La rendición, es la actitud correcta, en ciertas circunstancias
La gente busca información, cuando
lo verdaderamente necesario para avanzar es desarrollar la sabiduría, del saber
vivir consigo mismo, y propiciar la adaptación al medio
Compartir, establecer acuerdos, es
lo que realmente nos diferencia de los animales irracionales, es la esencia de
la humanidad. Compartimos el planeta, el
aire que respiramos, y aquellas civilizaciones que comparten, son las que
perduran.
Nuestro juicio y buen hacer está
limitado por cómo medimos el tiempo, tomando como referencia a nosotros mismos,
pero si somos conscientes de que el
tiempo también es compartido por todos los que te rodean, en este
caso, la paternidad se convierte en algo
necesario para crecer como persona.
Hemos caído en la trampa de vivir para
tener cosas y más cosas, no para vivir mejor o ser mejores. Muchas personas que
se quejan del sistema o con actitudes antisistema, solo les mueve la envidia de
no poseer lo que otros poseen, pero no sólo referido a los material, sino
también, a la falta de inteligencia, humor, ideas propias, etc.,
Basta ver Twiter o Facebook, la de
personas cuyos únicos motivos para estar ahí, es quejarse y sentirse víctimas,
acomodándose en el rol fácil de decir lo que hay que cambiar, cuando ni
siquiera son capaces de cambiar ellos mismos para mejorar su calidad humana y
vital.
En este caso, que hablo de custodia
compartida, es ésta, la custodia de los hijos, la que se convierte en una posesión más, y de ahí
surgen los conflictos, en la lucha por la posesión de unos niños a los que
convertimos en cosas que poseer, no en parte del mundo que nos rodea, y que es
nuestra obligación compartirlos con el resto de mundo.
Ante el divorcio, como en la vida,
puedes optar por dos opciones:
Tener fe en ti mismo, o
Tener miedo.
Mucha gente lleva una vida muy
lineal, en el sentido que muchas veces el objeto de su vida es el de tener
cosas, ir acumulando cosas en su vida, y la pareja, la familia, los hijos, se
vuelven unas posesiones más, que dan prestigio o crean una sensación de falsa
seguridad.
Ante el divorcio, mucha gente
reacciona de forma emocional, y caen en el fácil papel de tener miedo a perder
“esas cosas”.
Poca gente, he conocido que ante el
divorcio, se diga a sí mismo: voy a salir adelante, porque soy capaz y creo en mí.
Recuerdo varios casos, sobre todo
de hombres, que afrontaron el divorcio, como un limpiar su vida de cosas que
habían ido acumulando, y decidieron dar su lugar a lo que importaba: su vida,
vivir y estar en su lugar en el mundo.
Sus hijos se convirtieron, gracias al divorcio
en un apoyo fundamental para ser independientes y libres.
Aquellos que renunciaron a todo lo
material en el divorcio y lucharon por ser más tiempo y, mejores padres o
madres, les fue mucho mejor que a aquellos que se empeñaban en luchar por cosas
materiales.
Aquellos que descubrieron la bondad
de compartir lo que realmente merece la pena, como es el tiempo de cuidado de
los hijos, compartir la vida de los hijos, les ha ido mucho mejor en la vida
que aquellos que se empeñaban en tener la razón, o querer aparecer como el
bueno del conflicto.
La posesión de cosas materiales,
dan lugar al fenómeno del “miedo a perderlas”, y lo mismo ocurre con el
materialismo de la maternidad.
Hoy la maternidad se ha convertido
en una forma de vida, una forma de buscarse la vida, (ayudas, pensiones, usos
de la vivienda familiar, etc.) lo cual ha convertido la maternidad es un
elemento vital material para la subsistencia de muchas mujeres, de ahí que
muchas de ellas sientan que la custodia compartida es una pérdida irreparable
para garantizar su sustento, y de ahí el miedo a perder la custodia. Porque
para muchas mujeres con las que he hablado, la custodia compartida es sinónimo
de pérdida de un estatus social, en el que la posesión de los hijos es un
referente.
Por eso, la custodia exclusiva de
los hijos que muchas mujeres (y algunos hombres) defienden para sí, no es más
que una trampa mortal que le impedirá vivir la vida, porque quién necesita
algo, para ser algo y tener autoestima, no es más que una persona, sin vida
propia.
La ventaja de rendirse ante la
bondad de la idea de compartir la vida, y por ende la vida de los hijos, tiene
como premio la libertad de ser uno mismo. Un ser uno mismo que respeta a los
demás y sus diferencias.
Las demás ventajas, como la
felicidad que da compartir la vida, que la expliquen los psicólogos
JL Sariego, Abogado de familias
Febrero de 2016
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