o incluso modificar el régimen de visitas en fase de ejecución de sentencia, según lo dispuesto en el art. 91 del mismo  código. Y no digo esto sólo con respecto a los menores, sino que creo que se debe de aplicar con respecto a los cónyuges.

            Asimismo, entiendo que la Ley del Menor nos permite solicitar suspensiones del régimen de visitas en caso extremos, sobre todo en la nueva redacción del art. 158 del Código Civil.

            Nosotros, como otros compañeros y compañeras, llevamos varios años intentando introducir en casos de existencia de malos tratos, que se adopten estas medidas con carácter cautelar, aunque pocas veces se consigue, pero creo que hay que seguir insistiendo para ir creando un estado de conciencia en los Juzgados sobre este tema. En particular, insistimos en solicitar una medida de alejamiento del agresor de su víctima. Cuando se decreta la salida del agresor del domicilio conyugal, solicitamos que pareja a dicha salida, se establezca una distancia de alejamiento en la misma.

            3.2. Ambito constitucional.

            El derecho constitucional, y sobre todo los tratados internacionales (que se convierten en normas internas cuando son ratificados) son elementos a emplear a la hora de afrontar un caso de malos tratos o de violencia doméstica.

            Siguiendo la opinión del magistrado Sr. Pereda, creo que deberíamos exigir que se desarrolle el mandato constitucional de protección de los derechos fundamentales de las personas, y sobre todo en lo relacionado con el tema de los malos tratos. Es fundamental emplear la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como otros tratados similares, como el de Derechos Políticos, etc. para encontrar argumentos que vayan ayudándonos a establecer medidas cautelares que eviten, en la medida de los posible, el agravamiento de las situaciones de violencia.

            3.3. Ambito Penal.

            Es el ámbito donde mas de insiste en solucionar los temas de violencia doméstica. Creo que el Derecho Penal no soluciona el problema de la violencia doméstica, tan sólo actúa cuando es tarde. No tiene carácter preventivo, sino castigador del delincuente. Creemos que, con las leyes actuales, tan sólo habría que utilizar la prisión preventiva hasta tanto se articulasen medidas de protección de las víctimas, que garantizaran su seguridad, aunque nuestra opinión es la de articular desde el mismo Juzgado de Guardia, una medida de alejamiento del agresor, facilitando dicha información a vecinos, policía local, etc.

            De todas formas en estas mismas jornadas se va a tratar este tema en mas profundidad en otras ponencias, y a ellas me remito.

5.- Ejemplo de caso abordado:

Maltrato físico y psíquico a la mujer.

Caso de maltrato a una mujer dentro del matrimonio, con violencia que ha llegado a traducirse en violaciones. Nos llega una mujer acompañada de un familiar, de 55 años de edad, ámbito rural, y desde siempre ama de casa, y con dos hijos ya mayores de edad. Nos llegó a nosotros por recomendación de otra mujer a la que anteriormente habíamos ayudado en un tema similar, pero menos grave.

Nuestra primera entrevista va encaminada no solo a conocer los hechos concretos en los que poder basar una denuncia penal, y comprobar datos y pruebas que se puedan aportar, sino que va mas allá. Intentamos descubrir si la víctima es consciente de lo que está haciendo, y si tiene claro que quiere salir de la espiral de violencia domestica. Si ello no es así, sino que su presencia se debe a influencias externas (familiares, amigos, etc.) que le han convencido momentáneamente para ir a ver a un abogado, entonces nuestro trabajo no es meramente jurídico, sino que tenemos que entrar a investigar cuales han sido los mecanismos de poder y la forma de violencia que se ha ejercido sobre ella, y conocer el comportamiento real del agresor, para prever sus reacciones a corto plazo.

Debemos descubrir los apoyos emocionales y sociales en los que la víctima se podrá apoyar.

Seguimos la entrevista con el objeto de descubrir si la víctima tiene suficientes fuerzas emocionales y físicas, para afrontar una denuncia penal. Se realiza una encuesta informal ante la víctima, pero desarrollada de formas sistemática antes de la entrevista, con el fin de hacernos una idea de la situación socioeconómica de la víctima y de sus hijos, así como del agresor, y estudiamos con la víctima, las posibilidades de poder salir adelante sin los ingresos o con menores ingresos. Este estudio lo hacemos junto con la víctima, a fin de lograr una participación activa de la misma, en la toma de decisiones que van a afectar a su vida.

Nos abstenemos de decir cosas tales como ¿Cómo has podido aguantar tanto? ¿Por qué no lo hiciste antes? Y cosas por el estilo, que le recordaran a la víctima que no vale nada, porque ella, llegara a nuestro despacho con una falta absoluta de autoestima.

Debemos averiguar hasta que punto el síndrome de la indefensión aprendida ha hecho mella en la víctima.  También estudiamos el grado de dependencia psicológica, o la del grado de incidencia en la relación costes-beneficio de la convivencia. Así aplicamos las tesis del fenómeno de la violencia domestica, para evaluar adecuadamente cada caso concreto.

En este punto descubrimos (incluso con riesgo a equivocarnos) si nuestra cliente tiene o no fuerzas para enfrentarse a un Juez, un fiscal, un forense, un abogado contrario, interrogatorios, informes médicos, etc. en una palabra, si es capaz de entrar en el club desprestigiado, discriminado y fracasado de las mujeres maltratadas.

En el caso que nos ocupa, nuestra cliente no tenía claro que quisiera denunciar a su marido por malos tratos, siendo esta reacción normal en estos casos. No tenía fuerzas para afrontar dos procesos, el penal y el civil de separación con medidas, pero lo único que quería es que su marido dejara de pegarle, maltratarla y violarla. Decía que pensaba en el suicidio demasiadas veces, y el pelo se le caía a manojos de la depresión  que sufría.

¿Que podíamos hacer? Una hermana podría acogerla un tiempo, y la víctima  podía sacar dinero de la cartilla de ahorro para sobrevivir algunos meses. Teníamos un informe de la Médica de cabecera que decía que llevaba varios años medicándose contra la ansiedad y la depresión fruto de los malos tratos, y ésta estaba dispuesta a declarar en el Juzgado. La Psicóloga del centro de salud, en cambio, se negaba a colaborar. En el pueblo, la víctima conocía a gente que podía ayudarla a esconderse, aunque no mucho tiempo.

            Esos son los elementos con los que contábamos para afrontar el caso. Buscábamos que el marido dejara de maltratarla, y que se fuera de la casa, una pensión para sobrevivir, y que ella después pudiera salir a la calle sin miedo.

            Ella no podría sobrevivir sin una pensión, ya que además de enferma, tenía una edad en la que difícilmente podría encontrar trabajo. No contaba con ayuda de padres ni podía contar con sus hijos.

            Valoramos los mecanismos de poder ejercidos por el marido en los ámbitos   económico, social, corporal, religioso, etc.

Existía un antecedente de agresión fuera del ámbito domestico, ósea, que este hombre podría volver a pegarle en la calle o algo mucho peor. Era común el empleo por parte del marido-agresor de frases tales como "No sirves ni servirás para nada", "yo soy el que te mantengo", "eres un desperdicio humano" etc.

Con el consentimiento de la víctima, otorgado pasados unos días, (lo cual reflejaba de por si que era capaz de tomar decisiones sin la presión de tener que decir que si a un señor abogado) se decidió no formular denuncia penal contra su marido, sino que solicitamos una separación con medidas. Hasta el día de la comparecencia ella desapareció y vivió en casa de un familiar, y nunca se la dejó sola. Utilizamos los informes de la médica de cabecera y propusimos su testimonio así como el de una hija. Lógicamente, no fueron aceptadas, pero las preguntas ya estaban incorporadas y el informe de la médica era mas que explícito.

Pedimos al Juez medidas cautelares coetáneas a las provisionales, entre las normales de uso de vivienda, pensión para cargas del matrimonio, salida del domicilio del  marido, etc. Estas medidas cautelares eran: la de retención de la nómina una vez fijada la pensión para cargas del matrimonio y una medida de alejamiento de un kilometro por lo menos del domicilio conyugal.

Se nos dijo por el Juez que eso era petición fuera de lugar y era un tema penal, que si no había denuncia previa, que vulneraba derechos constitucionales del agresor, etc.

Insistimos en pedir que en la orden de desalojo de la vivienda se añadiera una frase similar a que se fuera de la casa y se mantuviera alejado de ésta un kilometro.

No se nos aprobó dicha medida como tal, pero en la comparecencia de medidas, y ante el informe médico de la víctima, y ante nuestra insistencia en la medida de alejamiento, a la que el agresor se manifestaba contrario con algo mas que palabras (empleo del leguaje corporal violento), el Juez determinó requerir al marido en dos ocasiones en que se mantuviera alejado de la esposa, y que no se le ocurriera acercarse a ella, insultarla o agredirla, y que si el Juzgado recibía cualquier queja de la esposa en tal sentido o tenía noticias que había desobedecido la orden de no acercarse a la mujer, el propio Juzgado daría orden telefónica al Juzgado de Guardia para su detención inmediata y su ingreso en prisión.

Nuestra cliente tuvo que soportar sólo una comparecencia de medidas, tuvo asistencia médica durante el proceso y estuvo acompañada de vecinas y familiares todo el tiempo.

El agresor aceptó que tenía que salir de casa, y aceptó no acercarse a la víctima.

Todo había quedado en una esfera casi privada, en el despacho de juez con pocas personas. Se juntó con otros hombres en el bar para jugar al dominó y comenzó a contar su versión de los hechos y a decir que su mujer era mala y lo había echado de casa, y que el Juez era tal y cual, y que el abogado de su mujer era muchas mas cosas. Pero habíamos acertado en nuestra apreciación.

El agresor no fue nunca desprestigiado, mas que en un ámbito restringido, no se atacó en público su masculinidad ni su honor y condición de hombre ante los vecinos (muchos de ellos con su misma mentalidad).

El marido agresor terminó con un discurso victimario, y su agresividad y su relación de poder sobre su mujer fue rota de un plumazo, habíamos logrado desviar su agresividad hacia otros lares. El sabía que la Policía Local tenía una copia de los requerimientos realizados, pero ante la sociedad, sus hijos, los amigos, no se puso en tela de juicio su virilidad, su masculinidad.

El siguió insistiendo en el pueblo que es que las mujeres son muy malas, y la ley está de su parte y la justicia las protege. Ahora el es la víctima, y mientras pone en escena su nueva situación y se exculpa y disculpa consigo mismo, no tiene tiempo para decidir volver a golpear a su mujer. Ha salido indemne en su masculinidad ante la gente del pueblo y ante los amigos.

Sigue trabajando y quejándose que la Justicia lo echo de su casa, y seguirá pagando la pensión a regañadientes, y dirá que si ella era tal y cual, etc.  y la mujer va a comprar el pan todos los días, ya sin miedo y tiene su casa, sus vecinas, sus familiares, y una pensión medio digna para salir adelante. Todo este proceso se produjo tras la presentación de la demanda de medidas, y hasta la adopción del auto de medidas. En total menos de dos meses.

De esto hace mas de ocho meses, y aún hoy día la víctima nos llama para decirnos que está bien, y para decirnos que ya no se le cae el pelo, y que se ha cambiado de peinado, e incluso que se viste de otra forma.

No se si acertamos es esta estrategia, pero prefiero no pensar que hubiese ocurrido si le hubiéramos denunciado de malos tratos. Cómo iba él, un hombre de su talla y de su poder a aceptar que su mujer lo pusiera delante de todo el pueblo y de sus amigos del dominó como un delincuente, como un chorizo que pegaba a personas mas débiles. ¿Cómo hubiera reaccionado este hombre? En este caso afortunadamente nunca lo sabremos.

Mas importante ¿Cómo hubiera reaccionado nuestra cliente? Hubiera vuelto con él pasado un tiempo, y meterse de nuevo (Y como diría él "ahora con razón") en la espiral de la violencia. No lo sabemos.

6.- Alternativas futuras.

Conocemos datos de otros países, ya que aquí apenas se ha estudiado este tema, y es que casi el 55% de las mujeres que pasan por una casa de acogida regresan a vivir con el agresor.

Otro estudio realizado en Estados Unidos señalaba que el 95% de los hombres que habían estado encarcelados por haber maltratado, golpeado y/o violado a una mujer, volvían a cometer el mismo o similar delito bien contra la misma víctima bien con una nueva pareja, en los doce meses siguientes a salir de la cárcel.

Por todo esto, fuera de nuestro país llevan tiempo planteándose la posibilidad de acudir a sistemas alternativos a la justicia tradicional y a la falsa protección y utilización de las víctimas, para mas tarde, cuando no son necesarias para el sistema (sea judicial o de protección en casa de acogida), ser abandonadas a su suerte o a los apoyos familiares que pudieran tener, generalmente escasos. En otros países se han abierto caminos distintos  a los tradicionales, y éstos nos sirven de ejemplo a los casos que llevamos en el despacho.

Creemos y defendemos desde nuestra postura que al igual que otros delincuentes, los maltratadores tienen derecho a una rehabilitación, y que la sociedad en su conjunto, y sobre todo las mujeres, las mujeres del futuro, las futuras parejas de agresores y maltratadores, necesitamos que éstos sean resocializados y rehabilitados, o al menos intentarlo.

El dilema que se discute en las sociedades occidentales es decidir si la rehabilitación terapéutica es obligatoria y compensable a cambio de menos condena, o si la misma debe ser complementaria de la condena.

Creemos que esta fase en la que nos encontramos, estamos todos y todas de acuerdo que no se puede coger a un maltratador en la cárcel, y olvidarnos de él. ¿Cuándo salga de la cárcel seremos la sociedad en su conjunto los culpables de la muerte de su siguiente víctima? Este caso ocurrió este año pasado en el País Vasco. Un hombre, sale de la cárcel tras estar ocho años en prisión por matar a su mujer, rehace su vida e ingresa de nuevo en prisión, esta vez por haber matado "sin querer" (manifiesta él) a su nueva pareja.

En nuestro código penal, se puede suspender la penas de menos de tres años de cárcel a los toxicómanos que se sometan a un tratamiento adecuado para salir de  la adicción a las drogas. ¿Por qué no a los maltratadores?

Creo que este tipo de medidas deben ser parejas a las penas, en un principio, para dentro de muchos años, eliminar los ingresos directos en prisión, ya que estos no rehabilitan ni resocializan a los agresores, al contrario, les reafirman en su inseguridad y se vuelven mas cautos y listos que antes.

En una experiencia piloto llevada a cabo en el País Vasco, se lograron resultados aplastantes. Casi el 80 % de los hombres que se sometieron a terapias de género, y de pareja tras ser condenados, no volvieron a cometer agresiones a sus antiguas parejas o nuevas parejas, en los tres años de seguimiento. El único problema de este estudio es que la muestra se realizó sobre algo mas de un centenar de casos.

En Estados Unidos y Nueva Zelanda , que llevan mas años estudiando este tema, se ha logrado que el 90% de los agresores no vuelvan a agredir mientras dura el tratamiento impuesto que es de un año de duración. Tras el tratamiento, tan sólo un 17% de los hombres volvieron a agredir en los dos años siguientes a sus parejas contemporáneas o exparejas. En los cinco años siguientes, sólo el 5% de los que restaban siguieron agrediendo a sus mujeres, parejas e hijos.

Hay que resaltar que en nuestro país la experiencia nos dice que casi la mitad de hombres que se someten a terapias de género y pareja, lo hacen por no quedar mal, y por evitar males mayores, pero que realmente no lo asumen de verdad, pero esto se debe a que se está ofreciendo la terapia de rehabilitación como compensable en días de condena. No debemos olvidar que el hombre de 30 años que hace un mes mató a su pareja, dentro de unos ocho años podrá salir a la calle de nuevo, y con éste hombre no se habrá trabajado durante su estancia en la cárcel, en programas de rehabilitación.

En Bélgica, por ejemplo se está trabajando con las familias en su conjunto, no sólo con los maltratadores, sino que se trabaja con la víctima, el agresor y sus hijos en conjunto, y se están logrando mejores resultados que aquellos programas que sólo van encaminados a trabajar con los agresores o con las víctimas desde una sola perspectiva.

En Estados Unidos y otros países de cultura occidental, el movimiento pro derecho a una justicia restaurativa, dentro de sus programas experimentales y voluntarios de mediación agresor-víctima, se están obteniendo resultados muy positivos, no sólo con respecto a las posturas adoptadas por los agresores, que cambian sus actitudes, reconociendo el mal que han realizado, cuando tienen acceso al conocimiento directo del dolor, daño, miedo, etc. que han producido a la víctima. Las víctimas en estos casos, pueden estar frente al agresor y escucharle, pueden decir al agresor lo que les ha ocurrido e intentar ayudarles a comprender a existencia del mal que ellos produjeron. Las víctimas se convierten en el centro de las vidas de sus agresores por un tiempo, y a éstos se les responsabiliza de su actuación y de sus consecuencias.

Las familias de agresores y víctimas, llegan en algunos casos a conocerse mutuamente y a comprenderse, y las medidas que aceptan los agresores son tendentes a restaurar a la víctima o a su familia en sus derechos como ciudadanos y ciudadanas, y terminar encontrando soluciones humanas mas que legales o castigadoras.

No es extraño el caso de un hombre que era un niño cuando su padre mató a su madre, y que desde entonces sufrió depresiones, no ha podido mantener relaciones estables con mujeres, ni trabajos estables, tenía trastornos del sueño muy significativos, y todo esto duró hasta que voluntariamente se sometió a una mediación, en la que se sometió a una entrevista con su padre en la cárcel. Tras la mediación, el agresor ha comenzado a estudiar sobre técnicas de atención a víctimas, y la víctima es hoy uno de los mediadores familiares de mas reconocido prestigio en Estados Unidos.

7.- Conclusiones.

Una de las conclusiones que se hace evidente tras mi exposición es que hay que invirtiendo recursos públicos en seguir informando a las mujeres de sus derechos, en programas de formación, empleo, información, igualdad de oportunidades, etc. Paralelamente, hay que establecer programas específicos para poder trabajar con los hombres desde niños, y organizar programas de aceptación de la igualdad como algo natural y necesario (no como una agresión a sus privilegios), hay que trabajar con los hombres para que éstos aprendan a exteriorizar sus sentimientos, sus frustraciones, sus penas, y lograr que los hombres recuperen su autoestima, y no sólo se valoren por su mejor preparación, por ser mas fuertes, mas ricos, mas competitivos, etc.

La familia es el ámbito donde mas se ejerce la violencia en el mundo, y el poder es el mecanismo de control hacia los mas débiles, y la violencia está al alcance de cualquiera, incluso de nuestros hijos e hijas, cuando aprenden comportamientos a través de programas de televisión, juegos, etc. Por ello creo que otra conclusión a la que podemos llegar es que hay que trabajar en la base del problema, cual es el ámbito familiar, a la par que en las escuelas.

Otra conclusión a la que llego, es que la Justicia tradicional es una maquinaria que ha terminado por convertirse en una nueva industria, mas que un servicio público, y que la idea de la Justicia tradicional, y la organización de la administración de Justicia está desfasada a nivel social. No sólo los agresores y las víctimas de los malos tratos no creen en la Justicia actual, sino muchos de nosotros y muchas de vosotras, abogados y abogadas de familia, tampoco creemos que este sistema judicial nos ayude a solventar casos de violencia doméstica, y que hay que ir avanzando y creando una conciencia sobre este problema social, a la vez que debemos ir buscando soluciones alternativas para resolverlo.

Se me ocurren que a modo de ejemplo, estas alternativas, irían encaminadas a desarrollar las siguientes medidas de actuación:


ü  Establecimiento de medidas cautelares de alejamiento en fase de medidas provisionales.                                                                                
ü Desarrollo de programas de mediación familiar, como sistema alternativo de resolución de conflictos que puedan generar violencia post-separación.                                                                                 
ü Programas de atención y preparación de las víctimas para la reintegración social.                                                                      
ü Programas de resocialización y rehabilitación de agresores.                   
ü Programas educativos en colegios, universidades, empresas, sobre roles de género y consideración igualitaria entre hombres y mujeres.     
ü Programas de ayudas económicas a mujeres maltratadas para hacer desaparecer la dependencia económica del agresor.                         
ü Cambio del tratamiento periodístico de la violencia doméstica.             
ü  Cursos de información y formación a profesionales.


Con esta ponencia, intento aportar un grano mas para ayudar a ir hacia un sistema no mas justo sino justo, igualitario y humano, donde la violencia doméstica y los malos tratos a mujeres y menores sean cada vez mas escasos.
  
            Sevilla, primavera de 1.998.-
















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REFERENCIAS DE INTERES EN INTERNET:

Mujeres en la Red                    

Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP):

Grupo de Hombres de Sevilla

Movimiento Europeo de Hombres Profeministas:

Hombres contra la Violencia (Men against violence Webring) http://www2.bitstream.net/~alpropes/mav/index.html

Centro estudios género-masculinidad

Estudio sobre programa a maltratadores

Universidad de Texas A&M, Centro estudios violencia doméstica



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