Ideas para un buen
acuerdo de custodia compartida y paritaria
La mediación no es sólo una forma de gestionar los
conflictos.
Es una ancestral y vieja forma de
ver la vida que se nos ha ido olvidando: dialogar, escuchar, hablar, reír,
mirar a los ojos, pararse a pensar, comprender al otro, ponernos en su lugar
etc., cosas que se nos están olvidando en nuestro quehacer diario.
Intento en este artículo explicar
algunas de las herramientas que suelo usar en los procesos de mediación, cuando
una pareja llega a nosotros para divorciarse. Intento hacer reflexionar a los
operadores jurídicos y de la salud mental, que intervienen en estos procesos
familiares, sobre algunos aspectos que no suelen tratarse en estos casos.
Aspectos que nos ayudan a lograr acuerdos de divorcio, sanos y realistas.
Debemos intentar aplicar
habilidades que todos poseemos para gestionar problemas y conflictos, usando
sencillas herramientas que se nos van olvidando.
Casi todos los conflictos
comienzan por algo pequeño que se va alimentando a sí mismo.
Nosotros intentamos hablar de
aspectos que eviten, en la medida de lo posible, alimentar el problema de las
partes. Hablar de los problemas o
conflictos interpersonales, solo enturbia la resolución del mismo, salvo casos
puntuales. Si el nivel del conflicto es muy elevado, lo más indicado en derivar
la situación a una psicoterapia.
No debemos olvidar que casi el
80% de las personas que pasan por un proceso de separación y/o divorcio, según
los datos recogidos por nosotros en más de 4.000 casos, sufren una situación
asimilada a la depresión o a la ansiedad. Y ello, perjudica mucho la búsqueda
de soluciones, debido a la distorsión que sufren estas personas de la realidad.
Partimos de la base de cuatro premisas
sobre las que trabajar:
-
Gestión del tiempo.
-
Gestión de los espacios.
-
Gestión de los recursos familiares.
-
Gestión de las emociones y percepciones.
1.- Gestión del tiempo.
Cuando comenzamos el trabajo de
un divorcio, sea a través de la mediación o a través de un proceso judicial,
proponemos a los clientes que elaboremos juntos un completo Plan de
coparentalidad, siendo la primera variable que trabajamos la gestión del
tiempo, de cada miembro de la familia, y cómo reorganizar esos tiempos de cara
a la futura separación de la pareja y la construcción de dos hogares para los
hijos.
Así, explicamos a las personas
que acuden a nosotros para gestionar su separación y/o divorcio las cosas.
El día tiene 24 horas.
Dedicamos de media, 8 horas a
dormir.
Dedicamos de media 8 horas a
trabajar.
Nos quedan 8 horas de media para
ser padres, madres, amantes, cocineros, limpiadores, taxistas, lectores,
interlocutores de teléfonos móviles y de ordenadores, etc.
Veamos ahora, a qué dedicamos las ocho horas
que nos quedan para tener una vida familiar.
En este tiempo, debemos ser
personas muy activas para poder hacer todo ello, o reorganizar las tareas de un
día, y reservarlas para otro día.
Pero vemos claramente que la vida
que tenemos está muy estructurada en torno a las dos tareas primordiales para
vivir que son: trabajar para ganar dinero y descansar (dormir). Los demás, son
tareas que nos ayudan a salir para adelante, y que muchas de ellas, son
imprescindibles en la vida de las familias occidentales.
Hemos cogido como ejemplo los
últimos 50 planes de coparentalidad que hemos elaborado en nuestro despacho, y
hemos hecho una media ponderada.
El resultado medio, es que tanto
padres como madres, antes de la separación o el divorcio, ha dedicado un 12,5%
del tiempo a los hijos, de las ocho horas que tenemos para dedicarnos a su
cuidado y atención.
Esto representa en términos de
tiempo real, que dedicamos realmente una hora de media a los hijos. Aunque en
realidad dedicamos mucho mas tiempo en proveerles de recursos, aseo, comida,
transporte, etc.
Pero, casi nunca en los
divorcios, ni abogados, ni psicólogos, ni jueces, ni fiscales de menores, se
ocupan de conocer a que dedican los niños sus tiempos, antes de la separación
de sus progenitores.
Suponiendo que los niños duermen
también una media de 8 horas al día, y que van al colegio una medida entre 5 y
6 horas al día, nos quedan como mucho, 10 horas libres.
En el caso de los niños muy
pequeños, estos suelen ir a una guardería una media entre 7 y 8 horas.
En el caso de niños más mayores
suelen tener, además, tareas extraescolares.
O incluso, en muchos casos,
debemos echar mano de cuidadores externos o abuelos.
Teniendo en cuenta todas estas
variables, y otras que pueden darse, nos queda una media de 10 horas “libres”
al día de los niños.
¿Qué hacen los niños o hacemos en
esas 10 horas con los niños?
Veamos:
Si hacemos un cálculo real del
tiempo que pasamos de “verdad” con nuestros hijos, descubrimos que una cosa es
“estar ahí” y otra cosa es estar “con ellos”
Cuando hablan de la fórmula del
50/50 para definir una custodia compartida, comprobamos que no es real esa
forma de definirla, al menos en la variable “tiempo” en los divorcios.
Otra cosa es que hablemos de
50/50 en cuanto al tiempo que debemos “estar ahí para los niños” no “el estar
con ellos”.
Por eso, la pregunta que hay que
hacer en estos casos es:
¿Cuánto tiempo de calidad y real
pasamos con los hijos, antes y después de la separación y/o divorcio?
Mucha gente opina que cuando
duermen por la noche, es que eso es y un tiempo de custodia o cuidados. Pero
¿Alguno de Uds. que tienen hijos,
se quedan toda la noche despiertos cuidando el sueño de sus hijos?
Yo afirmo, que cuando un niño
está en el colegio, la custodia (responsabilidad de su cuidado y atención) la
tiene el colegio, o el profesor.
Cuando el niño está en natación,
la custodia la tiene el responsable de la piscina.
Cuando el niño está en casa de
los abuelos, son estos quienes ejercen la custodia en ese momento.
Cuando un niño va a un campamento
de verano, ¿quién tiene la custodia esos días?
Compartimos el cuidado de los
hijos con muchas personas a lo largo de sus vidas.
Creo que cuando hablamos de custodia
lo hacemos mal, y debemos ir a una redefinición de este concepto, como se
intentó en España en 2012, con un proyecto de ley que hablaba de
corresponsabilidad parental de los hijos tras el divorcio, esto es, un reparto equilibrado
de tiempos, espacios y responsabilidades en el cuidado de los hijos.
Por ello, creo que hay que
cambiar las ideas y los conceptos.
Bueno, en este caso, lo que se
suele hacer es dejar a las madres como responsables cuasi únicas de todos estos
tiempos de cuidados, condenándolas a seguir ejerciendo el rol mas tradicional
de una mujer, como es la maternidad en exclusiva.
Los hombres en cuanto padres,
tras los divorcios se convierten en “padres Burger” o como recogen muchos
estudios de todos conocidos, desaparecen de la vida de sus hijos como referente
educativo y vital de trasmisión de valores.
Las custodias exclusivas
maternas, se trasforman en poco tiempo en una custodia excluyente.
Muchas madres ven, como tras el
divorcio, aparece un “techo de cristal” en su vida laboral y cómo a la larga
eso se transforma en una “brecha salarial” insalvable.
Yo siempre digo: Si eres
empresario o empresaria
¿A quién contratas?
¿A una madre con dos hijos bajo
su custodia exclusiva o a un padre “visitador”?
Pero siguiendo con la variable
del tiempo, creo que una forma de responsabilizar de forma coparental y
equilibrada a los progenitores tras un divorcio, es repartir el tiempo de
“estar ahí” y de “estar con los hijos” de forma igualitaria o mas lo cercano al
famoso 50%.
Y ello, no solo es bueno para los
hijos, como afirman los numerosos estudios que existen sobre ello, sino también
para los padres, ya que ambos son los que al fin y al cabo se van a beneficiar
de ello, pero sobre todo las mujeres, que serán tratadas de una forma
igualitaria, pudiendo disponer de más tiempo para su desarrollo personal,
laboral y social.
Para llegar a esta conclusión, no
sólo me baso en el factor tiempo, sino que tengo en cuenta el resto de
variables.
Y para terminar la variable
tiempo, indico que no comprendo por qué cuando se otorga una custodia
monoparental, se otorga también de “derecho” del progenitor no custodio a la
mitad de las vacaciones escolares. Esto es, que cuando los niños están de
vacaciones, si existe una custodia compartida igualitaria a nivel temporal.
Nadie me explica de forma
razonada el por qué cuando el niño regresa al colegio, debe perder el cuidado
compartido de su padre y de su madre, si se considera que es bueno en
vacaciones.
Se habla de estabilidad en las
rutinas, y que la custodia compartida no favorece la estabilidad de dichas
rutinas. Lo cierto es que los niños en vacaciones, también tienen rutinas.
Se me argumenta que es que los
niños deben tener la misma hora de baño, cena y cuento. O es que ¿acaso los
hombres son incapaces de bañar, dar de cenar y contar un cuento a sus hijos?
Los niños, cuando van a al
colegio, tienen unas rutinas fijas, pero tanto un padre como una madre pueden
practicar y realizar dichas rutinas.
Se nos dice, sin expresarlo que
es que el padre es “incapaz” de cuidar de forma rutinaria a sus hijos y se les
da unas visitas. Pero entonces ¿por qué si es tan incapaz de llevar a acabo
esas rutinas, se le permite en las visitas?
Si es incapaz, lo será todo el
tiempo.
Bueno, pasamos a exponer la
segunda variable en que la que trabajamos cuando hacemos un plan de
coparentalidad, sea en mediación o en un divorcio adversarial.
Para terminar, y emulando a Doctor
Jan Piet H.
de Man, quiero que reflexionen
sobre la percepción que Uds. tienen como adultos del tiempo:
¿Recuerdan cómo percibían el
tiempo de vacaciones del colegio cuando eran niños?
Y ahora: ¿les parecen tan largas
las vacaciones laborales?
2º- Gestión del Espacio.
Los niños perciben los espacios
de una forma muy diferente a los adultos.
Hagamos un ejercicio mental:
Volvamos a nuestra infancia y recordemos cómo era el patio de recreo del
colegio. Y ahora, regresemos al presente, y pensemos en su visión como adultos.
¿A que en su infancia les parecía
mucho mas grande que ahora?
Con este pequeño ejercicio,
intentamos que los padres se pongan en el lugar del hijo, tras el divorcio, y
cómo va a sentir el hijo, el espacio en el que moverá tras la separación de sus
padres.
Hagamos otro ejercicio:
Pensemos en nuestra infancia y
cuan largo era el trayecto desde casa al colegio. Aquella calle que nos
aparecía larguísima.
Y ahora que transitamos por ella
como adultos, tenemos la percepción que es mucho menos distancia y que aquella
calle, no era tan larga.
Los niños, suelen vivir y moverse
por espacios muy limitados.
Los padres, cuando viven juntos,
tienden a evitarles viajes largos y tediosos. Los niños se ponen muy nerviosos
en trayectos largos.
Sentimos pena en un avión, cuando
escuchamos llorar a niño pequeño en la cabina.
Una vez, que creo que les he
convencido sobre que los niños perciben los espacios de forma muy distinta a
los adultos que se divorcian, y los adultos que los divorcian (abogados,
jueces, psicólogos, etc.) paso a explicar nuestro trabajo en la gestión de los
espacios:
Los niños suelen vivir en un
territorio muy controlado, y en el proceso enseñamos a los padres un mapa de
los espacios en el que se mueven sus hijos:
Hacemos cálculos de los
kilómetros que hacían los niños al día y el tiempo que empleaban en los
distintos traslados en sus vidas antes de la separación de sus padres.
Luego hacemos el cálculo de las
mismas variables, pero en dos supuestos: en custodia monoparental y en custodia
compartida, y los resultados son espectaculares.
Resultan que un niño en este caso
en particular hacia una media de 120 kilómetros a la semana, en sus
desplazamientos, y una media de 5 horas a la semana, debido al tráfico, lo
pasaba en el coche de su madre o de su padre.
En custodia materna exclusiva, la
distancia recorrida pasaba a algo más de 200 kilómetros a la semana y a más de
siete horas en el coche.
El cálculo en custodia compartida
semanal, era de unos 140 kilómetros y se quedaba en cinco horas el tiempo de
los desplazamientos.
Esto es, que el niño sufría más
el impacto de una custodia exclusiva materna, que en una custodia compartida
semanal. Influyó mucho el hecho, de que el padre buscó una casa cerca del
colegio y de las actividades extras del hijo.
Pero ¿Cómo eliminamos tanta
distancia y tiempo de un modelo de custodia a la otra?
Tenemos que partir de la base que
en una custodia monoparental, el otro progenitor tiene en España un régimen
estandarizado de visitas, consistente en fines de semana alternos desde viernes
tarde hasta domingo tarde, con pernoctas viernes y sábado. Además, tiene
visitas desde dos a cuatro horas dos tardes a la semana, que suelen ser martes
y jueves.
La explicación es muy sencilla.
Lo vemos en el calendario que hicimos en 2016 de esta familia.
En el primer calendario, hemos
puesto en rojo las dos veces que el niño se desplaza, porque el padre lo recoge
y lo devuelve a la casa de la madre. En verde los días que solo hay una
transición de un hogar al otro, viernes recoge y entrega los domingos. Hemos
calculado también la mitad de vacaciones quincenales en verano y la mitad de
navidad y semana santa española. El resultado es que el niño debe someterse a
210 cambios, desplazamientos en coche, tráfico, etc.
En el segundo calendario, lo que
hemos puesto es una custodia compartida por semanas alternas desde el viernes a
la salida del colegio, hasta el viernes siguiente a la entrada al colegio.
Al ser recogidas y entregas en
días distintos, solo hay una transición en verde.
Esto es, que un niño con este
sistema solo debe cambiar 49 veces al año, de contexto familiar.
Pero es que además hay otra
ventaja en este sistema.
En el primero, lo usual es que el
niño sea recogido y devuelto a la casa de la madre. Esto es, que a los
desplazamientos rutinarios que tenía previamente, se añaden los desplazamientos
de recogida y entrega del niño a la madre.
En el segundo el niño mantiene
prácticamente los mismos desplazamientos anteriores a la separación, solo que
cambian las distancias, ya que el padre vive en otro lugar.
Pero hay otros factores a tener
en cuenta, que benefician al niño y a los padres, con el sistema de custodia
compartida semanal, a saber:
1º.- El niño es recogido y
entregado en un contexto natural, el colegio. Y no sufre la cosificación de las
entregas y recogidas, como una cosa, en casa de su madre.
2º.- Con el sistema semanal, al
niño se le trasmite una idea de corresponsabilidad parental de lo que es la
función de llevar y recoger a un hijo del colegio. Esto no existe, en la
custodia monoparental, ya que es una función exclusiva de un solo progenitor.
3º.- Con el sistema semanal los
viernes, el niño y el progenitor tiene todo el fin de semana de adaptación al
nuevo medio familiar y organizar la semana completa.
4º.- Con el sistema de visitas
martes y jueves, los padres no pueden compartir actividades con su hijo, sino
que uno lo llevará a la academia de inglés los lunes siempre, y el otro siempre
lo llevará a la piscina los jueves. Con el sistema semanal, comparten y se
coordinan mejor y están ambos informados de como va el hijo en inglés y en la
piscina.
5º.- El niño crece en un contexto
igualitario de reparto real de tareas entre madre y padre.
6º.- El niño mantiene las mismas
rutinas en una casa que en otra. Come, juega, cena, se baña y se va a la cama a
las mismas horas, porque tienden a coordinarse solas estas rutinas.
7º.- El niño tiene la oportunidad
de tener el mismo contacto con la familia extensa paterna y la materna.
Los datos nos dicen que, este
tipo de forma de reorganizar la vida de la familia, produce solo un 5% de
efectos secundarios iatrogénicos, mientras que los sistemas de custodia
monoparental, producen un 95% de los efectos secundarios.
3º- Gestión de los recursos económicos
En los tribunales se suelen poner
una pensión de alimentos para los niños, y cada vez menos una pensión para la
exmujer, cuando ésta no tiene ingresos o los suyos son muy bajos en relación a
los ingresos del esposo.
En este caso, es importante hacer
una tarea muy fácil, que es realizar una relación de ingresos y gastos de la
familia en su conjunto:
Es muy importante comprobar
cuánto va a costar tener dos hogares.
Independientemente del modelo de
custodia, debemos conocer cuánto cuesta vivir en una casa y en la otra.
Los niños van a pasar tempo en
una casa y en la otra, y no es lo mejor para ellos que tengan un hogar con
todas las necesidades cubiertas, y la otra casa no las tenga.
Así, partimos de la base de que,
de los ingresos de ambos progenitores, salen el coste de ambas casas, como
primer gasto a tener en cuenta (derecho a la vivienda digna)
En España existía una ley que
luego se derogó por cuestiones políticas, que establecía que el progenitor que
se quedaba en la vivienda familiar, debía abonar una compensación mensual al
progenitor que la abandonaba.
Esta ley, permitió que muchas parejas llegaran
a acuerdos de divorcio mucho más óptimos y con menos niveles de conflicto.
Al desaparecer la lucha por la
casa familiar de los procesos, quedaba menos cosas por las que ir a juicio.
En segundo lugar, se calculan los
gastos reales que produce cada hijo a la familia, y se llega a un acuerdo de
una cantidad exacta mensual.
Según los ingresos netos de uno y
otro progenitor, quitando previamente los gastos de cada casa, se calcula la
proporción de ambos ingresos netos.
Existen parejas con economías muy
complejas, pero la mayoría suelen tener una economía muy simple, por ello
ponemos un ejemplo muy sencillo y de tipo medio:
Tras esto, restamos los costes de
las dos casas a cada progenitor de sus ingresos.
Una vez realizada esta operación,
calculamos el porcentaje de cada progenitor sobre el total e ingresos de la
familia de su neto líquido:
Sean cuales sean los gastos de
los niños, de cada 100 euros que deban aportar, el padre pagará 68 euros y la
madre 32 euros.
Así, cada economía parental
sostendrá de forma proporcional a los niños.
De todas formas, aprovechamos
estas sesiones de mediación en los divorcios, para hacer un replanteamiento de
los gastos que tienen las familias, y comprobamos los gastos superfluos, o se
decide cambiar el coche por uno menos costoso. O se decide vender alguna
propiedad común (casa de vacaciones), etc… y así podemos trabajar con una
economía más real, para poder mantener dos hogares y, que los niños, no pierdan
calidad de vida la mayoría de sus vidas.
En custodia compartida o
monoparental, los cálculos deberían ser los mismos, porque al final, los niños
deberán tener dos hogares.
Como comprenderán estas
explicaciones, son muy someras, pero creo que hacen una idea del trabajo que
hay que hacer cuando llevamos un divorcio en mediación.
4º.- Gestión de las emociones y las percepciones
En mediación y en los divorcios,
deberían desaparecer las causas del mismo. Esto es, debemos huir de los
conceptos decimonónicos de la culpa, salvo pacto matrimonial.
No podemos gestionar emociones,
ni la culpa, ni la ira, ni las ganas de venganza, porque todo ello son
obstáculos que a la postre, perjudican gravemente a los hijos.
Para ello, están los
psicoterapeutas.
Una de las cosas que debemos
dejar clara y patente en esta fase del proceso, es explicar algunos conceptos e
ideas preconcebidas, que se usan de forma irresponsable y equivoca, en los
procesos de separación y/o divorcio.
Por ejemplo:
Independientemente de todo ello,
es muy importante gestionar las respuestas ante el conflicto de la separación,
y comprobar si de verdad existe una posición neutra e igualitaria entre las
partes. También debemos estudiar y estar atentos a las respuestas masculinas y
femeninas en cada aspecto del conflicto de separación. La percepción de los
hombres y de las mujeres frente al conflicto es muy distinta, y además
gestionan sus respuestas de forma muy diferente.
No podemos mediar en casos en los
que una de las partes es víctima de maltrato, o es presionada por la otra de
alguna forma. Hemos comprobado que muchos procesos de mediación fracasan,
porque las mujeres se agarran a los privilegios que les da la ley, y los
hombres se sienten tratados de forma muy discriminatoria, y abandonan el
proceso de mediación.
Por ello, aportamos algunas
ideas, para que la mediación pueda tener cierto éxito.
En los casos en los que el
conflicto se circunscribe solo a la situación puntual en el tiempo de la
ruptura de la pareja, es posible mediar.
Así, para evitar los efectos
secundarios tan nocivos que producen hoy los divorcios, se nos ocurre que hay
que sacar a los niños de la ecuación de los divorcios.
No debemos olvidar que quien se
queda con la custodia de los niños, se queda con la casa y una pensión
alimenticia.
Debemos orientar a las familias
que se separan, a aceptar que el cuidado de los hijos es corresponsabilidad de
ambos progenitores.
¿Cómo sacamos a los niños del
divorcio legalmente?
Sería necesario promocionar como
derecho de los niños a nivel universal o europeo, el derecho a ser cuidado y
atendido por ambos progenitores en casos de divorcio.
Si en las leyes de protección de
menores de cada estado establecemos que la custodia compartida es un derecho
del niño y que en caso de divorcio el niño tiene derecho a ser cuidado y
atendido por igual por ambos progenitores, sacamos a los niños de las leyes de
divorcio.
En ésas mismas leyes de
protección de menores, se articula qué hacer cuando un progenitor puede ser un
riesgo para el niño, y sólo en estos casos, este derecho del niño puede ser
vulnerado.
Si además en las leyes sacamos la
casa familiar de los divorcios, el nivel de divorcios conflictivos disminuiría
drásticamente.
Así se hizo en la Comunidad
Autónoma región de Valencia en España, en el sentido que, si un progenitor se
queda con la casa familiar, debe pagar al otro una compensación mensual para
poder tener otra casa. Con este sencillo sistema, se logró que el nivel de
casos adversariales bajara mucho, y lo que es mejor, que muchas parejas se
pusieran de acuerdo en vender las propiedades comunes de inmediato,
desapareciendo la lucha en los tribunales por “quedarse con la casa”.
Creo que es importante que, las
legislaciones sobre divorcios de los países deben simplificarse cada vez más, y
deben desarrollarse las leyes de protección de los niños en estos casos.
Si la custodia compartida es un
derecho del niño, la búsqueda de una solución sobre su sostenimiento económico,
se hace más fácil.
Si además, se establece que se
debe garantizar que los niños deben tener acceso a dos hogares dignos
(compensación a quién abandona la casa), en estos casos, también la solución es
más fácil.
Y si, además, desvinculamos el
derecho a quedarse con la casa de la custodia, la lucha por la casa dejará de
ser un problema.
Creo que es necesario establecer
claramente en cada ley de divorcio que ambos progenitores parten de una
situación de igualdad de facultades y responsabilidades para con los hijos en
todos los aspectos, incluso las de leerles un cuento al dormir.
Creo firmemente, por los pequeños
estudios longitudinales que hemos hecho en nuestro despacho, que la custodia
compartida es una herramienta que ayuda a:
1º.- Fomentar la pacificación de
las vidas de los niños en los divorcios.
2º.- Fomentar un modelo de
igualdad real entre hombres y mujeres, en cuanto madres y padres que son.
3º.-Fomentar a que desaparezca de
forma parcial la brecha salarial entre hombres y mujeres, ya que la maternidad
ya no será un obstáculo, para el desarrollo profesional de las mujeres
4º.- Por el mismo motivo, se
reduce el techo de cristal de las mujeres.
5º- Logramos que los niños
crezcan en un entorno en el que, hombres y mujeres son iguales en todos los
aspectos legales.
6º.- Logramos, en definitiva,
padres más felices y con igualdad de oportunidades, y a padres más felices =
niños más felices.
EPILOGO:
Si no creamos leyes y prácticas
judiciales igualitarias en los divorcios, la mediación nunca será una buena
herramienta, mientras exista una parte que perciba que, con la mediación, puede
ganar y la otra parte, perciba que pueda perder.
Por eso, la mediación no se abre
paso en nuestro país, ni en otros occidetales.
Los datos son los datos:
En términos porcentuales los
datos son que menos de 1 de cada 100 procesos de mediación, alcanzan acuerdos.
Desconocemos si ése uno por ciento, tienen efectos iatrogénicos o no, ya que en
nuestro país no se estudia los efectos a medio o largo plazo, de los convenios
de divorcio mediados.
Jose Luis Sariego Morillo
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