Pequeño cuento de invierno (sobre una historia real)
Afuera es de noche y hace un frío
que pela.
El papá de Mauro, lo recogió del
cole a las cinco, y se fueron a merendar a casa y estuvieron pintado unos
cuadernos.
Mauro miró unos dibujos en la
tele, mientras su papá recogía la cocina que estaba echa un desastre después de
hacer unas tortitas.
Al rato, los dos estaban pegados
en el sofá, cuando de pronto, Mauro, coge el mando y apaga la tele y pregunta a
su papá
-
Papi, ¿Por qué paso tan poco tiempo contigo?
Y su papá le dice:
-
Pues porque cuando mamá y yo nos separamos, un
señor dijo que debías vivir con ella casi siempre y estar conmigo una tarde a
la semana y los findes.
Mauro seguía sin comprender nada
e insistía:
-
¿Oye! Y tú, ¿por qué les dejaste hacer eso?
-
Yo no les dejé. - Dijo el papá-. Pero eso fue lo
que mandaron que debíamos hacer.
Mauro se queda pensativo, y de
pronto afirma:
-
Eso es como la profesora Trini, que nos dice que
debemos obedecer y punto. ¡Claro!
Pero Mauro, tras un rato pensativo,
insiste:
-
Oye, papá. Yo te quiero mucho y a mamá también. Te
quiero, desde aquí a la Luna. Y a mamá también. Pero mamá me dice que ella me
quiere desde aquí hasta las estrellas, que están mucho más lejos.
-
Papá ¿tu me quieres desde aquí hasta las
estrellas?
Y el papá le dice:
-
¡Claro, Mauro! yo te quiero igual que mamá.
Mauro hace una mueca y dice:
-
Eso le digo yo a mamá, que yo te quiero igual
como a ella. A los dos igual
-
¡Vamos! Siempre cuando me pregunta que si la
quiero más a ella que a ti, le digo: Mamá te quiero igual que a papá.
-
¡Que pesada! Siempre me pregunta lo mismo.
El papá le contesta al niño:
-
Así me gusta Mauro, que nos quieras a los dos
por igual, pero no digas que mamá es muy pesada. Tu, a veces eres muy pesado, y
no te gusta que te lo diga. Como el otro día que te querías tomar un yogurt
antes de cenar. ¡Qué pesado te pusiste!
Mauro se queda pensando un rato.
Mira para la pared, mira las fotos del estante y dice:
-
Vamos a ver. Si mamá y tu me queréis igual ¿por
qué mamá no me deja estar más tiempo contigo?
El papá se queda en silencio sin
saber que decir.
Mauro, ante el silencio de su
padre, continúa:
-
Ya sé, papá. Me siento como un pastel. Los dos os
lo queréis comer. Por eso, yo pienso de
que lo mejor es partirlo por la mitad, y así cada uno se come lo mismo.
Mauro hace otra mueca como
haciendo que piensa con la cabeza, y la mueve de un lado al otro y termina diciendo:
-
Pues cuando estoy contigo es como si me dieran
un trocito pequeño de pastel. Y cuando estoy con mamá, es como si me dieran un
trozo tan grande pastel, que me canso y no me lo como entero.
El papá le pregunta a Mauro:
-
¿A qué te refieres, Mauro? No te entiendo.
Y Mauro sentencia finalmente:
-
Si yo soy como un pastel, podéis compartir la mitad
del pastel, como dice la profe Trini, que nos enseña que es bueno compartir con
los demás lo que uno tiene.
-
Y así podemos hacer como mi amigo Carlos: una
semana me quedo contigo y otra semana, me quedo con mamá.
-
Porque yo quiero a unos papás como los de
Carlos, que nunca se enfadan, y no como tú y mamá, que os enfadáis todo el
tiempo.
En ése momento suena el teléfono
del papá y Mauro escucha muy bajito a su mamá decir a su papá: Javier, ¿Dónde está
el niño? ¡Que ya son las ocho y cuarto! Te recuerdo que debes devolverlo a las
ocho. Si esto sigue así…….
Mauro ya no escucha la voz de su
madre, porque se ha ido a la entrada por su mochila y su abrigo. Con mirada
triste, se queda esperando a su papá en la puerta de la casa, para que lo lleve
a casa de mamá, cuando termine de hablar por teléfono.
Pero Mauro, lo que quiere, es
quedarse a dormir con su papá, y escuchar ése cuento nuevo que le ha comprado
su papá, los gatos artistas.
Pero él ya sabe, que no podrá
escuchar el cuento, hasta el finde
que le toca poder dormir en la casa
de papá, como una y otra vez le dice su mamá.
Mientras tanto, aparece el padre
de Mauro con la chaqueta puesta y la bufanda. Le pone el abrigo a Mauro, ambos
en silencio. Le anuda la bufanda, coge la mochila y ambos salen de casa de
papá, con prisas, porque no quieren que mamá se enfade con ellos, por llegar tarde.
La casa de papá se queda vacía y
oscura.
Y el cuento de los gatos artistas,
yace encima de la cama, a la espera del próximo finde juntos.
Para Mauro de siete años.
Febrero de 2018.-
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