Todos conocemos las teorías o explicaciones sobre la violencia que sufren las mujeres en sus parejas.
Sabemos cosas tales como el ciclo de la violencia de Walker (1), o la tesis de la indefensión aprendida de Seligman (2).
Grosso modo, desde distintas perspectivas, se llega a explicar la violencia de género como forma de dominación masculina (tesis feminista) o como forma de control de las mujeres, tanto física como psíquicamente, por parte de los hombres (tesis antropológica).
También conocemos tesis (3) como aquella que mantiene que, desde la infancia, se imprimen los roles de género (tesis psicología evolutiva y de la educación) o la idea de que la violencia sobre la mujer tiene mucho que ver con la inseguridad masculina innata, o por factores de los traumas sufridos en la infancia (psicología clínica).
He trabajado con distintas ideas de todo ello, pero en mi vida profesional he podido comprobar que la mayor parte de la violencia en la pareja es simétrica y bidireccional, aunque cada miembro de la pareja usa herramientas diferentes (4).
Si partimos de la base de que se considera que el maltrato psicológico es violencia (concepto introducido por LO 1/2004) puedo afirmar que este tipo de violencia la sufren en mayor medida los hombres que las mujeres.
En cuanto a la violencia física, la sufren más los niños.
En este aspecto, hombres y mujeres sufren violencia física en el mismo porcentaje.
La diferencia es que el daño físico que produce una agresión a una mujer, es mayor que si la sufre un hombre. La lesión que se produce es mayor, por la diferencia de fuerza que posee un hombre y una mujer.
Se habla de violencia económica, espacial, temporal, etc.
MICROMACHISMOS Y MICROFEMINISMOS
Hay un tipo de violencia en las parejas que nos pasa desapercibida, como son los micromachismos y microfeminismos.
Son pequeños actos de control sobre la pareja.
Por ejemplo, cuando el hombre decide tumbarse en el sofá y dejar poco espacio a los demás.
O cuando una mujer “decide” que el hombre es muy “torpe” para poner una lavadora, tender la ropa o en la compra en el supermercado.
Todos son actos naturales de marcar el territorio y el papel de cada uno en la vida doméstica, pero al igual que ahora a la tristeza se la llama depresión, o a la angustia se le llama ansiedad, hemos decidido que cosas naturales, tales como desarrollar un papel determinado y natural en el seno de la pareja, es algo negativo, y lo hemos criminalizado en exceso.
Los roles de género nos han permitido avanzar hasta las sociedades más desarrolladas de las que ha habido nunca.
Los roles de género, nos han permitido progresar no sólo tecnológicamente, sino en formas más pacíficas de convivir, como en estados de derechos y las democracias.
Querer romper los roles de género y las reglas del juego que nos impone la naturaleza, tiene efectos devastadores en la sociedad y en la vida de las familias.
Muchas de las personas que se dedican al Derecho de Familia, tenemos contacto con el trabajo de los servicios sociales o de los equipos psicosociales de los Juzgados, hemos aprendido que una de las formas más crueles de maltrato en las familias, es la técnica del aislamiento social y familiar de la víctima.
Todos podemos recordar que una forma fácil de controlar al pueblo, es el aislamiento internacional de un país (dictadura española, de Cuba, de Corea del Norte, etc.).
Cuando se habla de violencia de género, explicamos que una forma de tener el control sobre la víctima es aislar a la mujer de cualquier apoyo familiar y social que le rodea, para poder tener el control más absoluto sobre ella.
Es una estrategia muy conocida por ser usada por las sectas y grupos religiosos extremistas.
TÉCNICA SECTARIA UTILIZADA EN CENTROS DE ACOGIDA
En los últimos diez años, hemos podido ver cómo esta técnica sectaria, es usada por los centros de acogida de mujeres maltratadas, en varios casos.
Pero lo preocupante de la situación actual, es comprobar cómo los servicios sociales usan esta forma sectaria de controlar a los niños y niñas.
Niños que son queridos por sus padres, y que tienen algún problema puntual, son utilizados para ser declarados en desamparo, y aislados de sus familias.
Se les mete en centros de acogida donde se les aísla y se les somete a un lavado de cerebro.
Cuando los niños ofrecen resistencia y se detecta en las visitas tuteladas que se resisten y quieren regresar a casa con sus padres, se decide interrumpir dichas visitas.
Incluso se les deslocaliza una y otra vez.
Esto es, se les impide hacer amigos, cambiándolos de centro de forma continua, para aislarlos cada vez más de su vida y pierdan todo punto de referencia.
UNA SITUACIÓN TERRIBLE
Para los padres, la situación es terrible, ya que deben acudir al tribunal para oponerse a la resolución administrativa de desamparo.
Cuando los servicios sociales comprueban que los padres aportan pruebas que demuestran que no es del todo cierto lo que informan al Juzgado los servicios sociales, deciden emitir nuevas resoluciones, tipo suspender visitas libres, o pasar las visitas a ser tuteladas, para luego resolver que se suspenden las visitas, o que se cambia al niño de centro.
Cada una de estas resoluciones deben ser recurridas ante los tribunales, dando lugar a multitud de procedimientos judiciales y, por ende, a muchos gastos de abogados de los padres.
Suele ocurrir que en medio de un juicio, ya este no tenga objeto, porque hay una causa sobrevenida porque hay una resolución posterior de la administración de los servicios sociales.
Esto es: los servicios sociales van emitiendo resoluciones de forma continuada, para evitar que los juicios se vayan celebrando y posponiendo una decisión judicial.
Estos procesos suelen durar entre un año y tres años.
Los niños van creciendo y en el aislamiento de los cenrtos de acogida se les dice que sus padres no vienen porque no los quieren.
Tras más de un año alejados de sus padres y con este tipo de mensaje, los niños llegan a creer a quien los tiene bajo su control (servicios sociales) que, efectivamente, sus padres no van a verlos porque no les quieren.
INDUCIDOS
En ese momento, es cuando piden los servicios sociales que los niños vayan a declarar ante el juez, para que digan que no quieren volver a casa.
Y los servicios sociales salen victoriosos en estos procesos.
El juez ha visto cómo el niño rechaza a sus padres.
Esto es un signo de que la declaración de desamparo tenía su fundamento.
Hemos podido comprobar que a los niños más resistentes a este lavado de cerebro, se les somete a medicación que los convierte en más “manejables”.
Llegados a este punto, podemos concluir que, en muchos más casos de los deseables, los servicios sociales someten a un aislamiento a los niños de sus familias, igual que haría un maltratador con su víctima.
Lo que ocurre es que en un caso es delito, y en el otro es políticamente correcto y nadie alza la voz.
En ningún caso quiero mostrar que todas las personas que trabajan en los servicios sociales, lo hagan así, pero sí quiero dejar patente que en los cuatro últimos casos que he llevado de desamparo, esta es la forma que me he encontrado de cómo trabajan algunos servicios sociales de nuestras Comunidades Autónomas y Ayuntamientos.
Para terminar, quiero contar el caso de no hace mucho tiempo, en el que a una madre le quitaron a su hija blanca de 2 años y la declararon en desamparo, pero al niño negro de 5 años lo dejaron con ella.
Este artículo lo escribo con el objeto de que la gente sepa qué está pasando en muchos casos en España, en que un niño es separado por los servicios sociales de sus familias, y no suele llegar a los medios de comunicación.
Indicar que existen asociaciones de familias afectadas por los servicios sociales (5), familias cuyos hijos han sido robados.
——
1.- Walker, Lenore E. (1979) La mujer maltratada . Nueva York: Harper y Row
2.- Seligman, Martin EP 1991, Indefensión aprendida, Ed. Debate.
3,- AEAFA, Varios autores (1999) Familia y Violencia, Un enfoque jurídico. Ed. Dykinson
4.- Álvarez Deca, Javier (2014) La Violencia en la Pareja: bidireccional y Simétrica. Ed. Visión Libros.
5.- https://www.facebook.com/Asociacion-Nacional-Del-Menor-Gitano-705487316217762/
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