PONENCIA REALIZADA PARA LAS I JORNADAS DE VIOLENCIA SOBRE LA
MUJER
MADRID EN JULIO DE 1998.
JOSE LUIS SARIEGO
RAÍCES DE LA VIOLENCIA DESDE LA ÓPTICA DE LOS
ABOGADOS Y ABOGADAS DE FAMILIA
1.-
Carencias de los/as abogados/as ante una situación de violencia doméstica, o
violencia ejercida por hombres hacia mujeres.
1.1.- Actitudes erróneas.
1.2.-
Prejuicios.
1.3.-
Falta de metodología.
1.4.-
Falta de conocimiento de recursos alternativos.
2.-
La violencia doméstica desde otras disciplinas.
3.-
Pautas de actuación desde la abogacía.
4.-
Ámbitos de actuación profesional.
3.1. Ambito civil.
3.2.
Ambito constitucional.
3.3.
Ambito penal.
5.-
Ejemplo de caso abordado:
6.-
Alternativas futuras.
7.-
Conclusiones.
RAICES DE LA VIOLENCIA DESDE LA OPTICA DE LOS
ABOGADOS Y ABOGADAS DE FAMILIA
1.- Carencias
de los/as abogados/as ante una situación de violencia doméstica, o violencia
ejercida por hombres hacia mujeres.
1.1.- Actitudes erróneas.
Voy a iniciar la ponencia desde la autocrítica y terminaré la misma,
aportando ideas de hacia dónde debería evolucionar el sistema publico de
protección y prevención del maltrato como fenómeno social.
En primer lugar vamos a tratar de valorar en qué creo que nos
equivocamos los abogados y las abogadas de familia al abordar una situación de
violencia doméstica, o violencia masculina contra mujeres.
A ) Los abogados mas que las abogadas, solemos quedarnos un poco al
margen de la parte sensible del problema.
B ) A
veces silenciamos la existencia de una situación de violencia, lo cual nos
convierte (voluntaria o involuntariamente) en cómplices de la misma.
C ) Podemos llegar incluso, en algún momento del proceso a justificar la
violencia, cuando esta es injustificable,
venga de donde venga. Justificamos hechos tales como que si la mujer ha
aguantado tanto es porque le gustaba, comprender de forma errónea que como
había hijos, ella aguantó tanto por ellos.
D ) Asimismo solemos acudir a excusar la violencia, como efecto directo
del consumo de alcohol, drogas, situación desesperada de desempleo, etc.
Quiero decir que muchas veces, al afrontar de esta forma una situación
de violencia, nunca se nos ocurre tener miedo del agresor, o nunca nos preocupa
que el agresor pueda autolesionarse.
E ) Con respecto a la víctima solemos tomar una actitud protectora.
Porqué ha aguantado tanto, porqué no denunció antes, cómo permitió que sus
hijos e hijas vivieran en ése infierno, etc. Es como si a alguien que ha sido
víctima de un robo, le preguntáramos que porqué no se resistió con todas sus
fuerzas al robo. Nunca se nos ocurriría responsabilizar en su cualidad de
víctima a alguien que ha sido estafado, robado, o lesionado en una pelea.
Buscamos en estos casos los hechos concretos, los motivos del agresor, los
medios empleados, etc. para hacer una valoración de la situación planteada. Sin
embargo, muchas veces, en situaciones de malos tratos solemos culpabilizar a la
víctima, aunque sea de forma involuntaria.
Los abogados, mas que las abogadas, debemos hacer un gran esfuerzo
para comprender qué significa tener miedo, y haber vivido torturada durante
años, en muchos casos.
La mayoría de las abogadas son mas propensas, por su condición
femenina, a comprender a las víctimas, por cuanto que como mujeres saben lo que
es tener miedo, aunque no hayan vivido personalmente una situación de malos
tratos o tortura continuada.
Por ello, muchas veces los profesionales del derecho no comprendemos
muy bien a nuestra cliente, cuando dice aquello de que no quiere denunciar a su
agresor, o que no quiere que el padre de sus hijos vaya a la cárcel. Esto
demuestra que no tenemos en cuenta la falta de autoestima de nuestra cliente, y
que ella, por sí misma se siente parte culpable por la violencia ejercida
contra ella.
Otras muchas veces, solemos caer en
la tentación de tratar a nuestra cliente como a uno o una mas, pero nunca pensamos
que la víctima de malos tratos, llega a nuestro despacho, sin apenas fuerzas
para tomar decisiones, y no solemos ayudar a la víctima para que tome
decisiones, y ante la falta de decisión de la mujer, reaccionamos como si
hubiera una desconfianza hacia nuestra labor.
F ) Por último, creo que debo decir que los abogados y abogadas solemos
tomar muchas precauciones ante una situación de malos tratos. Algunas víctimas
de malos tratos, me comentaban que habían pasado antes por otro despacho, y que
notaban como que no le creyeran, o que los compañeros y/o compañeras, mostraban
ser muy precavidos/as o muy reacios/as a tomar una línea de estrategia directa.
Otras veces, se nos acusaba de no
meditar y estudiar la situación, actuando de forma inmediata
y sin tomar las precauciones necesarias. Esto es, se nos culpabilizaba a
los abogados y abogadas de no estudiar el caso concreto de una forma mas
precisa y meditada.
1.2.- Prejuicios.
A la hora de afrontar un caso de malos tratos, la abogacía suele
afrontar dicha situación con una serie de prejuicios sobre la misma.
A ) En primer lugar, existe la creencia que en las mujeres maltratadas se
da el síndrome de Estocolmo, esto es, que llegan a justificar a sus maridos y
comprenden sus actitudes y por ello no son capaces de pensar por sí mismas. Es
cierto que se suele dar este tipo de síndrome en los casos de malos tratos,
pero no es suficiente.
B ) Existe, asimismo, la creencia que en el fenómeno de la violencia
doméstica se dan situaciones de masoquismo en la relación de pareja de nuestra
cliente. Pero ello no es así, ya que los malos tratos son causa de este tipo de
masoquismo, y no a la inversa, como se suele decir.
C
) Otro prejuicio que solemos tomar es el de explicar los casos de malos
tratos desde el punto de vista que la situación de la mujer debe ser secundaria
a la del hombre, y justificar la dependencia económica de aquella frente a
éstos.
La masculinidad está en crisis, los roles tradicionales están en
crisis, y el proceso de liberalización de la mujer es imparable. Los abogados,
en cuanto hombres, tenemos que aprender a vivir con la evolución de la
sociedad, y por nuestra posición privilegiada, al ser elementos básicos para el
funcionamiento de la administración de justicia tradicional, debemos intentar
hacer un gran esfuerzo no sólo profesional, sino personal, e intentar
comprender y asumir el porqué hace unos años los temas de violencia en la
pareja era un tema que se quedaba en el ámbito privado, y hoy es tratado,
afortunadamente, como una problema social y de interés público.
1.3.- Falta de metodología.
La falta de metodología ante una situación de maltrato es una de
nuestras carencias fundamentales.
Esta falta de metodología específica de una situación de malos tratos
o violencia doméstica, hace que tratemos este tipo de casos como una carpeta
mas del despacho, cuando no lo es. Acudimos a los recursos y métodos
tradicionales de la Justicia tradicional, y casi siempre, de forma
involuntaria, logramos que nuestra cliente sufra la frustración de volver a ser
víctima, bien del funcionamiento de la administración de justicia, bien de
nuestra falta de metodología apropiada.
Creo que ante una situación de violencia doméstica, hemos de adoptar
un método distinto, tendente no de forma primordial a lograr el castigo del
agresor, sino tendente a ayudar a salvar la vida a nuestra cliente. Esto es,
cuando una víctima de los malos tratos entra en nuestro despacho, pone en
nuestras manos no sólo su caso, sino su vida, y de nuestra forma de trabajar el
caso concreto, dependerá a veces su seguridad y su integridad física, e
incluso, su propia vida.
Hay que cambiar el método, y cambiar nuestros hábitos, estamos
demasiado inmersos en afrontar cada caso de forma cotidiana. Seguimos
utilizando los hábitos y pautas aprendidas a lo largo de los años, sin buscar
salidas alternativas a los problemas.
1.4.- Falta de conocimiento de recursos alternativos.
Creo que los abogados y abogadas de familia que tenemos contacto con
el problema de los malos tratos, hemos de estar mejor preparados y preparadas
para afrontar estos casos.
Se me ocurre que podríamos comenzar intentando no emplear un lenguaje
sexista en nuestros escritos.
Cuando nos toca defender al agresor, la ley nos permite aconsejarle
que no se autoinculpe, ya que es el estado (no la víctima) la que ha de
demostrar su culpabilidad, y todo el mundo sabe eso de que nadie está obligado
a declarar contra sí mismo. Creo que una alternativa a este tipo de
situaciones, sería aconsejar a nuestro cliente-agresor para que diga la verdad
y reconozca los hechos, y así se pueda acometer el caso con la búsqueda de
soluciones alternativas, que beneficien no sólo al agresor, sino a la víctima y
a la sociedad en su conjunto.
Creo que la justicia tradicional está en crisis y no debemos ser
nosotros los que sigamos sustentando la misma. Debemos adoptar medidas
diferentes a las de una defensa jurídica tradicional, sobre todo en lo
relacionado con el Derecho de Familia, y con el problema de los malos tratos,
trabajando en sentido constructivo y no castigador.
Desgraciadamente, tenemos la Justicia castigadora tradicional y con
ella y sus mecanismos hemos de trabajar. Hemos de buscar soluciones jurídicas
tendentes a castigar al agresor, al delincuente, todo ello en nombre de la ley
y el estado.
Pese a ello, creo que las leyes actuales nos permiten, dentro de un
lógico margen, utilizar alternativas distintas a las tradicionales, que van
abriendo caminos distintos y que nos permiten dirigirnos hacia un concepto de
justicia que tienda a restaurar la dignidad de la víctima y a la
resocialización de los agresores.
¿Por qué no ser nosotros y nosotras los abogados y abogadas de familia
los precursores de nuevos mecanismos de afrontar el fenómeno de los malos
tratos?.
Se piden desde instituciones, desde organizaciones políticas y
cívicas, desde grupos feministas, etc. penas mas duras para los maltratadores.
Creo que todo esto está bien, pero es una forma miope de ver las cosas y del
todo insuficiente, y que en el fondo, no soluciona el problema social y humano
de la violencia doméstica.
De qué nos sirve endurecer una pena, y olvidarnos de las víctimas y de
sus hijos. Creo que con las leyes actuales, aplicadas de acuerdo a la realidad
social, son mas que suficientes para afrontar los problemas de los malos
tratos. El problema consiste en que hasta ahora las leyes no se aplicaban bien,
o si se aplicaban se hacía demasiado tarde para muchas víctimas.
En un estudio realizado en el Estado de California por la oficina del
programa de atención a víctimas y agresores del Estado, sobre mujeres
maltratadas, golpeadas y violadas, mas del 90% reconocieron que el hecho de
meter en la cárcel muchos años a sus agresores, violadores, y maltratadores, no
les sirvió a ellas de nada. Se sintieron utilizadas por la fiscalía o por sus
abogados y abogadas, que eran, al fin y al cabo, los auténticos protagonistas
de los juicios. La víctima era utilizada tanto por la Justicia como por los
medios de comunicación para crear un estado de opinión concreta en el público
en general. El público, en cambio, opinaba justo al contrario, resultando que
casi el 90% de las personas encuestadas se sintieron mas seguras y satisfechas
porque los agresores estuvieran en la cárcel, lejos de la sociedad.
¿Quién es nuestra cliente, la sociedad o la víctima?
Creo que deberíamos reflexionar sobre nuestro papel en la
Administración de Justicia tradicional actual, y adoptar posturas concretas que
eviten nuestra contribución a la explotación y revictimización de las víctimas
de los malos tratos.
Por todo lo expresado, mi línea profesional ante el problema de los
malos tratos, se dirige hacía la búsqueda de soluciones diferentes o
complementarias a las que la OPINION PUBLICA está pidiendo, ya que ésta sólo
conoce los hechos de lejos o por lo que le dicen desde los medios, pero no
conocen los silencios mudos ni las lágrimas de las víctimas en tres
dimensiones.
Aquí hago una nueva reflexión autocrítica sobre nuestro papel de
abogados y abogadas ante una situación de violencia, y es que creo que nos
dejamos influir por la opinión mayoritaria de un ente llamado opinión pública.
Así, de forma privada y profesional apoyamos ideas reaccionarias tales como
intentar agravar las penas de los agresores, aplicación abusiva de la legítima
defensa, puesta en duda del principio de presunción de inocencia, etc.
Nuevamente, nos dejamos influenciar por personas (clase política y
medios de comunicación) que quieren solucionar los problemas desde arriba hacia
abajo, pero llevamos años comprobando que esto no funciona así como así.
Para ser políticamente correcto deberé decir aquí que sí, que hay que
denunciar mas y mejor, que hay que castigar a los agresores, que hay que seguir
utilizando a las víctimas de malos tratos para obtener el castigo de los agresores,
que hay que seguir utilizando a los niños y niñas en los procesos matrimoniales
para solventar situaciones de malos tratos y violencia contra menores, que
tenemos que seguir aumentando los impuestos para construir mas cárceles (como
las de fines de semana que ahora se están construyendo), que tenemos que
colaborar con una administración de justicia que tarda varias semanas en tomar
declaración a la víctima de malos tratos, que debemos seguir colaborando en
dejar que las mujeres maltratadas sean sacadas de su entorno familiar y
social y esconderlas en una casa de
acogida, para olvidarnos de ellas tras el proceso, que debemos de seguir
ayudando a que mujeres maltratadas se vean obligadas tras un proceso por malos
tratos, a volver a vivir con el agresor, porque no tienen donde ir, o se les ha
atendido de forma insuficiente.
A pesar del tono crítico de mis palabras, creo que hay que denunciar,
para que este tema deje ser algo privado, y sea algo público, y pueda servir
para crear una conciencia social, (que no opinión publica) que haga que se
enteren la sociedad y los poderes públicos, que haga que nos enfrentemos, esta
vez de verdad, frente a la lacra de la opresión de las mujeres, y en este caso,
nos enfrentemos de verdad a la violencia doméstica.
Como recoge un informe de las Naciones Unidas de 1.995, adhiriéndose a
la campaña del Lazo Blanco de Hombres contra la Violencia, hay que contar no
sólo con las mujeres, sino también con los hombres para hacer desaparecer la
violencia que ejercen los hombres contra las mujeres y los niños y niñas.
Sólo añadir un dato estadístico a esta exposición, y es que en los
diez últimos años han descendido las denuncias por malos tratos, y sin embargo
las muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas, han aumentado. Creo
que es un dato en el que deberíamos reflexionar. Quizás sea el hecho que las
mujeres están ahora mejor informadas de sus derechos lo que hace que no tengan
que aguantar situaciones de maltrato como antes, la incorporación al mundo
laboral, la independencia económica, la mejor formación de las mujeres, son
elementos que provocan que éstas no tengan la necesidad de denunciar malos
tratos, porque al primer síntoma, se separan de sus parejas. No obstante, las
mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas, aumentan precisamente por
los mismos motivos. En un estudio que estamos realizando sobre violencia
doméstica el primer dato significativo
que hemos hallado es que casi el 80% de
las mujeres muertas a manos de sus
maridos o parejas, se encontraban en proceso de separación matrimonial, o justo
terminado.
Lanzo unas preguntas para el debate ¿son los procesos de separación y
divorcio desencadenantes de la muerte de éstas mujeres? ¿tenemos los abogados y
abogadas alguna responsabilidad en estos hechos?
2.- La
violencia doméstica desde otras disciplinas.
Siempre me pregunto qué podemos
aprender de otras disciplinas, cuando nos llega un caso de cualquier tipo a
nuestro despacho.
En mi labor profesional como abogado
de familia, llevo años colaborando con profesionales de otras disciplinas que
me han ayudado a ver las cosas de forma distinta a como las veía desde la
abogacía.
¿Podemos los abogados y abogadas,
sin auxilio de otras disciplinas, responder a estas preguntas?:
2.1.- ¿Porqué los hombres golpean y maltratan a sus mujeres,
compañeras, esposas, exesposas, hijos e hijas?
2.2.- ¿Porqué las víctimas de malos tratos tardan tanto en salir de la
espiral de la violencia, si es que lo hacen?
2.3.- ¿Porqué tantas mujeres muertas a manos de sus parejas hombres?
Veámoslo:
2.1.- ¿Porqué los hombres golpean y maltratan a sus mujeres,
compañeras, esposas, exesposas, hijos e hijas?
En primer lugar veamos por qué los hombres utilizamos la violencia
física, psicológica, social, económica contra las mujeres, para resolver
nuestros conflictos de pareja.
Los estudios sobre la condición masculina llevan décadas de retraso
con respecto a los estudios sobre condición femenina. En los años 70 se comenzó
a estudiar el tema de la condición masculina, con respecto a la problemática de
la violencia y abuso intrafamiliar.
Los psiquiatras suelen defender la tesis de que toda violencia
doméstica y de los abusos de poder (sexual, físico, psíquico, etc.)están
causadas por problemas
psicopatológicos. Por ello, las soluciones que se buscan desde este
campo van dirigidas a resolver el problema con el uso de terapias. Esta
corriente de opinión produce en el campo jurídico la aplicación de atenuantes y
eximentes de la responsabilidad del golpeador o maltratador, y ello provoca que
aquellos que son juzgados, acaban siendo tratados por la sociedad como
enfermos, los cuales tras sus correspondientes tratamientos, son puestos en
libertad de nuevo, sin haberse hecho un buen trabajo con ellos.
Afortunadamente, a raíz de un estudio realizado por Lori Heise en
1.994 para Organización Panamericana de la Salud, se descubrió que la violencia
conyugal es causa de la existencia de
psicopatologías, y no un efecto de ellas. Tan sólo un 4% de los casos
registrados, estaban motivados por enfermedades mentales de los agresores.
Otra explicación de la violencia de los hombres ejercida hacia las
mujeres e hijos/as, es la que defiende que la misma se basa en elementos de
tipo biológico o hereditario. Se quiere explicar que existen hombres mas
propensos a ser violentos, bien por el temperamento de nacimiento, bien porque
este tipo de actitudes se heredaban de los padres, ora de forma biológica, ora
por haber aprendido conductas violentas en la infancia.
En mi opinión las dos tesis expuestas, sólo eluden el problema real,
ya que en ambos casos se partía de la base de estudiar el fenómeno de la
violencia doméstica como un caso de laboratorio, y no lo es, es algo mucho mas
complejo.
Desde el punto de vista sociológico y antropológico, la violencia
conyugal, se interpreta como una de las formas de dominación del hombre sobre
la mujer, en el seno de una sociedad patriarcal. La tesis feminista tiene su
pilar básico en la constatación de la existencia de la desigualdad entre
géneros, y dicha desigualdad, es el caldo de cultivo de situaciones de dominio
del hombre hacia la mujer, que se desarrollan tanto en los ámbitos privados
como públicos, en casa, en el trabajo, etc.
Otra explicación de la violencia ejercida por hombres a las mujeres,
nos la da la Psicología Evolutiva y de la Educación, que nos define la
violencia conyugal como algo que se ha aprendido en el seno de la familia, en
el colegio, en la tele, etc. Estamos rodeados y rodeadas de modelos variados,
pero fundamentalmente a los niños se les educa para ser fuertes (Cuando se caen
y hacen daño les solemos decir que no ha sido nada) mientras que las niñas se
las educa para que sean sumisas y protegibles (cuando se caen y hacen daño
solemos abrazarlas y mimarlas). En los colegios los niños suelen ocupar el
espacio común jugando al fútbol, mientras que las niñas se quedan arrinconadas
jugando a otros juegos, pero en espacios mas limitados. A los niños se les
suele regalar juguetes masculinos, y a las niñas juguetes femeninos, siendo
aquellos mas relacionados con la acción y el ejercicio físico, (incluso
violento a veces), que los de las niñas, que suelen ser juguetes mas acordes a
su sexo. El sexismo desde las guarderías hasta la universidad, suele estar
presente en toda las facetas de la vida. Incluso los cuentos, los libros, la
música, las películas, van educando a los niños y a las niñas, dirigidas a
perpetuar los roles de género tradicionales. Dentro de las distintas esferas
donde se educan los niños y las niñas, tienden a fortalecer la idea de la mayor
fuerza del sexo masculino, e incluso el uso de la fuerza es considerado un
valor mas en la educación de los niños.
De todas estas tesis hemos aprendido una parte de porqué los hombres
maltratan a las mujeres. Pero a todas les falta algo mas, casi todas las tesis
y explicaciones parecen que no terminan de convencer, aunque en su conjunto sí
nos aportan datos muy significativos.
Por ello, suscribo la tesis mantenida por el Profesor Corsi,
especialista en temas de estudios sobre condición masculina y roles de género, consistente en
que los maltratadores tienen en común la falta de vivencia personal de
seguridad. Dicha falta de vivencia de seguridad necesita ser sobrecompensada a
través de una actitud externa firme, autoritaria, que no demuestre esa
debilidad interna que en el fondo existe.
Cualquier conflicto en el seno de pareja o en el hogar, los hombres lo
viven como una amenaza de que van a perder el control de la relación, tal como
indicaba el profesor Haley en un estudio realizado en 1.987.
Luis Rojas Marcos mantiene que el
ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona
es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas.
Una de las opiniones mas reveladoras
es del Profesor Bananal en 1.991, el cual
mantenía que el elemento básico para la producción del maltrato no es la
existencia de agresividad, sino la presencia de personas en desigualdad de
poder. Estas situaciones de poder no tiene porqué ser manifiestas y
reconocibles a simple vista, y creo que los abogados y abogadas debemos tener
en cuenta que muchas veces se nos escapan estas situaciones de ejercicio de
poder sobre nuestra cliente, incluso después de iniciadas las diligencias
judiciales.
Como mantiene el sexólogo Jose Angel
Lozoya, las prácticas de dominación masculina que nos pasan desapercibidas o
"micromachismos" (conscientes o no) se manifiestan cotidianamente en
relación con el reparto y gestión de las tareas domésticas, el cuidado de la
familia, la mayor disponibilidad de tiempo libre que el hombre disfruta a causa
de esta situación, la imposición de un determinado sentido del orden (libros,
discos, papeles comunes, ..), el control del dinero, la limitación del
desarrollo de la mujer a base de poner pegas a sus proyectos, la
autoindulgencia con los propios errores, lenguaje corporal, forma de vestir
forma de sentarnos a una mesa, uso de zonas comunes de la casa con falta de
respeto hacia el resto de la familia, etc.
Creo que con lo dicho hasta ahora, y
de una forma tan esquemática, podemos decir que tenemos una idea clara y
precisa de porqué los hombres maltratan a las mujeres.
Comparto la opinión de que no existen hombres
"maltratadores" y "normales", sino protagonistas de malos
tratos y agresiones como consecuencia de un proceso al que muchos hombres
pueden llegar sin una reflexión crítica de las relaciones de poder entre los
sexos.
Y es aquí donde nuestro papel como
abogados y abogadas de la mujer maltratada es fundamental y debe entrar a
valorar otros aspectos que los meramente jurídicos.
2.2.- ¿Porqué las víctimas de malos tratos tardan tanto en salir de la
espiral de la violencia, si es que lo hacen?
Siempre nos preguntamos esta cuestión. Cada vez que nos llega un caso
de violencia doméstica nos preguntamos porqué han tardado tanto tiempo en tomar
una decisión.
Vamos a ver que nos dicen expertos de este tema.
Así, la Profesora E. Walker en 1.984 explicó la violencia doméstica con la
denominación del CICLO DE LA VIOLENCIA, en la que se dan tres fases:
Construcción de la tensión en la pareja, fase de la violencia física (que es la
menos duradera en el tiempo), y la tercera fase la del arrepentimiento del
agresor. Estas tres fases se dan en todos los casos estudiados por Walker, y
son cíclicos, esto es, que tras la tercera fase, al poco tiempo se reproduce la
primera, sino se ha obtenido una ayuda eficaz por parte de la víctima o si la
pareja sigue junta y sin abordar el problema a través de profesionales.
Esta explicación es loable, puesto
que hemos comprobado personalmente que en la mayoría de los casos llegados a
nuestro despacho, se daban estas circunstancias, sobre en parejas con alto
nivel de estudios y de ingresos, y curiosamente en parejas jóvenes.
Otra tesis que define y explica la violencia doméstica es la de la
teoría de costes-beneficios, donde una mujer aguanta porque le merece la pena
aguantar, y los costes de aguantar una paliza son menores a los beneficios que
obtiene de vivir con su agresor. Esta tesis explica porqué muchas mujeres
aguantan tanto tiempo. En estos casos es la mujer la que tiene menor nivel de
estudios o no trabaja fuera de casa, y por ello, debe acudir a esta escala de
valores para aguantar tanto tiempo sin denunciar.
Una tesis muy divulgada y empleada habitualmente en las casas de
acogida de mujeres maltratadas y golpeadas es la de la dependencia psicológica
de la mujer maltratada, que se explica por el hecho que la mujer ha sido
educada para obedecer a su marido, y para aceptar que el matrimonio es para
toda la vida. Las mujeres en este tipo de situación llegan incluso a justificar
que les peguen y que les maltraten. Psicológicamente dependen por entero de la
voluntad del hombre, y no tienen fuerzas para tomar decisiones para
salvaguardar su integridad física. Muchas llegan a afirmar que aguantaron por
sus hijos, o por su dependencia económica, o incluso por consejos de sacerdotes
o familiares, pero en el fondo lo que existe es una dependencia psicológica
total del hombre. La autoestima de la mujer es inexistente, y por ello no tiene
opinión ni capacidad de tomar decisiones por si misma.
Nuestro despacho toma en consideración todas estas explicaciones que
son las mas habituales a la hora de afrontar un caso de malos tratos.
A pesar de ello, también aplicamos la tesis definida en 1.975 por el
Profesor Seligman de la indefensión aprendida.
La indefensión aprendida es aquella situación en la que se encuentra
la víctima de los malos tratos, que haga lo que haga, no valdrá para nada, no
servirá para nada, siempre tendrá la sensación que no merece la pena hacer
nada, porque haga lo que haga, será criticada o golpeada.
Un estudio con conejos y ratas desarrollado en EEUU, demostró este
síndrome. En una jaula se ponían los animales con dos opciones, el suelo blanco
la mitad y el suelo negro la otra mitad. Si pisaban el negro, salía comida, si
pisaban el blanco les daba calambre.
Al día siguiente se cambiaba el orden de las cosas, y así todos los días, durante una semana. Mas
tarde se ponían sin orden cronológico, dos días el blanco daba comida, tres no,
uno si, cuatro no. A las cuatro semanas, comenzaron a dar calambres el blanco y
el negro, y tras varios días en que los animales seguían intentando conseguir
comida, sin lograr mas que calambrazos, decidieron no moverse, así hasta que
algunos de ellos murieron, antes que intentar nada.
Esta tesis explica porqué una mujer
maltratada no hacía nada para salir de la espiral de la violencia. Si casamos
esta tesis con las anteriores, creo que mas o menos tendremos una idea clara de
porqué las mujeres tardan tanto en salir de la espiral de la violencia.
2.3.- ¿Porqué tantas mujeres muertas a manos de sus parejas hombres?
Esta pregunta es la mas compleja de
contestar, sobre todo porque no existen estudios claros y precisos de porqué en
los últimos años ha aumentado el numero de mujeres muertas a manos de sus
maridos o exparejas.
Una experiencia llevada a cabo en el País Vasco de tipo psicológico, o
uno mas reciente de tipo sociológico realizado en Córdoba, son muy ilustrativos
de nuestra forma de ver las cosas con respecto a este problema, y nos descubren
que aún hay muchas personas (hombres y mujeres) que siguen justificando la
violencia doméstica, ya que la consideran algo privado. Un dato muy revelador y
preocupante, es que un 25% de las mujeres encuestadas en el estudio realizado
en 1.997 en Córdoba, no SIENTEN como violencia, las bofetadas que le da su
marido.
Existen opiniones diversas tales como que los hombres aplican aquello
de que la maté porque era mía, etc. Efectivamente, desde el Derecho Romano
hasta hace muy poco tiempo existía un poder absoluto del marido con respecto a
la esposa. Las leyes favorecían este ejercicio del poder por el hombre en el
seno de la familia. Culturalmente está arraigada la idea, a pesar que las leyes
cambiaron. Hay mujeres que siguen aceptado el uso del débito conyugal, o que el
marido controle la economía doméstica, etc.
De todas formas, las causas antropológicas y sociológicas no explican
por sí solas esta cuestión.
Creo que hay que acudir a las explicaciones de los estudios sobre la
condición masculina para encontrar la respuesta. Desgraciadamente, como antes
dijimos, existen pocos estudios sobre esto, y creo que desde El Consejo General
del Poder Judicial existe una iniciativa para profundizar en este tema y
encontrar respuestas.
En un grupo de estudios al que pertenezco, estamos elaborando desde
hace un año un trabajo sobre este tema dirigido fundamentalmente a encontrar la
respuesta de porqué los hombres matan a sus mujeres o exmujeres.
Recordamos que una de las primeras conclusiones que hemos hallado es
que una inmensa mayoría de las mujeres muertas a manos de sus parejas o
exparejas estaban en proceso de separación matrimonial o acababan de
terminarlo.
Desde las asociaciones de hombres separados, se oyen opiniones que nos
dan una pista de porqué ocurre esto. Estas asociaciones, entre sus puntos
reivindicativos, denuncian que a ellos la justicia y las leyes los maltratan,
los dejan sin hogar, sin familia, y con escasos recursos económicos. Ellos
tienen la sensación de que la Sociedad, a través de los Juzgados, les tratan
injustamente, y los dejan con una mano delante y otra detrás.
Reivindican la custodia compartida, como una forma de lavar la imagen
de padres ausentes en la educación de sus hijos e hijas, que tuvieron antes del
proceso matrimonial. También reivindican la custodia compartida de cara a
lograr un ahorro sustancial en el pago de pensiones. Pocas organizaciones
defienden con criterio serio la defensa de la custodia compartida.
He oído a muchos hombres decir que querían matar a su mujer, ya que no
estaban educados o preparados para afrontar el hecho que SU MUJER les pidiera
la separación, y encima ELLOS tuvieran que pagarle una pensión y seguir
manteniéndola.
Otros no se explicaban cómo se les podía expulsar de su casa, por el
simple hecho de separarse. Muchos hombres tienen la sensación que en los
procesos de separación y/o divorcio se les trata como a delincuentes.
Algunos casos que nos han cogido cercanos en el tiempo y en el espacio
de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, tienen mucho que ver todo
esto. Creo que hay que reformar la Ley del Divorcio, y creo, sin miedo a
equivocarme, que la actual ley del divorcio no evita la violencia, y a veces
puede llegar a provocar reacciones violentas por parte de justiciables.
Tras una separación matrimonial, los abogados y abogadas de familia
deberíamos facilitar que se produzca una verdadera corresponsabilidad parental
en la educación de los hijos e hijas. Los hombres que descubren la paternidad
después de que se obligue a dejar de vivir con sus hijos/as, deben tener el
derecho de ser responsables de su educación.
Debemos exigir que los hijos e hijas
dejen de ser armas arrojadizas de un progenitor contra otro. Sería interesante
articular medidas cautelares en aras de lograr suspender custodias cuando se
incumple las visitas. El caso de los impagos de pensiones, se podrían articular
el mecanismo del fondo de pensiones, y que sea el estado quién reclame al
deudor, así la ira de éste irá en otra dirección.
La posibilidad de liquidar la sociedad
legal de gananciales a la vez que el proceso de separación, para que no exista
la sensación del cónyuge que es desposeído de todo.
Por último, añadir que los programas
de mediación familiar, como búsqueda de soluciones alternativas de resolución
de conflictos, pueden ser un punto de arranque para aprender como evitar la
generación de la violencia.
3.- Pautas de
actuación desde la abogacía.
Es muy difícil orientar sobre las
pautas de actuación que, a mi entender, debemos seguir desde la abogacía a la
hora de tratar sobre el fenómeno de la violencia masculina ejercida sobre
mujeres y menores.
Creo que no podemos quedarnos en la
superficie del moretón o del parte de lesiones, sino que deberíamos ir un poco
mas allá, investigar las causas de la violencia que se ha ejercido sobre
nuestra cliente, y descubrir los mecanismos de poder con los que ha actuado el
hombre maltratador, para prever las consecuencias y efectos, que a ése caso
concreto, puede producir nuestro asesoramiento y nuestra actuación profesional.
¿Cuantas veces hemos redactado un convenio regulador que echaba tierra
encima de una situación de maltrato, pero no se ha acabado el maltrato?
¿Cuantas veces hemos visto mujeres que acuden al Juzgado a retirar sus
denuncias porque no fueron bien asesoradas o apoyadas?
¿Cuantas veces hemos visto a mujeres maltratadas que han sido víctimas
de nuestro hacer profesional, o de la dinámica propia de la administración de
Justicia?.
¿Cuántas
mujeres hemos visto o conocido que han vuelto a convivir con su agresor?
Creo que hay que trabajar con las víctimas para que no vuelvan a
serlo, hay que trabajar con los niños y
niñas involucrados en un proceso de violencia doméstica para que recuperen su
normal desarrollo, hay que trabajar en las escuelas, colegios, universidades,
en los centros de trabajo, para eliminar las desigualdades de género, y
provocar que los hombres y mujeres que me rodean, reflexionen sobre este
fenómeno.
Debemos ser responsables en nuestro trabajo, y así como nos metemos a
estudiar temas médicos o nos asesoramos de peritos tasadores, peritos
calígrafos, contables, etc. deberíamos, en este tema, contar la ayuda de
especialistas en temas de malos tratos de otras áreas profesionales, o al menos
estudiar este problema desde otras perspectivas.
Ya en un punto anterior intenté explicar algunas tesis sobre la
violencia doméstica, que nos ayudarán a comprender mejor este problema. De
todas formas creo que nos queda mucho camino por hacer, y no sólo a nosotros y
nosotras (abogados y abogadas) sino en los campos de la psicología, la salud,
la justicia, la política, etc.
Tras un análisis realizado a lo largo de varios años, nos propusimos
hacer algo como un código ético con respecto a el problema de los malos tratos,
y por ello, nos fijamos a nosotros mismos algunos principios que creo que
deberíamos seguir al afrontar un caso de malos tratos o de violencia doméstica:
·
La violencia es una
conducta inaceptable.
·
El que golpea es
responsable de su comportamiento.
·
La conducta violenta puede
controlarse.
·
No hay que resolver un
problema conyugal.
·
Hay que tender a poner a
salvo a la mujer y sus hijos/as.
Para ello, seguimos estas pautas en
nuestro trabajo:
q
Empleamos mucho tiempo de
consulta a la mujer maltratada.
q
No empleamos lenguaje ni
ideas sexistas.
q
Intentamos transmitir
seguridad y respeto a sus opiniones.
q
Valoramos sus aspectos
personales.
q
Informamos de todos sus
derechos y las distintas salidas jurídicas.
q
Informamos de su situación
con realismo, sin dramatismo.
q
Establecemos una
estrategia conjunta bien planificada.
q
Buscamos apoyos externos,
familiares, oficiales.
q
Trabajamos en positivo, y
huimos de hacer daño a nadie.
q
Establecemos una línea de
contacto permanente.
No seguimos pautas tales como:
¨
Criticar, presionar a la
víctima.
¨
Manifestar incredulidad
ante los hechos que se nos exponen.
¨
Ordenar que hagan cosas.
¨
Hacer juicios de valor
sobre la situación.
¨
Provocar actitudes que
hagan que se sienta mas culpable de su situación.
¨
Hacer preguntas
impertinentes o adoptar posturas rígidas.
¨
Tomar unilateralmente
decisiones por la víctima.
Es muy difícil dar una receta mágica que ayude a todos los casos, pero
creo que las expuestas, pueden servir de punto de inicio y orientación para un
futuro desarrollo de este tema.
4.- Ámbitos
de actuación profesional.
Los abogados y abogadas de familia,
tenemos la ventaja, y desventaja que hemos de movernos en distintas ramas del
derecho, a la hora de afrontar un asunto de familia. Nos movemos entre ramas
tan dispares como el derecho civil, el procesal, el penal, el mercantil, el
administrativo, el laboral, etc.
Pero, a la hora de afrontar un caso
de violencia doméstica o malos tratos
¿Dónde nos movemos?
Creo que nos movemos tanto en el
ámbito del derecho constitucional, como en el civil, el procesal y el penal.
Veámoslo de forma somera, ya que hay otras ponencias que van a tratar este
tema.
3.1. Ambito civil.
El Derecho Civil, nos permite
realizar determinadas actuaciones, cuando nos llega un caso de malos tratos.
Nos permite pedir unas medidas provisionalísimas o unas provisionales. Nos
permite pedir medidas cautelares coetáneas a las provisionales.
Nos permite solicitar la suspensión
de régimen de visitas a los hijos en casos extremos tal como recoge el art. 94
del Código Civil, o incluso modificar el régimen de visitas en fase de
ejecución de sentencia, según lo dispuesto en el art. 91 del mismo código. Y no digo esto sólo con respecto a
los menores, sino que creo que se debe de aplicar con respecto a los cónyuges.
Asimismo, entiendo que la Ley del
Menor nos permite solicitar suspensiones del régimen de visitas en caso
extremos, sobre todo en la nueva redacción del art. 158 del Código Civil.
Nosotros, como otros compañeros y
compañeras, llevamos varios años intentando introducir en casos de existencia
de malos tratos, que se adopten estas medidas con carácter cautelar, aunque
pocas veces se consigue, pero creo que hay que seguir insistiendo para ir
creando un estado de conciencia en los Juzgados sobre este tema. En particular,
insistimos en solicitar una medida de alejamiento del agresor de su víctima.
Cuando se decreta la salida del agresor del domicilio conyugal, solicitamos que
pareja a dicha salida, se establezca una distancia de alejamiento en la misma.
3.2. Ambito constitucional.
El derecho constitucional, y sobre
todo los tratados internacionales (que se convierten en normas internas cuando
son ratificados) son elementos a emplear a la hora de afrontar un caso de malos
tratos o de violencia doméstica.
Siguiendo la opinión del magistrado
Sr. Pereda, creo que deberíamos exigir que se desarrolle el mandato
constitucional de protección de los derechos fundamentales de las personas, y
sobre todo en lo relacionado con el tema de los malos tratos. Es fundamental
emplear la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como otros
tratados similares, como el de Derechos Políticos, etc. para encontrar
argumentos que vayan ayudándonos a establecer medidas cautelares que eviten, en
la medida de los posible, el agravamiento de las situaciones de violencia.
3.3. Ambito Penal.
Es el ámbito donde mas de insiste en
solucionar los temas de violencia doméstica. Creo que el Derecho Penal no
soluciona el problema de la violencia doméstica, tan sólo actúa cuando es
tarde. No tiene carácter preventivo, sino castigador del delincuente. Creemos
que, con las leyes actuales, tan sólo habría que utilizar la prisión preventiva
hasta tanto se articulasen medidas de protección de las víctimas, que
garantizaran su seguridad, aunque nuestra opinión es la de articular desde el
mismo Juzgado de Guardia, una medida de alejamiento del agresor, facilitando
dicha información a vecinos, policía local, etc.
De todas formas en estas mismas
jornadas se va a tratar este tema en mas profundidad en otras ponencias, y a
ellas me remito.
5.- Ejemplo
de caso abordado:
Maltrato físico y psíquico a la mujer.
Caso de maltrato a una mujer dentro del matrimonio, con violencia que
ha llegado a traducirse en violaciones. Nos llega una mujer acompañada de un
familiar, de 55 años de edad, ámbito rural, y desde siempre ama de casa, y con
dos hijos ya mayores de edad. Nos llegó a nosotros por recomendación de otra
mujer a la que anteriormente habíamos ayudado en un tema similar, pero menos
grave.
Nuestra primera entrevista va encaminada no solo a conocer los hechos
concretos en los que poder basar una denuncia penal, y comprobar datos y
pruebas que se puedan aportar, sino que va mas allá. Intentamos descubrir si la
víctima es consciente de lo que está haciendo, y si tiene claro que quiere
salir de la espiral de violencia domestica. Si ello no es así, sino que su
presencia se debe a influencias externas (familiares, amigos, etc.) que le han
convencido momentáneamente para ir a ver a un abogado, entonces nuestro trabajo
no es meramente jurídico, sino que tenemos que entrar a investigar cuales han
sido los mecanismos de poder y la forma de violencia que se ha ejercido sobre
ella, y conocer el comportamiento real del agresor, para prever sus reacciones
a corto plazo.
Debemos descubrir los apoyos emocionales y sociales en los que la
víctima se podrá apoyar.
Seguimos la entrevista con el objeto de descubrir si la víctima tiene
suficientes fuerzas emocionales y físicas, para afrontar una denuncia penal. Se
realiza una encuesta informal ante la víctima, pero desarrollada de formas
sistemática antes de la entrevista, con el fin de hacernos una idea de la
situación socioeconómica de la víctima y de sus hijos, así como del agresor, y
estudiamos con la víctima, las posibilidades de poder salir adelante sin los
ingresos o con menores ingresos. Este estudio lo hacemos junto con la víctima,
a fin de lograr una participación activa de la misma, en la toma de decisiones
que van a afectar a su vida.
Nos abstenemos de decir cosas tales como ¿Cómo has podido aguantar
tanto? ¿Por qué no lo hiciste antes? Y cosas por el estilo, que le recordaran a
la víctima que no vale nada, porque ella, llegara a nuestro despacho con una
falta absoluta de autoestima.
Debemos averiguar hasta que punto el síndrome de la indefensión
aprendida ha hecho mella en la víctima.
También estudiamos el grado de dependencia psicológica, o la del grado
de incidencia en la relación costes-beneficio de la convivencia. Así aplicamos
las tesis del fenómeno de la violencia domestica, para evaluar adecuadamente
cada caso concreto.
En este punto descubrimos (incluso con riesgo a equivocarnos) si
nuestra cliente tiene o no fuerzas para enfrentarse a un Juez, un fiscal, un
forense, un abogado contrario, interrogatorios, informes médicos, etc. en una
palabra, si es capaz de entrar en el club desprestigiado, discriminado y
fracasado de las mujeres maltratadas.
En el caso que nos ocupa, nuestra cliente no tenía claro que quisiera
denunciar a su marido por malos tratos, siendo esta reacción normal en estos
casos. No tenía fuerzas para afrontar dos procesos, el penal y el civil de
separación con medidas, pero lo único que quería es que su marido dejara de
pegarle, maltratarla y violarla. Decía que pensaba en el suicidio demasiadas
veces, y el pelo se le caía a manojos de la depresión que sufría.
¿Que podíamos hacer? Una hermana podría acogerla un tiempo, y la
víctima podía sacar dinero de la
cartilla de ahorro para sobrevivir algunos meses. Teníamos un informe de la
Médica de cabecera que decía que llevaba varios años medicándose contra la
ansiedad y la depresión fruto de los malos tratos, y ésta estaba dispuesta a
declarar en el Juzgado. La Psicóloga del centro de salud, en cambio, se negaba
a colaborar. En el pueblo, la víctima conocía a gente que podía ayudarla a
esconderse, aunque no mucho tiempo.
Esos son los elementos con los que
contábamos para afrontar el caso. Buscábamos que el marido dejara de
maltratarla, y que se fuera de la casa, una pensión para sobrevivir, y que ella
después pudiera salir a la calle sin miedo.
Ella no podría sobrevivir sin una
pensión, ya que además de enferma, tenía una edad en la que difícilmente podría
encontrar trabajo. No contaba con ayuda de padres ni podía contar con sus
hijos.
Valoramos los mecanismos de poder
ejercidos por el marido en los ámbitos
económico, social, corporal, religioso, etc.
Existía un antecedente de agresión fuera del ámbito domestico, ósea,
que este hombre podría volver a pegarle en la calle o algo mucho peor. Era
común el empleo por parte del marido-agresor de frases tales como "No sirves ni servirás para nada",
"yo soy el que te mantengo", "eres un desperdicio humano"
etc.
Con el consentimiento de la víctima, otorgado pasados unos días, (lo
cual reflejaba de por si que era capaz de tomar decisiones sin la presión de
tener que decir que si a un señor abogado) se decidió no formular denuncia
penal contra su marido, sino que solicitamos una separación con medidas. Hasta
el día de la comparecencia ella desapareció y vivió en casa de un familiar, y
nunca se la dejó sola. Utilizamos los informes de la médica de cabecera y
propusimos su testimonio así como el de una hija. Lógicamente, no fueron
aceptadas, pero las preguntas ya estaban incorporadas y el informe de la médica
era mas que explícito.
Pedimos al Juez medidas cautelares coetáneas a las provisionales,
entre las normales de uso de vivienda, pensión para cargas del matrimonio,
salida del domicilio del marido, etc.
Estas medidas cautelares eran: la de retención de la nómina una vez fijada la
pensión para cargas del matrimonio y una medida de alejamiento de un kilometro
por lo menos del domicilio conyugal.
Se nos dijo por el Juez que eso era petición fuera de lugar y era un
tema penal, que si no había denuncia previa, que vulneraba derechos
constitucionales del agresor, etc.
Insistimos en pedir que en la orden de desalojo de la vivienda se
añadiera una frase similar a que se fuera de la casa y se mantuviera alejado de
ésta un kilometro.
No se nos aprobó dicha medida como tal, pero en la comparecencia de
medidas, y ante el informe médico de la víctima, y ante nuestra insistencia en
la medida de alejamiento, a la que el agresor se manifestaba contrario con algo
mas que palabras (empleo del leguaje corporal violento), el Juez determinó
requerir al marido en dos ocasiones en que se mantuviera alejado de la esposa,
y que no se le ocurriera acercarse a ella, insultarla o agredirla, y que si el
Juzgado recibía cualquier queja de la esposa en tal sentido o tenía noticias
que había desobedecido la orden de no acercarse a la mujer, el propio Juzgado
daría orden telefónica al Juzgado de Guardia para su detención inmediata y su
ingreso en prisión.
Nuestra cliente tuvo que soportar sólo una comparecencia de medidas,
tuvo asistencia médica durante el proceso y estuvo acompañada de vecinas y
familiares todo el tiempo.
El agresor aceptó que tenía que salir de casa, y aceptó no acercarse a
la víctima.
Todo había quedado en una esfera casi privada, en el despacho de juez
con pocas personas. Se juntó con otros hombres en el bar para jugar al dominó y
comenzó a contar su versión de los hechos y a decir que su mujer era mala y lo
había echado de casa, y que el Juez era tal y cual, y que el abogado de su
mujer era muchas mas cosas. Pero habíamos acertado en nuestra apreciación.
El agresor no fue nunca desprestigiado, mas que en un ámbito
restringido, no se atacó en público su masculinidad ni su honor y condición de
hombre ante los vecinos (muchos de ellos con su misma mentalidad).
El marido agresor terminó con un discurso victimario, y su agresividad
y su relación de poder sobre su mujer fue rota de un plumazo, habíamos logrado
desviar su agresividad hacia otros lares. El sabía que la Policía Local tenía
una copia de los requerimientos realizados, pero ante la sociedad, sus hijos,
los amigos, no se puso en tela de juicio su virilidad, su masculinidad.
El siguió insistiendo en el pueblo que es que las mujeres son muy
malas, y la ley está de su parte y la justicia las protege. Ahora el es la víctima,
y mientras pone en escena su nueva situación y se exculpa y disculpa consigo
mismo, no tiene tiempo para decidir volver a golpear a su mujer. Ha salido
indemne en su masculinidad ante la gente del pueblo y ante los amigos.
Sigue trabajando y quejándose que la Justicia lo echo de su casa, y
seguirá pagando la pensión a regañadientes, y dirá que si ella era tal y cual,
etc. y la mujer va a comprar el pan
todos los días, ya sin miedo y tiene su casa, sus vecinas, sus familiares, y
una pensión medio digna para salir adelante. Todo este proceso se produjo tras
la presentación de la demanda de medidas, y hasta la adopción del auto de
medidas. En total menos de dos meses.
De esto hace mas de ocho meses, y aún hoy día la víctima nos llama
para decirnos que está bien, y para decirnos que ya no se le cae el pelo, y que
se ha cambiado de peinado, e incluso que se viste de otra forma.
No se si acertamos es esta estrategia, pero prefiero no pensar que
hubiese ocurrido si le hubiéramos denunciado de malos tratos. Cómo iba él, un
hombre de su talla y de su poder a aceptar que su mujer lo pusiera delante de
todo el pueblo y de sus amigos del dominó como un delincuente, como un chorizo
que pegaba a personas mas débiles. ¿Cómo hubiera reaccionado este hombre? En este
caso afortunadamente nunca lo sabremos.
Mas importante ¿Cómo hubiera reaccionado nuestra cliente? Hubiera
vuelto con él pasado un tiempo, y meterse de nuevo (Y como diría él "ahora
con razón") en la espiral de la violencia. No lo sabemos.
6.- Alternativas
futuras.
Conocemos datos de otros países, ya que aquí apenas se ha estudiado
este tema, y es que casi el 55% de las mujeres que pasan por una casa de
acogida regresan a vivir con el agresor.
Otro estudio realizado en Estados Unidos señalaba que el 95% de los
hombres que habían estado encarcelados por haber maltratado, golpeado y/o
violado a una mujer, volvían a cometer el mismo o similar delito bien contra la
misma víctima bien con una nueva pareja, en los doce meses siguientes a salir
de la cárcel.
Por todo esto, fuera de nuestro país llevan tiempo planteándose la
posibilidad de acudir a sistemas alternativos a la justicia tradicional y a la
falsa protección y utilización de las víctimas, para mas tarde, cuando no son
necesarias para el sistema (sea judicial o de protección en casa de acogida),
ser abandonadas a su suerte o a los apoyos familiares que pudieran tener,
generalmente escasos. En otros países se han abierto caminos distintos a los tradicionales, y éstos nos sirven de
ejemplo a los casos que llevamos en el despacho.
Creemos y defendemos desde nuestra postura que al igual que otros
delincuentes, los maltratadores tienen derecho a una rehabilitación, y que la
sociedad en su conjunto, y sobre todo las mujeres, las mujeres del futuro, las
futuras parejas de agresores y maltratadores, necesitamos que éstos sean
resocializados y rehabilitados, o al menos intentarlo.
El dilema que se discute en las sociedades occidentales es decidir si
la rehabilitación terapéutica es obligatoria y compensable a cambio de menos
condena, o si la misma debe ser complementaria de la condena.
Creemos que esta fase en la que nos encontramos, estamos todos y todas
de acuerdo que no se puede coger a un maltratador en la cárcel, y olvidarnos de
él. ¿Cuándo salga de la cárcel seremos la sociedad en su conjunto los culpables
de la muerte de su siguiente víctima? Este caso ocurrió este año pasado en el
País Vasco. Un hombre, sale de la cárcel tras estar ocho años en prisión por
matar a su mujer, rehace su vida e ingresa de nuevo en prisión, esta vez por
haber matado "sin querer" (manifiesta él) a su nueva pareja.
En nuestro código penal, se puede suspender la penas de menos de tres
años de cárcel a los toxicómanos que se sometan a un tratamiento adecuado para
salir de la adicción a las drogas. ¿Por
qué no a los maltratadores?
Creo que este tipo de medidas deben ser parejas a las penas, en un
principio, para dentro de muchos años, eliminar los ingresos directos en
prisión, ya que estos no rehabilitan ni resocializan a los agresores, al
contrario, les reafirman en su inseguridad y se vuelven mas cautos y listos que
antes.
En una experiencia piloto llevada a cabo en el País Vasco, se lograron
resultados aplastantes. Casi el 80 % de los hombres que se sometieron a terapias
de género, y de pareja tras ser condenados, no volvieron a cometer agresiones a
sus antiguas parejas o nuevas parejas, en los tres años de seguimiento. El
único problema de este estudio es que la muestra se realizó sobre algo mas de
un centenar de casos.
En Estados Unidos y Nueva Zelanda , que llevan mas años estudiando
este tema, se ha logrado que el 90% de los agresores no vuelvan a agredir
mientras dura el tratamiento impuesto que es de un año de duración. Tras el
tratamiento, tan sólo un 17% de los hombres volvieron a agredir en los dos años
siguientes a sus parejas contemporáneas o exparejas. En los cinco años
siguientes, sólo el 5% de los que restaban siguieron agrediendo a sus mujeres,
parejas e hijos.
Hay que resaltar que en nuestro país la experiencia nos dice que casi
la mitad de hombres que se someten a terapias de género y pareja, lo hacen por
no quedar mal, y por evitar males mayores, pero que realmente no lo asumen de
verdad, pero esto se debe a que se está ofreciendo la terapia de rehabilitación
como compensable en días de condena. No debemos olvidar que el hombre de 30
años que hace un mes mató a su pareja, dentro de unos ocho años podrá salir a
la calle de nuevo, y con éste hombre no se habrá trabajado durante su estancia
en la cárcel, en programas de rehabilitación.
En Bélgica, por ejemplo se está trabajando con las familias en su
conjunto, no sólo con los maltratadores, sino que se trabaja con la víctima, el
agresor y sus hijos en conjunto, y se están logrando mejores resultados que aquellos
programas que sólo van encaminados a trabajar con los agresores o con las
víctimas desde una sola perspectiva.
En Estados Unidos y otros países de cultura occidental, el movimiento
pro derecho a una justicia restaurativa, dentro de sus programas experimentales
y voluntarios de mediación agresor-víctima, se están obteniendo resultados muy
positivos, no sólo con respecto a las posturas adoptadas por los agresores, que
cambian sus actitudes, reconociendo el mal que han realizado, cuando tienen
acceso al conocimiento directo del dolor, daño, miedo, etc. que han producido a
la víctima. Las víctimas en estos casos, pueden estar frente al agresor y
escucharle, pueden decir al agresor lo que les ha ocurrido e intentar ayudarles
a comprender a existencia del mal que ellos produjeron. Las víctimas se
convierten en el centro de las vidas de sus agresores por un tiempo, y a éstos
se les responsabiliza de su actuación y de sus consecuencias.
Las familias de agresores y víctimas, llegan en algunos casos a
conocerse mutuamente y a comprenderse, y las medidas que aceptan los agresores
son tendentes a restaurar a la víctima o a su familia en sus derechos como
ciudadanos y ciudadanas, y terminar encontrando soluciones humanas mas que
legales o castigadoras.
No es extraño el caso de un hombre que era un niño cuando su padre
mató a su madre, y que desde entonces sufrió depresiones, no ha podido mantener
relaciones estables con mujeres, ni trabajos estables, tenía trastornos del
sueño muy significativos, y todo esto duró hasta que voluntariamente se sometió
a una mediación, en la que se sometió a una entrevista con su padre en la
cárcel. Tras la mediación, el agresor ha comenzado a estudiar sobre técnicas de
atención a víctimas, y la víctima es hoy uno de los mediadores familiares de
mas reconocido prestigio en Estados Unidos.
7.-
Conclusiones.
Una de las conclusiones que se hace evidente tras mi exposición es que
hay que invirtiendo recursos públicos en seguir informando a las mujeres de sus
derechos, en programas de formación, empleo, información, igualdad de
oportunidades, etc. Paralelamente, hay que establecer programas específicos
para poder trabajar con los hombres desde niños, y organizar programas de
aceptación de la igualdad como algo natural y necesario (no como una agresión a
sus privilegios), hay que trabajar con los hombres para que éstos aprendan a
exteriorizar sus sentimientos, sus frustraciones, sus penas, y lograr que los
hombres recuperen su autoestima, y no sólo se valoren por su mejor preparación,
por ser mas fuertes, mas ricos, mas competitivos, etc.
La familia es el ámbito donde mas se ejerce la violencia en el mundo,
y el poder es el mecanismo de control hacia los mas débiles, y la violencia
está al alcance de cualquiera, incluso de nuestros hijos e hijas, cuando
aprenden comportamientos a través de programas de televisión, juegos, etc. Por
ello creo que otra conclusión a la que podemos llegar es que hay que trabajar
en la base del problema, cual es el ámbito familiar, a la par que en las
escuelas.
Otra conclusión a la que llego, es que la Justicia tradicional es una
maquinaria que ha terminado por convertirse en una nueva industria, mas que un
servicio público, y que la idea de la Justicia tradicional, y la organización
de la administración de Justicia está desfasada a nivel social. No sólo los
agresores y las víctimas de los malos tratos no creen en la Justicia actual,
sino muchos de nosotros y muchas de vosotras, abogados y abogadas de familia,
tampoco creemos que este sistema judicial nos ayude a solventar casos de
violencia doméstica, y que hay que ir avanzando y creando una conciencia sobre
este problema social, a la vez que debemos ir buscando soluciones alternativas
para resolverlo.
Se me ocurren que a modo de ejemplo, estas alternativas, irían
encaminadas a desarrollar las siguientes medidas de actuación:
ü
Establecimiento de medidas
cautelares de alejamiento en fase de medidas provisionales.
ü
Desarrollo de programas de
mediación familiar, como sistema alternativo de resolución de conflictos que
puedan generar violencia post-separación.
ü
Programas de atención y
preparación de las víctimas para la reintegración social.
ü
Programas de
resocialización y rehabilitación de agresores.
ü
Programas educativos en
colegios, universidades, empresas, sobre roles de género y consideración
igualitaria entre hombres y mujeres.
ü
Programas de ayudas
económicas a mujeres maltratadas para hacer desaparecer la dependencia
económica del agresor.
ü
Cambio del tratamiento
periodístico de la violencia doméstica.
ü
Cursos de información y
formación a profesionales.
Con esta ponencia, intento aportar un grano mas para ayudar a ir hacia
un sistema no mas justo sino justo, igualitario y humano, donde la violencia
doméstica y los malos tratos a mujeres y menores sean cada vez mas escasos.
Sevilla, primavera de 1.998.-
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REFERENCIAS
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Mujeres en la Red
Fondo de Población de las Naciones
Unidas (FNUAP):
Grupo de Hombres de Sevilla
Movimiento
Europeo de Hombres Profeministas:
Hombres
contra la Violencia (Men against violence Webring) http://www2.bitstream.net/~alpropes/mav/index.html
Centro estudios género-masculinidad
Estudio
sobre programa a maltratadores
Universidad de Texas A&M, Centro estudios
violencia doméstica
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