domingo, 12 de junio de 2016

La rendición, es la actitud correcta, en ciertas circunstancias

La rendición, es la actitud correcta, en ciertas circunstancias
La gente busca información, cuando lo verdaderamente necesario para avanzar es desarrollar la sabiduría, del saber vivir consigo mismo, y propiciar la adaptación al medio

Compartir, establecer acuerdos, es lo que realmente nos diferencia de los animales irracionales, es la esencia de la humanidad.  Compartimos el planeta, el aire que respiramos, y aquellas civilizaciones que comparten, son las que perduran.

Nuestro juicio y buen hacer está limitado por cómo medimos el tiempo, tomando como referencia a nosotros mismos, pero si somos conscientes de que el  tiempo también es compartido por todos los que te rodean, en este caso,  la paternidad se convierte en algo necesario para crecer como persona.

Hemos caído en la trampa de vivir para tener cosas y más cosas, no para vivir mejor o ser mejores. Muchas personas que se quejan del sistema o con actitudes antisistema, solo les mueve la envidia de no poseer lo que otros poseen, pero no sólo referido a los material, sino también, a la falta de inteligencia, humor, ideas propias, etc.,

Basta ver Twiter o Facebook, la de personas cuyos únicos motivos para estar ahí, es quejarse y sentirse víctimas, acomodándose en el rol fácil de decir lo que hay que cambiar, cuando ni siquiera son capaces de cambiar ellos mismos para mejorar su calidad humana y vital.

En este caso, que hablo de custodia compartida, es ésta, la custodia de los hijos, la que  se convierte en una posesión más, y de ahí surgen los conflictos, en la lucha por la posesión de unos niños a los que convertimos en cosas que poseer, no en parte del mundo que nos rodea, y que es nuestra obligación compartirlos con el resto de mundo. 

Ante el divorcio, como en la vida, puedes optar por dos opciones:

 Tener fe en ti mismo, o

 Tener miedo.

Mucha gente lleva una vida muy lineal, en el sentido que muchas veces el objeto de su vida es el de tener cosas, ir acumulando cosas en su vida, y la pareja, la familia, los hijos, se vuelven unas posesiones más, que dan prestigio o crean una sensación de falsa seguridad.

Ante el divorcio, mucha gente reacciona de forma emocional, y caen en el fácil papel de tener miedo a perder “esas cosas”.

Poca gente, he conocido que ante el divorcio, se diga a sí mismo: voy a salir adelante, porque soy capaz y creo en mí.

Recuerdo varios casos, sobre todo de hombres, que afrontaron el divorcio, como un limpiar su vida de cosas que habían ido acumulando, y decidieron dar su lugar a lo que importaba: su vida, vivir y estar en su lugar en el mundo.

Sus hijos se convirtieron, gracias al divorcio en un apoyo fundamental para ser independientes y libres.

Aquellos que renunciaron a todo lo material en el divorcio y lucharon por ser más tiempo y, mejores padres o madres, les fue mucho mejor que a aquellos que se empeñaban en luchar por cosas materiales.

Aquellos que descubrieron la bondad de compartir lo que realmente merece la pena, como es el tiempo de cuidado de los hijos, compartir la vida de los hijos, les ha ido mucho mejor en la vida que aquellos que se empeñaban en tener la razón, o querer aparecer como el bueno del conflicto.

La posesión de cosas materiales, dan lugar al fenómeno del “miedo a perderlas”, y lo mismo ocurre con el materialismo de la maternidad.

Hoy la maternidad se ha convertido en una forma de vida, una forma de buscarse la vida, (ayudas, pensiones, usos de la vivienda familiar, etc.) lo cual ha convertido la maternidad es un elemento vital material para la subsistencia de muchas mujeres, de ahí que muchas de ellas sientan que la custodia compartida es una pérdida irreparable para garantizar su sustento, y de ahí el miedo a perder la custodia. Porque para muchas mujeres con las que he hablado, la custodia compartida es sinónimo de pérdida de un estatus social, en el que la posesión de los hijos es un referente.  

Por eso, la custodia exclusiva de los hijos que muchas mujeres (y algunos hombres) defienden para sí, no es más que una trampa mortal que le impedirá vivir la vida, porque quién necesita algo, para ser algo y tener autoestima, no es más que una persona, sin vida propia.

La ventaja de rendirse ante la bondad de la idea de compartir la vida, y por ende la vida de los hijos, tiene como premio la libertad de ser uno mismo. Un ser uno mismo que respeta a los demás y sus diferencias.

Las demás ventajas, como la felicidad que da compartir la vida, que la expliquen los psicólogos

JL Sariego, Abogado de familias


Febrero de 2016 

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