Niños rehenes, delitos que no se persiguen
Existen cada vez más niños rehenes en nuestro país. Y
digo bien.
Los secuestros parentales, o
sustracciones de menores han aumentado mucho en los últimos años hasta el punto
que el Ministerio de Justicia ha tenido que reforzar, aunque de forma
insuficiente, los recursos oficiales de la DG de Cooperación Internacional para
ayudar a los progenitores cuyos hijos han sido sacados del país de forma
irregular por parte de un progenitor.
El CGPJ ya por el año 2002,
emitió un informe firmado por la Magistrada R. de Peñafort que establecía que
la sustracción de menores por parte de un progenitor era una cruel forma de
maltrato infantil.
Está claro que una persona,
en este caso un niño, que es secuestrado es un rehén, ya que según la RAE la
definición de rehén es:
“Persona retenida por alguien como garantía para obligar a un tercero a
cumplir determinadas condiciones”.
¿Cuántas veces vemos en los
Juzgados a padres que llevan meses, o incluso años sin poder ver a sus hijos, porque el otro progenitor retiene
al menor sustraído del contacto con el
padre?
Es muy habitual conocer que
se dicen cosas tales como “Hasta que lo diga un juez”, o “hasta que yo le deje”
Recientemente, el Juzgado de
Familia numero 7 Sevilla, dictó una sentencia de custodia exclusiva del niño a
favor de la madre y, denegó la custodia compartida, simplemente porque el padre
no pudo ver a su hijo durante los meses desde que se formuló la demanda de
medidas provisionales hasta que se celebró el juicio. Todo ello con el añadido
de que se acreditó que la madre amenazó al padre con que “si intentaba ver al
niño, llamaba a la policía” (sic), y ya sabemos lo que eso significa en España,
en 2016, con la ley 1/2004.
Se considera que un padre
que intenta ver a su hijo sin resolución judicial que le autorice, puede ser
violencia de género, y así lo están decretando, instrucciones policiales no
escritas, algunos Juzgados de la Mujer y, lo que es más grave, servicios de
atención a la familia (SAF) de cientos de ayuntamientos, Centros de Atención a
la Familia (CAF) y los centros de la mujer (CIM) de muchos otros ayuntamientos.
Está claro que ni la
policía, ni los Juzgados, ni las instituciones consideran este retención de un
menor por parte de muchas madres, que ello sea delito de sustracción o contra
los deberes familiares, sobre todo a partir de la despenalización de las faltas.
Pero esto se ha acabado, al
menos tras la jurisprudencia adoptada por la Audiencia Nacional en la llamativa
sentencia de 15 de marzo de 2016, SAN 10/2016, que considera que un progenitor,
aunque no exista resolución judicial, puede cometer el delito de sustracción,
si impide el contacto del niño con el otro progenitor.
En mi opinión, no hacía
falta esta sentencia, porque los Juzgados consideraban que debía existir
resolución judicial previa, para cometer el delito de sustracción de menores,
en estos casos.
No debemos olvidar que
cuando se inscribe a un niño en el Registro Civil, es el Juez encargado de
dicho registro, quién autoriza la inscripción, y éste hecho, es en sí mismo una
resolución judicial.
La inscripción judicial de
un niño en el registro Civil, otorga la patria potestad y custodia compartida
de ése niño, a los progenitores que consten como tales, desde ese momento, por
ende es una resolución judicial previa, a los efectos del art. 225,bis del CP.
En el caso de los secuestros
parentales internacionales, se intenta el aislamiento del niño de la figura del
otro progenitor y de su contexto cultural y social, natural.
En el caso de los secuestros
parentales intra-nacionales, se intenta el aislamiento de la figura del otro progenitor
y de su contexto cultural y social, natural.
La ley dice que quien impide
el contacto de un niño con uno o los dos progenitores, existiendo una
resolución administrativa o judicial que otorga la custodia (inscripción en el
registro civil), está cometiendo un delito de secuestro de menores.
Muchos más padres que madres,
están yendo a comisarías a denunciar que, se encuentran en un proceso de
separación y que el otro progenitor impide en contacto con el hijo común.
En muchos casos, se exige el
pago de dinero a cambio de ver a su propio hijo, y a ese rescate se le está
llamando “pensión”.
En mi opinión, existen
distintas formas de cometer un secuestro parental que no se está persiguiendo,
como son:
1º.- Secuestro
parental intranacional, cuando un progenitor cambia de residencia al hijo,
dentro del mismo país, sin consentimiento del otro.
2º.- Secuestro
emocional del hijo, cuando un progenitor de “apodera” el hijo y no permite el
contacto con el otro progenitor hasta que lo diga un juez.
3º.- Secuestro
psicológico del hijo, que es cuando a través del aislamiento físico del otro
progenitor, se intenta impedir el rechazo del menor hacia uno de sus
progenitores.
4º.- Secuestro
institucional del hijo, que es cuando a pesar de recibir orden judicial, el
progenitor se escuda en aquello de “que el niño no quiere ver a su m/padre.
5º.- Secuestro
sistémico del hijo, que es cuando se le entrega todo el poder de la familia al
hijo, en todas las esferas vitales.
Desde hace años, vengo
sosteniendo en contra de la opinión de muchos abogados y jueces, que el
artículo 255, bis del código penal era una buena herramienta para intentar
paliar el aumento de los secuestros parentales, en todas sus formas, y en
especial, los que se producen en los contextos que he mencionado más arriba.
El Tribunal Supremo, en su STS
84/2016 de 19 de enero confirma la condena por el delito del art. 225 bis 2 del
Código Penal a un padre que incumple el régimen de custodia y visitas, reflexionando
y afirmando que:
“2.1. En cuanto a la infracción por
aplicación indebida del artículo 225 bis.2.2º, que considera a los efectos de
este artículo como sustracción "la retención de un menor incumpliendo
gravemente el deber establecido por resolución judicial o administrativa",
debemos señalar que la Sección II, del Capítulo III, que lleva por rúbrica
"de la sustracción de menores", fue incorporada al Código Penal de
1995 por la L.O. 9/2002, cuya Exposición de Motivos, como señala la Audiencia y
el propio recurrente, justifica la modificación llevada a cabo sobre la base de
entender prioritaria "la protección de los intereses del menor ....
especialmente así en aquellas cuestiones relacionadas con su custodia, tratando
con ello de evitar, en lo posible, los efectos perjudiciales que en supuestos
de crisis familiares pueden ocasionarles determinadas actuaciones de sus
progenitores"; por ello, continua el legislador explicando que "el
Código Penal de 1995 .... procedió a suprimir como delito, con sustantividad
propia, la sustracción de menores de siete años. En cambio agravó la pena para
los delitos de detención ilegal o secuestro cuando la víctima fuera menor de
edad o incapaz. No obstante, en aquellos supuestos donde quien verifica la
conducta de sustracción o de negativa a restituir al menor es uno de sus
progenitores, cuando las facultades inherentes a la custodia del menor han sido
atribuidas legalmente al otro progenitor o a alguna persona o institución en
interés del menor, resulta necesario prever una respuesta penal clara, distinta
del delito de desobediencia genérica, así como prever medidas cautelares en el
ámbito civil que eviten las sustracciones o retenciones ilícitas de
menores". Por ello el legislador en relación con el tipo básico del
apartado 1, referido a la sustracción por el progenitor sin causa justificada
de su hijo menor, asimila a aquella acción la retención en el apartado 2.2º,
como se indica en su encabezamiento con la frase "se considera
sustracción", de forma que por disposición del legislador sustracción y
retención producen los mismos efectos punitivos.
Partiendo de lo anterior y del hecho
probado sobre lo sucedido en el mes de agosto de 2008, la argumentación del
recurso yerra cuando confunde régimen de visitas y de custodia, pues en el
presente caso fueron los propios cónyuges los que establecieron un régimen de
guarda y custodia compartido pero rotatorio, es decir, repartido o dividido,
pero no conjunto, unido o mezclado, lo que fue aprobado por el Juzgado de Primera
Instancia. Así venía sucediendo, según reza el "factum" desde el 25
de enero de 2008, rotando con periodicidad mensual ambos progenitores en la
guarda y custodia de los menores, correspondiendo precisamente el periodo
mensual señalado a la madre, que habida cuenta la retención por el padre de
aquéllos no pudo ejercer la guarda y custodia correspondiente y que tenía
atribuida por disposición judicial. Por ello debemos ratificar la calificación
de los hechos ocurridos en el mes de agosto de 2008 como constitutivos del
delito de sustracción o retención de menores por parte del progenitor
recurrente llevada a cabo sin justificación alguna, puesto que incluso la
preferencia o voluntad de los menores, que se alega, por viajar con su padre,
frente a lo dispuesto en el convenio homologado judicialmente, es irrelevante.
Ello, como explica el Tribunal provincial, impidió "que los menores
estuvieran con su madre, así como que ésta ejerciera los derechos y deberes
inherentes a la custodia que le correspondían".
En este
caso, el Tribunal Supremo exige que haya una custodia fijada anteriormente,
como se venía haciendo jurisprudencialmente desde hace años (STC 196/2013 de 2
de diciembre, AAP Cantabria,
secc. 1.ª, Auto núm. 363/2012, de 27 de septiembre, AAP Las Palmas, secc. 2.ª,
Auto núm. 269/2011, de 25 de mayo, SAP Tarragona, secc. 2.ª, sentencia
412/2009, de 3 de septiembre de 2009, AAP
Barcelona, secc. 3.ª, núm. 1026/2012 de 5 de noviembre; AAP Castellón, secc.
1.ª, núm. 15/2011 de 14 de enero y AAP Las Palmas, secc. 2.ª, núm. 99/2010 de
23 de marzo).
Pero ahora la Audiencia Nacional se separa con esta sentencia, de marzo
de 2016, de su propio criterio anterior seguido en SAN, Sala de lo Penal, secc. 2.ª, 1/2013, de 26 de diciembre, yendo aún
más lejos, gracias a la aprobación de la LO de la Infancia y Adolescencia, y la
definición jurídica del interés superior del menor de 2015, y termina al fin, coincidiendo
con la tesis jurídica que vengo sosteniendo desde hace años:
No hace falta que haya una resolución judicial que se
incumpla para cometer un delito de secuestro o sustracción de menor.
Por ello, la Audiencia
Nacional condena a un padre por sustracción de su hijo, aunque no existe
resolución administrativa ni judicial previa, que otorgue derechos algunos de
custodia y/o visitas, apoyándose en el art. 5 del Convenio de la Haya de 1980 y
llega a concluir que:
“En última instancia, la protección del lugar de residencia del menor, y por tanto de su
entorno afectivo, es el eje del art. 225 bis 2 1º y 2º, primando el interés del
menor sobre las desobediencias judiciales o administrativas y las propias
discrepancias de la pareja progenitora. (…) Se trata del interés del
menor frente al ejercicio arbitrario del derecho de custodia ejercido ope legis.»
Todo ello, siguiendo las tesis más modernas de lo que es el interés
superior del menor, conforme a lo establecido en el art. 18 de la Convención de
los derechos de la Infancia de NNUU y normativa Europea ad hoc.
Por ello, si Ud. Se le impide ver a su hijo o se incumple un derecho de
visitas, ya puede denunciar ante comisaría al progenitor sustractor o
incumplidor, por vía del art. 225,bis del CP, y si la autoridad policial le
impide interponer denuncia, debe Ud. ir a Juzgado de Guardia y denunciar al progenitor
sustractor.
Sevilla. Verano 2016.
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