La ignorancia en torno a la custodia
compartida de los niños (Impuesta)
Desde que escribo y trabajo para divulgar los beneficios de
la custodia compartida para los niños cuyos progenitores deciden vivir por
separado, hace más de 25 años y, desde que comencé allá por el año 1989 a
buscar formas alternativas a la Justicia en la resolución de los conflictos de
pareja, sea la mediación, la colaboración, la justicia restaurativa, la
cooperación, el arbitraje, etc., me
encuentro en este año 2017, con unos cuantos estudios y artículos de opinión
sobre la nocividad de la custodia compartida, que no dejan de sorprenderme.
En estos estudios, hay un argumento de fondo en común en
todos ellos:
“el nivel de conflicto es perjudicial para el desarrollo
armónico de los hijos que viven en este entorno de una separación y/o divorcio
de sus progenitores”
Es curioso que existan también estudios desde la psicología,
sobre la nocividad de la convivencia de niños en familias en las que sus dos
progenitores viven juntos, pero se llevan mal o viven en ese tipo de relaciones
típicas conflictivas donde la pareja está rota, pero no acaban de tomar la
decisión de separarse.
Como mantiene el eminente psicólogo forense Julio Bronchal, tampoco
tendría fundamento pretender desaconsejar la custodia compartida acudiendo para
ello al manido prejuicio acientífico de afirmar que la ausencia de
entendimiento entre los padres hace imposible una solución coparental de
custodia, cuando, por el contrario, la investigación psicológica y sociológica
concluye que la falta de acuerdo es perniciosa en cualquier condición de
custodia, pero todavía más cuando esta es exclusiva, y que la custodia
compartida, incluso en contextos de conflictividad, mitiga el mismo, al
equilibrar el poder entre las partes (Pearson y Thoennes, 1990).
Continúa diciéndonos que : Bien debe saberse que atender los
aspectos esenciales de la crianza de un menor –escolarización, sanidad, Etc-
son derechos/obligaciones derivados de la Patria Potestad compartida entre los
padres, no de la guarda y custodia, por lo que la forma de esta última
–exclusiva o compartida- en nada afecta a las decisiones que al respecto se
tomen sobre los menores. Dicho de otra manera, la custodia exclusiva no
confiere ninguna ventaja o autoridad a ninguno de los padres para resolver
cuestiones esenciales –colegio, sanidad Etc.-, por lo que el acuerdo/desacuerdo
entre las partes es un estado de su relación, que sigue igualmente presente
bajo cualquier forma de custodia. La resolución de las discrepancias entre los
padres divorciados es completamente independiente de la forma de custodia que
disfruten sobre sus hijos, y para ello la ley prevé mecanismos procesales
específicos para resolver la discrepancia sometiéndola al arbitrio y decisión
del juez, sin que este quede condicionado por que uno u otro sea o no titular
de custodia alguna, sino atendiendo exclusivamente al bienestar de los menores.
Cuando se niega la posibilidad de una solución coparental de custodia, se
entrevé una confusión entre los conceptos “guarda y custodia” y “patria
potestad” de ahí, la sobreestimación que se hace del disenso entre los padres,
para negar la posibilidades de coparentalidad, contra la evidencia científica
que afirma que la coparentalidad favorece el acuerdo entre los padres,
disminuye el conflicto entre ellos -muchas veces funcional a intereses
espurios- y es lo más beneficioso para los menores (Granite, 1985; Patrician,
1984; Wilkinson, 1992). Más aún en el presente caso donde ambos padres parecen
haber llegado a acuerdos fundamentales en todo lo referente a la crianza y
educación de sus hijos –escolarización, filosofía educativa, salud Etc.-,
limitándose sus discrepancias esencialmente a aspectos relativos a la
ordenación de las relaciones parentofiliales de sus hijos."
En mi opinión basta comprobar como existen multitud de
estudios desde hace años sobre la nocividad extrema de la custodia monoparental,
y la relación directa de éstas con fenómenos sociales tales como la pobreza o la exclusión social.
En muchos países occidentales, con respecto a las familias monoparentales
(padres y madres solteras) se les aprueban ayudas para afrontar la paternidad y
la maternidad en solitario, dadas las dificultades que entraña la crianza de un
menor por un solo adulto. En custodia compartida, las ayudas gubernamentales
disminuyen ostensiblemente.
En los casos de divorcio, no existe ni un solo estudio
longitudinal, o al menos yo no lo he encontrado, que diga que la custodia
monoparental sea beneficiosa para los niños. Igualmente, en todos ellos, hay un
elemento en común: el nivel de conflicto entre los progenitores es lo que hace
daño a los niños.
Esto es, que podemos concluir sin temor a equivocarnos que lo
que hace más daño y resulta más perjudicial a los niños, no es que vivan con
uno u otro, o con los dos progenitores bajo el mismo techo, sino el nivel de
conflicto que existe entre las personas que, se supone, deben cuidar de los
niños y procurarles bienestar y seguridad en sus vidas.
Si hay una separación y/0 divorcio de los progenitores, la
convivencia conjunta desaparece, y el nivel de conflicto al que se ve sometido
el niño, desaparece. Pero aún hay más, todos los estudios demuestran que la
lucha por la custodia compartida, propician, entre otros:
1º.- La violencia hacia la mujer.
2º.- La violencia hacia los niños.
3º.- La sustracción de los niños, sea física o emocional a
través de la alienación parental.
4º.- El enriquecimiento de despachos de abogados y abogadas
que viven de generar procesos adversariales.
5º.- El enriquecimiento de asociaciones de mujeres y hombres
y de sus directivas.
6º.- El colapso del sistema judicial y de salud mental.
En segundo lugar, la nocividad de la custodia monoparental
viene dada por la ausencia de ese equilibrio que los menores necesitan de dos
figuras de referencia, que complementan los roles de género que, en muy pocos
casos se identifican. Incluso en los estudios sobre familias homoparentales,
salen a la luz la bondad de la existencia del reparto de roles de género entre
los dos progenitores, sean dos mamás o sean dos papás.
Los estudios que dieron lugar a leyes occidentales sobre el
matrimonio homosexual o la adopción y m/paternidad compartida de dos personas
del mismo sexo, sea por filiación o por adopción, nos indican que es muy bueno
y beneficioso para los niños que existan estas dos personas. En las adopciones
unipersonales, todos los estudios confluyen en un dato significativo: el alto
grado de dificultad que da lugar la monopa/marentalidad en estos casos.
De ahí la razón de este artículo.
Ahora se alzan voces desde algunos partidos en el congreso
contra “la custodia compartida impuesta”. Pero la ignorancia de los
responsables de estos partidos sobre la custodia compartida es digna de
resaltar. Simplemente no saben de lo que hablan.
Así, quieren que las cosas sigan como en la época de Franco o
se agarran a la ley de Fernández Ordoñez de 1981, en el sentido de que las
custodias deben ser para las madres, porque para eso están las mujeres, para
cuidar de los niños. No se puede ser más retrógrado. Hasta mi abuela que murió
en el siglo pasado, era más moderna que esta gente ignorante, que quiere
perpetuar los roles tradicionales de género. Hablan de que la maternidad les
impide superar el techo de cristal y a la vez se niegan a la corresponsabilidad
parental.
Hablan de acabar con la violencia hacia la mujer y a la vez
apoyan una herramienta (custodia materna exclusiva) que propicia la violencia
hacia la mujer, según el Emakunde 2002.
Hablan de igualdad mientras apoyan un trato discriminatorio
de los niños, según sus progenitores vivan juntos o separados.
Pero lo que más me sorprende es que la ignoran que la custodia compartida es impuesta
por la ley desde hace años y eso no ha cambiado, desde que el niño nace en el
seno de una pareja. Incluso los jueces llevan años dando a casi todos los casos
la custodia compartida impuesta, pero sólo en períodos de vacaciones, o los
fines de semana alternos. Porque, cuando los niños están con el padre los fines
de semana alternos o en la mitad e vacaciones ¿Quién tiene la custodia en ese
momento?
Lo que más me sorprende es que recientemente estos mismos
partidos que rechazan la custodia compartida impuesta, no lo hayan hecho cuando
se trata de los animales de compañía.
Ósea, que han aprobado una ley terrible para los perros,
gatos y otros animales de compañía cuando hace meses aprobaron la ley de
custodia compartida de éstos, cuando una pareja tiene un animalito de compañía
en común.
Pero volvemos a nuestro asunto.
En temas de divorcio o separación, demasiadas veces
escuchamos a jueces, fiscales, abogados y psicólogos, eso de que no es bueno
para los niños estar de arriba para abajo y que, si las casas están más o menos
lejos una de otra, o que existen enfrentamientos entre ambos progenitores y la falta
de entendimiento entre ambos, que hacen imposible la custodia compartida. Otro
tipo de argumentos son: el cómo se ha desarrollado el reparto de tareas de
crianza de los niños antes de la separación, o que se deben respetar los
acuerdos anteriores de los miembros de la pareja, en este aspecto.
Todos estos argumentos tienen una sinrazón jurídica y lo que
es peor, una sinrazón psicosocial y medioambiental de la familia y de las
necesidades de los menores en esta nueva fase de sus vidas, y no vamos a plantear
argumentos para contradecirlos, por ser de sobra conocidos.
En lo que sí vamos a entrar es, a mi modo de ver, en las “ciertas”
razones que existen para rechazar la custodia compartida: el nivel del
conflicto y sus razones.
Por ello, hace unos meses decidimos buscar datos en las
fichas de clientes (modelo de entrevista estructurada Coy&Sariego del
método registrado en 1995) y hacer un pequeño estudio sobre el dato que se
recoge en dichas ficha-entrevistas, sobre las causas de la separación y/o el
divorcio y el conflicto generado por dicha causa.
Tomamos como muestra cuatrocientas fichas de los últimos
cinco años, y nos hicimos las siguientes preguntas:
1º: ¿Existe un alto
nivel de conflicto por parte del padre?
2º.- ¿Existe un alto nivel de conflicto por parte de la
madre?
3º.- ¿Existe una verdadera lucha por la casa?
4º.- ¿Existe una lucha por el control del dinero (pensiones)?
5º.- ¿Existe
un ánimo de venganza por causa de infidelidad?
6º.- ¿Existe
un ánimo de venganza por la sensación de abandono?
7º.-
¿Existen problemas madurativos desde la infancia?
8º.- ¿Existe
algún problema de salud mental?
9º.- ¿Existe
un grado de incomodidad en el conflicto?
10º.- ¿Existe
un problema de drogas o alcohol?
11º.- ¿Hay
violencia intrafamiliar en el seno de la familia?
Llegados a
este punto, nos pusimos a contar los casos en base a estos datos y nos dieron
un resultado inquietante, a saber:
porcentaje
|
Casos
|
|||
alto
nivel conflicto padres
|
16%
|
64
|
||
alto
nivel conflicto madres
|
72%
|
288
|
||
lucha
por la casa
|
92%
|
368
|
||
lucha
por el dinero
|
97%
|
388
|
||
venganza
por infidelidad
|
27%
|
108
|
||
venganza
por abandono
|
47%
|
188
|
||
problemas
madurativos desde la infancia
|
62%
|
248
|
||
problemas
salud mental padres
|
42%
|
168
|
||
problemas
salud mental madres
|
65%
|
260
|
||
incomodidad
|
54%
|
216
|
||
drogas y/o
alcohol
|
33%
|
133
|
||
violencia
intrafamiliar
|
16%
|
62
|
Indicar que, en muchos casos se daban por lógica, una o más
variables de las que nos propusimos estudiar.
1º.- Alto nivel de
conflicto de padres (16%) y madres (72%).
Los datos son espectaculares, empezando por el nivel de
conflicto que provocaban los hombres en la ruptura, su forma de reaccionar
frente a la separación o el divorcio, a veces con el uso de la violencia
verbal, aunque en la mayoría de los casos, era poniendo obstáculos a cualquier
salida o solución a cada detalle o medida a adoptar en el futuro. Sólo 16 de
cada cien casos, los hombres provocaban un alto nivel de conflicto a la hora de
afrontar la crisis y el estrés de la separación. El dato más significativo de
este nivel alto de conflicto lo era por la no aceptación de ser tomado como un
padre visitador o de fin de semana, o que se les pedía sólo ser proveedores y
poco más.
Este tipo de comportamiento es razonable si pensamos en el
modelo educativo patriarcal que impera en occidente, donde a la mayoría de los
padres se les ha trasmitido la idea de que “deben
ser proveedores de la familia” y luchar en el mundo público para traer
dinero a casa y dar seguridad económica, por lo que “no es necesaria ni imprescindible su presencia en la vida de los niños”,
aunque la realidad no haya sido así, como hemos podido comprobar en el 76% de
los 400 casos estudiados.
Muchos hombres en este caso, creían “cumplir” con su función
en el seno de la familia, e incluso en un altísimo porcentaje, su propia pareja
femenina era quién había impuesto de alguna forma que ello fuera así. Nos llamaba
la atención el hecho de que a muchos papás no se les permitiera coger o acunar
a sus hijos cuando éstos eran muy pequeños, siendo las madres las que exigían
ser las únicas válidas para ello.
También era muy significativo el hecho de que apareciera un
dato en alto nivel porcentual (84%) de mujeres que, en cuanto eran madres,
adoptaban una postura sobreprotectora de los hijos, apartando a los padres de
la crianza o de simples tareas cotidianas de cuidado. Tan sólo contaban con
ellos para cuestiones de logística en la crianza, tales como la compra, o
ayudar en los paseos a llevar la bolsa de los bebés, conducir, etc…
Era sorprendente el hecho de que muchos hombres se quejaban
de la actitud pasivo-agresiva que adoptaban sus esposas cuando tenían el primer
hijo, fundamentalmente. Adoptaban posturas de víctimas de no se sabe qué,
pretendiendo que sus parejas hombres fueran adivinos de sus pensamientos o
miedos. Esto último, el miedo a ser abandonadas por haber perdido parte de su
belleza externa motivada por el embarazo, era un factor determinante en la
actitud pasivo agresiva de las mujeres tras su primer hijo. Hemos detectado a
lo largo de los últimos veinte años, que se ha producido una cierta disminución
del nivel de autoestima de las mujeres en cuanto tienen su primer hijo. Como
consecuencia de la crisis de valores y del hecho de que las relaciones de
pareja se han llegado a convertir casi en un objeto más de consumo, y la falta
de perspectiva y de inversión en apostar por el futuro de las relaciones de pareja (muchas parejas conviven o se casan
hasta que dure o llegue el final), se ha provocado muchos miedos, cuando la
pareja tiene su primer hijo. La madre espera tener al padre más atado e
implicado en el sostenimiento de la familia, pero sin implicarlo en la crianza,
ya que así ella, supuestamente, se siente más segura de que, al menos, no
perderá a su hijo en caso de ruptura.
Por todo esto y algunas variables más que no hemos
desarrollado, no deja de sorprendernos que son 72 de cada 100 mujeres las que
provocaban un alto nivel del conflicto a la hora de afrontar la crisis de
pareja.
En esta variable, no introdujimos las causas, porque lo que
pedíamos en la entrevista era quién ponía más problemas a la hora de hablar de
la ruptura, o quién de los dos, ponía más obstáculos a la hora de ir buscando
algunas soluciones parciales o totales a la hora de afrontar la
reestructuración y reorganización de la vida de la familia tras el divorcio.
El dato más significativo de este alto nivel de conflicto de las
mujeres en cuanto madres, era que se encerraban en su rol tradicional, y se
encerraban en posturas tales como: “los niños los he parido yo y son míos”, o
“tú no vales como padre”, “yo les doy una estabilidad que tú no puedes”, etc.
Existe un alto grado de egoísmo simple, en las motivaciones
de las posturas que provocaban un alto nivel de conflicto y estrés en el
proceso de ruptura.
Es curioso que los niños o sus
necesidades, apenas aparecen en esta parte del conflicto sobre la resistencia
de uno u otro, al proceso de ruptura.
Los hombres, en cuanto padres, elevaban su nivel de conflicto
de forma muy irracional, porque se sentían “engañados” y menospreciados por el
hecho de que se les hubiera exigido o se hubiera pactado de forma tácita en la
convivencia ser de una forma determinada, y
comportarse como una buena pareja o un buen padre y, a la hora de la
ruptura, precisamente lo que se les criticaba era esa forma de ser pareja y
padres. La Inmensa mayoría de hombres a la hora de la ruptura, se sentían que habían
sido tomados por tontos.
Ponemos por ejemplo el caso de un padre al que se le convence
de que lo que debe hacer con su herencia es comprar a medias (gananciales) una
casa nueva para la familia, y tras ello, la esposa solicita que él se vaya
porque ya no le quiere. Es razonable que una persona a quien se le hace esto,
actúe con un alto grado de resistencia y conflicto. Si hubiera sido un Banco el
que hubiera engañado a este hombre y lo desahuciara de su casa, todo el mundo
nos hubiésemos puesto en su lugar. Pero
en casos de divorcio, cuando nos enteramos que ha ocurrido este mismo engaño a
un hombre, o bien pensamos que el hombre ha sido un tonto de pacotilla, o que
ella ha sido muy lista. Desconozco por qué nunca surge la empatía en estos
casos.
Esta última reflexión, nos une al siguiente motivo o causa
verdadera para oponerse a la custodia compartida en España:
2º.- Lucha por la casa (92% de los
casos)
Éste es de los motivos más numerosos que provoca un alto
nivel de conflicto en una ruptura de pareja, haya o no hijos, aunque nos vamos
a dedicar a explicar este asunto cuando hay hijos, ya que está relacionado, y
mucho, con el tema de la custodia compartida.
En la inmensa mayoría de los casos, las parejas suelen poseer
una sola vivienda en la que conviven. Según los datos recogidos, existe un 72%
de casos en los que la vivienda es en propiedad de la pareja, bien en
gananciales (en su mayoría) o bien en proindiviso. El resto de casos la
vivienda es privativa de uno de los miembros de la pareja, o está en alquiler o
la poseen en uso cedido por los padres de uno de los miembros de la pareja,
casi en un 99% por parte de los abuelos paternos.
Por ello distinguiremos los conflictos por la situación de la
casa con respecto de la pareja, y la causa legal de su uso.
Sobre los 400 casos que hemos estudiado, nos dan el resultado
siguiente:
Título
|
Situación
|
porcentaje
|
propiedad
|
Pagada
|
8%
|
Hipoteca
|
64%
|
|
privativa
|
Pagada
|
2%
|
Hipoteca
|
4%
|
|
alquiler
|
Familiar
|
2%
|
Tercero
|
12%
|
|
cesión uso
|
abuelos p.
|
8%
|
abuelos m.
|
0%
|
En el primer
caso, la casa está pagada y es propiedad de la pareja a medias, bien en gananciales o en
proindiviso (más raro). En este caso, las mujeres son informadas por abogados,
amigos, familiares y centros de orientación de la mujer, que la mujer se “queda
siempre con la casa”. La verdad es que tomando como referencia los datos del
CGPJ, no es de extrañar y a nadie nos extraña que esto sea así. Lo cierto es
que en un 89% de los casos, los tribunales otorgan el derecho de uso de la
vivienda familiar a la mujer, porque en
el fondo los representantes de la Justicia en nuestro país siguen confundiendo
vulnerabilidad con debilidad, en cuanto piensan en una mujer en conflicto.
Desconocen los jueces que existen miles de pisos de protección oficial como
ayuda a las mujeres que se separan, mientras que no hay casi ningún piso de
ayuda a hombres que pierden su casa tras un divorcio. La excepción, en este
caso, se encuentra en el País Vasco.
Trasluce cierto grado de machismo anacrónico en este tipo de
ideas, por cuanto en las resoluciones judiciales se entrevé que existe un afán
proteccionista de las mujeres y se le tiende a conceder casi todo lo que piden.
En el fondo es porque se las considera inferiores, lo cual no deja de
sorprenderme cada día. Más sorprendente aún en este caso de la lucha por la
vivienda, es el hecho de que se les aconseja a las mujeres luchar por obtener
el uso de la vivienda (sea cual sea el título por el que se ocupaba por la
familia) por cuanto la minuta de muchos abogados, es más alta en este caso.
En todo caso, si la vivienda está pagada, no existe mayor
problema, ya que muchos hombres aceptan irse de casa por las buenas o a fin de
evitar ser denunciados por cualquier cosa (una discusión con tu pareja y la
policía te echa de inmediato de la casa. Todos sabemos a qué me refiero).
Según nuestras fichas y recogidas de datos, en un 60% de los
casos en que las mujeres presentaron una denuncia de malos tratos, sólo con la
intención de que el marido o su pareja se marcharan de casa. Después quisieron
retirar la denuncia. Luego se encuentran con que la denuncia tiene unas graves consecuencias
que ellas no habían previsto o no se les había informado
sobre las mismas, de ahí el alto grado en datos oficiales, de mujeres que
retiran la denuncia tras conocer las graves consecuencias de ello.
Mucha gente, especialmente operadores jurídicos, saben que
esto es así, pero nadie hace nada sobre ello: nunca se persigue a una mujer que
retira la denuncia, casi nunca se actúa contra ella, por fiscales, policía o
jueces. Es inaudito.
Conocemos casos de mujeres que nos han informado que han sido
amenazadas y coaccionadas por distintos operadores, de que iban a ir por ellas
si seguían en su intención de quitar la denuncia, pero con el objeto de que la
denuncia primigenia siguiera adelante.
En todo caso, y regresando al asunto particular de este tema
de la casa como elemento de conflicto, podemos decir sin lugar a equivocarnos
que es muy preocupante todo ello. Lo decimos porque según datos de Cáritas y de
IntermonOxfam, existe un altísimo porcentaje de nuevos pobres que son hombres
que se han quedado sin casa, no por culpa de bancos y desahucios, sino tras un
divorcio.
La lucha de la casa es un motivo de conflicto que, a medio
plazo provocan factores facilitadores de exclusión social en todos los miembros
de la familia.
Se nos han dado múltiples casos en los que el hombre debe
abandonar la casa, pero debe seguir pagando la hipoteca, y cuando a ello suma
el gasto del alquiler de su propia casa, los gastos de su propia manutención y
el pago de pensiones, se encuentran con que deben decidir cuál de estos
conceptos debe pagar, porque no puede afrontar todos a la vez.
Nosotros aconsejamos dejar de pagar la hipoteca de la casa
familiar, por cuanto hay que hacer una lista de prioridades:
1º.- Pagar la pensión en necesario y
así se evitan denuncias y demás, ya que dejar de pagar las pensiones teniendo
ingresos, es un delito.
2º.- Pagar su propio alquiler y su
manutención, ya que si no, puede entrar en causa grave de exclusión social y
ello perjudica a los niños, por el hecho de tener que ver a su padre en la
indigencia.
3º.- El hecho de no pagar la
hipoteca, es menos gravoso ya que es más factible para una mujer divorciada en
estas circunstancias, obtener ayudas públicas, mientras que los hombres no
poseen ninguna de estas ayudas.
Se podrá o no estar de acuerdo con estas ideas, pero lo que
sí creo que es acertado es la idea de que no liquidar la casa tras un divorcio
es un gran generador de nuevos conflictos a los que, entre todos, abocamos a
miles de familias en este país.
Por ello, se da un alto nivel de conflicto generado por el
uso de la casa. Las madres porque poseen una carga genética y así lo demuestran
los estudios antropológicos, del instinto de preservar la “cueva” y un lugar
donde criar a la prole. El hombre siempre podrá “conquistar” otra cueva para
él.
Los hombres suelen usar el poder del control del dinero de la
familia, para gestionar el problema de la lucha por la casa. Los tribunales
están llenos de casos así. Sobre todo cuando otro “macho” entra a convivir con
su anterior pareja en “su casa”.
Está claro que las viviendas vienen a ser en casi todos los
casos, el único bien que la pareja posee, y que por ello, exista un alto grado
de conflicto en torno a la lucha por el uso de la misma (quedarse con ella de
una forma u otra).
Nuestro consejo legal es intentar llegar a acuerdos en torno
a la venta o cesión del uso de la casa, a cambio de pagar menor cantidad de
dinero si hubiera lugar a pagar pensiones. No llego a comprender por qué en
muchos casos se prohíbe capitalizar las pensiones como pago de la parte de la
casa de un progenitor al otro. Esto es, que si un progenitor cede la propiedad
de la casa al otro a cambio de no tener que pagar pensiones durante equis años,
o rebajar sustancialmente el importe de las mismas (en caso que las hubiera) a
cambio de la cesión de la propiedad de la parte de la casa de uno al otro.
Este tipo de soluciones con la crisis, cuesta más obtenerlas,
ya que los bancos son reacios a perder un garantista sobre la hipoteca.
Por ello, es mucho más saludable en estos momentos,
plantearse vender la vivienda y, con lo obtenido, cada progenitor adquiere una
vivienda más pequeña y más barata. Y, a ser posible, ubicadas cerca para facilitar
el reparto de tareas del cuidado de los hijos.
Pero todo esto es en el caso de que ambos progenitores y sus
abogados sean personas razonables, ya que en caso contrario, condenamos a todos
los miembros de la familia a seguir en un grado de incertidumbre por muchos años,
que no facilita los acuerdos ni el diálogo necesario tras un divorcio.
3º.- Lucha por el dinero (97% de los
casos)
Todo el mundo sabe que detrás de un divorcio, la lucha
primordial está en el control de los recursos financieros de la familia: el
dinero.
En este caso, son los hombres los que suelen tener mayor
control sobre esta variable, y luchan por ello con más ahínco.
Muchos de ellos, no comprenden que si una mujer les pide el
divorcio, encima tengan que pagar por ello una cuota mensual. Muchos se “sienten”
cajeros automáticos tras un divorcio.
Además, en las negociaciones antes del divorcio, a los
hombres se les llega a decir que cuanto más dinero aporten a la madre, más
posibilidades tendrán para ver a los hijos, lo cual no deja de ser paradójico: si
un progenitor se queda sin recursos económicos ¿Qué grado de bienestar puede
ofrecer a su prole?
En nueve de cada diez casos hemos comprobado que se llega a
argumentar cosas tales como “o me pagas tanto o no verás a los niños”, “o pagas
tales extras, o este fin de semana no te llevas a los niños”. E, incluso “como
no has pagado tal cosa, no te llevas a los niños de vacaciones” y cosas por el
estilo. Esto es, el dinero es la excusa que se utiliza tras cualquier
desencuentro y se utiliza cualquier medio de negociación, con tal de obtener
dinero, incluso a los propios niños por parte de las madres en su mayoría.
Hemos encontrado casos en los que una madre denuncia a su ex pareja por malos
tratos porque éste no podía pagar la hipoteca o la pensión.
Lo más grave, es que la policía o la guardia civil tramitan
este tipo de denuncias, y asociaciones de mujeres y otras de carácter
supuestamente profesional, emiten “certificados” de que esto es violencia de
género, omitiendo la realidad de la situación económica de la familia. He
llegado a ver en un informe de una asociación de mujeres afirmar que, como el
ex marido no pagaba la hipoteca, eso era violencia de género por maltrato
psicológico, desconociendo que el ex marido había muerto hacía unos meses. Los
técnicos (mujeres en este caso) que emitieron dicho informe, siguen trabajando
y cobrando a través de subvenciones del estado en dicha asociación. Sin embargo,
aquella mujer a la que facilitaron dicho informe fue desahuciada por un Banco,
pero en este caso, aquellas técnicas, no han querido facilitar a la mujer un
informe que diga que es violencia económica lo que el Banco ha hecho con ella y
sus hijos.
En los casos de vivienda privativa, imaginen que a Ud. que es
propietario en exclusiva de su casa, lo expulsan y le expropian la misma sin
justiprecio a cambio, sino que, al contrario, debe seguir pagando además por
ello. Son poco casos, pero lógicamente muy conflictivos, ya que la sensación de
expropiación de su propiedad es mayor que si la casa es ganancial. Hemos llegado
a ver a hombres que han hipotecado su casa privativa al máximo cuando llegó el
momento del divorcio, y dejaron de pagar de inmediato. Cogieron el dinero de la
hipoteca y lo invirtieron en su “próxima” casa, pero a nombre de familiares.
En cuanto a las viviendas de alquiler, el problema está mejor
resuelto por la ley, ya que a quien se otorga el uso de la casa, pasa a ser el
titular del contrato y, por ende, debe pagar. En estos casos la lucha es por el
dinero de nuevo, ya que se pretende inflar el importe de las pensiones, para
que parte de ellas sufraguen el coste del alquiler. Esto suelen hacerlo incluso
los jueces en sus sentencias, ocultando que una de las obligaciones del progenitor custodio es facilitar un techo a
sus hijos, pero no a costa del otro progenitor, salvo en casos de dependencia
económica absoluta.
El mayor grado de conflicto viene dado en los casos de cesión
del uso de la casa familiar por parte de los abuelos paternos. Padres y madres
que ceden a su hijo varón el uso de una casa para que cree su propio nido, y
cuando éste se separa o divorcia, pierden la casa. Afortunadamente, ya los
tribunales consideran que existe precario en estas circunstancias, pero han
tardado más de 25 años en reconocerlo, desde que se planteó por vez primera.
En todo caso, nos parece inaudito que los Juzgados no llamen
a los terceros en estos procesos, ya que de esta forma, dando voz a estos
terceros, muchos casos, podrían tener una resolución más rápida a estos
conflictos, y facilitaría una mejor negociación.
Seguro que la casuística es mucho mayor, pero intentamos
hacer sólo unos apuntes de cada causa, a modo de reflexión y crear debate sobre
todo esto, por ello, pasamos al siguiente punto.
4º.- Venganza por infidelidad (27% de
los casos)
Éste es un motivo del
conflicto que difícilmente los abogados somos capaces de gestionar, ya que en
ningún curso universitario o de los CAP de los Colegios de Abogados se trabaja
sobre ello.
En algo más de uno de cada cuatro de los casos estudiados,
nos aparece esta causa generadora del conflicto. Se suele dar en un altísimo
porcentaje más en mujeres (81% casos) que en los hombres (19% de los casos). El
problema es que la respuesta por parte de unas y otros es completamente
distinta.
Muchos lectores pensarán que son muchos casos de venganza los
que hemos introducido, pero hemos de tener en cuenta que aquí se cuentan los
casos (cada vez más usuales) de la venganza de la ex mujer cuando al cabo de un
tiempo transcurrido desde la separación, se entera de que el ex marido tiene
una nueva pareja o como dicen muchos: “ha rehecho su vida”. No deja de
sorprendernos que en estos casos, las que peor reaccionan son aquellas mujeres
que tomaron la iniciativa en la separación de la pareja, pero no soportan saber
que su ex marido haya encontrado otra “hembra” que la ha sustituido.
Podríamos hablar y especular mucho sobre las causas
genéticas, antropológicas, psicológicas, sociales o, simplemente,
temperamentales que hacen que una persona sea más o menos fiel a su pareja.
Incluso la propia concepción de la fidelidad-infidelidad es muy discutida y
poco definida, sobre todo cuando nos encontramos con que es un “valor” con connotaciones
de ideología religiosa de base islámico-judeo-cristiana, ya que en otras
religiones se acepta la infidelidad conyugal. En todo caso, la fidelidad es un valor
que, poco a poco, se ha introducido incluso en el derecho de los países
occidentales, sin llegar a definirse legalmente qué es la “fidelidad”.
La RAE define la fidelidad como “lealtad, observancia de la
fe que alguien debe a otra persona”. Y de lealtad nos dice que es:
”cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y
hombría de bien”. Bueno, es difícil eso
de definir en este contexto esto del honor y la hombría de bien.
Esta idea se introdujo en el código civil en el año 1975 en
el artículo 56 del mismo, y más tarde se pasó, en el año 1981, al art. 68,
donde se mantuvo en la reforma de 2005.
En resumen, se nos
dice en el artículo 68 del Código Civil que: ”Los cónyuges están obligados a
vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente”.
En este punto, está claro para mí que con la separación y/o
divorcio desparecen estos deberes conyugales, entre ellos, la fidelidad. Pero
para explicar por qué la fidelidad-infidelidad es un conflicto en estos casos,
debemos explicar grosso modo unas pequeñas reseñas que hemos encontrado en
nuestra recogida de datos:
La inmensa mayoría de los casos en que nos hemos encontrado
que existía infidelidad, estaban causados por un primer hecho que no se suele
estudiar: la falta o desaparición del amor por parte de uno o los dos miembros
de la pareja. A veces hemos tenido que indagar en nuestras entrevistas, si la
persona era consciente o no de ello, ya que en muchos casos, la infidelidad
venía precedida de falta de amor, aunque la persona en cuestión aún no era
consciente de ello.
Es ampliamente reconocido por nuestros datos que los hombres
son infieles la mayoría de los casos, porque ya habían dejado de amar a su
pareja o sentirse amados por su pareja. Cuando estos hombres no son conscientes
de ello, suelen ser infieles. Hemos encontrado mujeres que se quejaban de que
sus parejas eran infieles sin que ellas se plantearan qué estaba ocurriendo en
el seno de su pareja para ello ocurriera. En los últimos años, se han ido
invirtiendo los roles en estos casos, y son más las mujeres que adoptan la
decisión de ser “infieles” a sus parejas con otro hombre, todo ello, basado en
el empoderamiento de las mismas, que reproducen comportamientos típicamente
masculinos.
Los hombres que son infieles deciden separarse de su esposa o
pareja, pero la mayoría, no lo hace hasta que tiene otra mujer sustituta de la
primera.
Las mujeres que son infieles porque no tienen amor en su
pareja estable, deciden separarse sin más, aunque tardan más tiempo en tomar la
decisión. Asimismo, muchas mujeres no necesitan tanto a un hombre sustituto,
para dar el paso de la separación y/o divorcio.
Hemos encontrado un dato sorprendente, y es que nos hemos
topado con muchos casos en los que tras un divorcio, ellos y ellas deciden
tener nueva pareja, suelen reproducir el modelo anterior que tenían, y ello
provoca no pocos conflictos. Con las nuevas parejas, las mujeres mucho más que
los hombres, suelen ser más exigentes con la relación de pareja, pero al final
terminan reproduciendo modelos aprendidos con anterioridad. Como nos reconocían
algunas mujeres en las entrevistas: estaba mejor con mi primera pareja, ya que
sólo tendría los problemas de la primera pareja, pero no los de la segunda
añadidos.
Los que resultan ser infieles “pillados” se sienten culpables
y suelen ceder a las pretensiones de la otra parte en las condiciones del
divorcio, en este caso algo más los hombres que las mujeres.
Los hombres son más propicios
a crear un nuevo nido que las mujeres, y éstas tardan una media de siete años,
según nuestros datos, en encontrar una nueva pareja más o menos estable,
mientras que los hombres suelen tardar una media de un año. Ello viene dado porque las mujeres
se quedan con la custodia de los niños en muchos casos, y ello les limita mucho
su vida social y las oportunidades de conocer a “otro hombre disponible”. En
cambio, la pérdida de la responsabilidades parentales por parte de los hombres,
les ofrece la oportunidad de encontrar “otra mujer disponible” para crear un
nuevo nido.
En todo caso, en más casos de mujeres que de hombres, la
venganza por sentirse engañados o traicionados, es un generador de conflictos
en el divorcio de consecuencias totalmente imprevisibles. Tanto es así, que
hemos descubierto a personas que pasaron directamente al uso de la violencia
contra sus parejas en sus distintas modalidades, desde la violencia física y
psíquica, el chantaje, la coacción, las amenazas, la denuncia falsa de malos
tratos, e incluso las lesiones graves. En algunos casos con resultado de
muerte. Esto apenas ha sido estudiado, por la reserva con que se tratan estos
casos y, en nuestro caso, sólo hemos tenido un caso con resultado de muerte en
los diez últimos años, que no podemos dar por válido para dar una opinión.
De los 400 casos estudiados por nuestro despacho, hemos
encontrado que 87 mujeres se vengaron de una o más formas contra sus ex maridos
o parejas, mientras que los hombres fueron 21.
En estos casos, no suele darse una única forma de venganza,
sino que quien reacciona de esta manera, suele usar distintas formas o métodos
para hacerle daño a la otra parte, a saber:
tipo de
venganza
|
hombres
|
porcentaje
|
Mujeres
|
porcentaje
|
|
económica
|
16
|
15%
|
82
|
76%
|
|
violencia
física
|
19
|
18%
|
6
|
6%
|
|
violencia
psíquica
|
12
|
11%
|
77
|
71%
|
|
uso de los
niños
|
9
|
8%
|
68
|
63%
|
|
amenazas
|
20
|
19%
|
42
|
39%
|
|
coacciones
|
8
|
7%
|
63
|
58%
|
|
denuncias
instrumentales
|
3
|
3%
|
79
|
73%
|
|
cambio de
país/ciudad
|
1
|
1%
|
22
|
20%
|
Dejamos al lector que saque sus propias conclusiones a la
vista de estos datos y pasamos al siguiente motivo o causa para evitar la
custodia compartida.
6º.- Venganza por sentimiento de
abandono. (47% de los casos)
En casi la mitad de los casos estudiados, aparecía la
venganza por el sentimiento de abandono. Ésta es una situación que en pocas ocasiones
se evalúa de forma adecuada. Existe gran similitud de reacciones a las
indicadas en el punto anterior, pero las consecuencias suelen ser, en la
mayoría de los casos, más graves.
Los hombres que se sienten abandonados por sus parejas,
suelen caer en depresiones reactivas que dan lugar a episodios de falta de
control de la ira, y por ende el paso al uso de los distintos tipos de
violencia es muy corto, sobre todo la física. La impulsividad se hace patente
en estos casos aunque, al cabo de poco tiempo, se arrepienten de ello.
Las mujeres que caen
en depresión reactiva por este motivo, pasan de la tristeza a la venganza de
otra forma (coacciones, uso espurio de los niños, denuncias instrumentales,
etc.), el uso de la violencia es más sutil y programado, y pocas veces se
arrepienten de haberlo hecho, salvo cuando las consecuencias de sus actos
repercuten en su economía doméstica y en su seguridad económica, como por
ejemplo, cuando se enteran de que su ex marido puede perder el trabajo y, por
ello, sus ingresos. Y ellas, el cobro de su pensión tras una denuncia
instrumental.
No es una afirmación gratuita la nuestra, sino el resultado
de nuestras “fichas” de trabajo.
En el despacho venimos definiendo este hecho como el “síndrome
del abandono”, que mujeres y hombres sienten de forma muy distinta, y por ello,
reaccionan de forma muy diferente.
Las mujeres suelen “entender” que una amiga se vengue del
hombre que la ha abandonado. Los hombres no suelen ser tan asertivos con sus
amigos, en estos casos.
Si fuéramos capaces de separar todos estos tipos de causas,
de lo que es el interés superior de los niños tras el divorcio de sus padres,
esto es, separar la causa del conflicto
(en este caso la venganza) de lo que es el proyecto de reorganización familiar,
para que la familia no se desintegre y sean capaces de compartir las
responsabilidades de la crianza de los hijos y afrontar el sostenimiento
equilibrado de todos ellos, estoy seguro de que muchos pleitos, denuncias,
ejecuciones, etc. se evitarían. Y ello, sin entrar a profundizar en el alto
coste emocional que tiene confundir el conflicto de pareja, sea cual sea su
causa, con la búsqueda de soluciones a la reorganización y protección integral
de todos los miembros de la familia tras el divorcio.
Pasemos al
siguiente punto.
7º.- Problemas madurativos de la
infancia (62 % de los casos).
Es muy sorprendente este tipo de causa, pero cada año nos
encontramos más y mas casos en los que la verdadera causa de la ruptura de la
pareja viene dada por la falta de madurez de uno o los dos miembros de la
pareja, sobre todo por problemas que arrastran desde la infancia, bien
inseguridades asociadas a falta de cariño, o cuidados con sobreprotección.
Muchas personas han crecido en ambientes familiares en los
que la madre estaba más presente que el padre, y en muchos más, en los que la trasmisión de valores machistas
venían del lado materno. Nos hemos encontrado con muchos más casos de los
que creíamos prever, en los que el poder en el seno de la familia venía siendo
ejercido por la madre dentro de una estructura matriarcal, en la que al hombre
se le dejaba desarrollar sus facetas más públicas y sobre todo, la de ser el
proveedor de la familia.
Con la insistente tendencia que tenemos los seres humanos a
reproducir los modelos en los que hemos crecido, no es de extrañar que nos
encontremos con estos casos. En seis de cada diez casos, nos hemos encontrado con
este tipo de problema como causa primigenia del conflicto de pareja, sobre todo
a raíz del nacimiento del primer hijo. Los roles de géneros se vuelven más
tradicionales. Las mujeres se vuelven más protectoras y suelen intentar dejar a
un lado a los padres, del cuidado de los hijos. Y los padres actuales, mucho
más sensibles con su paternidad, se sienten despojados de esa parte de sus
vidas.
La mayoría de los problemas en los casos de parejas jóvenes
vienen dados por haber vivido en su infancia o en su adolescencia en el seno de
una pareja rota o bien ya divorciada. Los que nosotros definimos como “hijos
del divorcio”, pero el mayor porcentaje de casos en los que las mujeres poseían
graves carencias afectivas, inseguridades, falta de autoestima, viene dado por
haber crecido en una familia con el padre ausente por uno u otro motivo. En el
caso de los hombres, sus inseguridades, carencias afectivas, etc. venían dadas
por abusos cometidos con ellos cuando eran menores de edad, por parte de las
mujeres que les rodeaban, abusos de todo tipo. Un porcentaje significativo de
ellos tenían problemas madurativos por el alto nivel de exigencia al que se
había sometido para fuera un “hombre” como debe ser. Se les ha trasmitido la
idea de que deben ser competitivos aunque no lo fueran, o fueran fuertes ante
la adversidad, aunque no lo fueran, etc.
En todo caso, éstos sólo son unos apuntes de las causas de
carencias de la infancia que hemos encontrado en 248 casos de los 400
estudiados, para quien quiera profundizar más en ello:
tipo de
carencia
|
hombres
|
porcentaje
|
mujeres
|
porcentaje
|
|
inseguridad
|
65
|
26%
|
82
|
33%
|
|
falta
autoestima
|
102
|
41%
|
72
|
29%
|
|
violencia en
la infancia
|
197
|
79%
|
39
|
16%
|
|
sobreprotección
|
21
|
8%
|
131
|
53%
|
|
abandono
parental
|
142
|
57%
|
189
|
76%
|
|
hijo/a
divorcio
|
94
|
38%
|
103
|
42%
|
|
exigencias
exageradas
|
46
|
19%
|
39
|
16%
|
|
falta de
cariño parental
|
123
|
50%
|
154
|
62%
|
|
Existen más variables, pero en definitiva éstas son sólo las más
importantes que hemos detectado. Cada lector que saque sus propias conclusiones
y, pasamos al siguiente punto.
8º.- Problemas de salud mental de los
padres (42% de los casos) y madres (65% de los casos)
Este es un dato que ya apuntábamos en nuestro estudio sobre
custodia compartida del año 2008 sobre 378 familias con custodia compartida
publicado en Lex Family.
Hay que distinguir dos tipos de problemas de salud mental en
estos casos: los que se padecían antes de la separación, y los que la propia
separación provoca en las personas en conflicto.
En este caso, podemos decir que existen pocos, pero más de lo
que suele ser habitual, el hecho de que una de las partes de la pareja tenga un
problema de salud mental. A veces, tras el nacimiento del primer hijo se hace más
patente este problema en las madres, debido a los cambios hormonales y físicos
que se producen por el embarazo y posterior parto.
La pareja que se llevaba más o menos bien y de forma
equilibrada, se descompensa con la llegada de un hijo a la familia, y salen a
relucir las diferencias en los modelos educativos que se les ha trasmitido a
cada miembro de la pareja por la familia de origen, o simplemente, salen a
relucir formas distintas de afrontar las complicaciones que representa el
nacimiento de un bebé. Ya sabemos eso de
que “los niños no unen a la pareja, sino que atan”. A veces muchas parejas en
crisis buscan la estabilidad que no tienen, en el hecho de tener un hijo.
Pero pasemos a los problemas de salud mental de los miembros
de la pareja:
Veamos los datos en un cuadro resumen, donde no hemos recogido
todas las formas, pero sí de una forma entendible para todos los que no son
profesionales de la salud:
causas
|
hombres
|
porcentaje
|
mujeres
|
porcentaje
|
|
Estrés post
traumático
|
121
|
72%
|
36
|
14%
|
|
Depresión
separación
|
62
|
37%
|
154
|
59%
|
|
Ansiedad
Separación
|
134
|
80%
|
243
|
93%
|
|
Indefensión
aprendida
|
126
|
75%
|
112
|
43%
|
|
Dependencia
emocional
|
56
|
33%
|
168
|
65%
|
|
Bipolar/
otras.
|
13
|
8%
|
38
|
15%
|
Explicamos
de forma somera estas causas. El estrés está relacionado con el alto nivel de
estrés que se produce a la hora de la separación de la pareja. El alto índice
de los hombres (72%) viene motivado cuando han sido objeto de una denuncia
instrumental y han pasado por los calabozos o bien han sido amenazados de ello.
La depresión y ansiedad asociadas a la separación de la pareja están muy
estudiadas. Nuestros datos arrojan que los niveles de ansiedad provocados por
la incertidumbre de las consecuencias de la separación, son casi el doble que
las depresiones.
En cuanto a
la indefensión aprendida de Walker, los hombres casi duplican a las mujeres.
Esto es, nos encontramos con hombres que no saben qué es lo mejor o qué
decisiones deben ir tomando tras la separación, porque muchas de las que creían
buenas, habían sido utilizadas en su contra ante un tribunal. Con las mujeres
pasaba esto mismo pero en un porcentaje mucho más bajo, ya que más de la mitad
de las mujeres sabían perfectamente qué hacer a nivel legal en su separación
y/o divorcio.
En cuanto a la dependencia
emocional, son aquellas personas que no toman decisiones por sí mismas, y
dependen de otras a la hora de decidir, como por ejemplo, sus padres (abuelos
maternos y paternos) o bien de los abogados y abogadas que los defienden. Es
curioso aquí el dato que sólo uno de cada tres hombres tenga este problema,
mientras que las mujeres alcanzan un nivel de más de seis de cada diez. En los
últimos años esto ha ido in crescendo por las políticas y el trabajo de los
“medias” de vender la imagen de la mujer como inferior al hombre.
En cuanto al último punto, que son enfermedades mentales
diagnosticadas por psiquiatras y médicos, el porcentaje nos llama la atención,
ya que están en torno al 10% de los casos, aunque los hombres son 8 de cada
100, mientras que las mujeres son 15 de cada cien.
O sea, que cada uno
que saque sus propias conclusiones, ya que este artículo es sólo para dar
ligeros apuntes sobre todo ello, y queremos sólo dejar constancia con estos
datos, de manera que se pueda constatar que, tras una negativa o resistencia a la custodia compartida, no está
precisamente el interés de los niños, sino los problemas de los progenitores
que a menudo se ocultan en los juicios.
9º.- Incomodidad que representa la
separación (54% de los casos)
Si para cualquier ser humano una mudanza o cambio de
residencia representa un problema serio, imaginen cuando además es involuntario
y forzado. Imaginen además que tiene más o menos planeada su vida, organizada
de una forma u otra y, de la noche a la mañana, todo esto desaparece y deben
replantearse muchas cosas, entre ellas, el alto coste económico y emocional de
una separación, y sobre todo cuando hay niños de por medio.
Aunque muchos no lo reconocen, la separación trae consigo
muchas incomodidades, y la custodia monoparental es muy cómoda para quien la
ejerce, aunque sea una esclavitud y un despropósito, tanto para niños como para
progenitores custodios.
Nos encontramos una resistencia mucho
mayor a la custodia compartida por parte de las madres, ya que a ellas les resulta
muy incomodo tener que mudarse a otra casa y tener que compartir las tareas del
cuidado de los niños. Resulta, teóricamente más cómodo, mantener el domicilio
conyugal, y que sea el padre quien recoja y lleve a los niños de arriba para
abajo. A pesar de esto, hay padres que con custodia compartida se quejan
también de que esta es más incomoda que la monoparental.
Con la custodia compartida, ambas
partes de la pareja deben hacer más esfuerzos en ponerse de acuerdo y
entenderse que con una custodia monoparental, y éste es el principal motivo de
que padres (22%) y madres (88%) se opongan a la custodia compartida, además, de
como decimos, de otras incomodidades.
10ª Drogas y/o
alcohol (33% de los casos)
En uno de cada tres casos nos hemos encontrado con este
problema. Ya en nuestro estudio longitudinal de 2010 nos hicimos eco de esta
variable, como elemento primordial a la hora de reconocer el conflicto, y las
dificultades que entrañan su existencia a la hora de establecer la custodia
compartida de los hijos.
Así nos encontramos con que el abuso de alcohol es
distorsionante del conflicto. En algunos casos, los menos, nos encontramos con
que los dos consumen drogas, legales o no, y alcohol.
Los hombres son en casi cuatro de
cada diez familias, en las que existe el problema del consumo de alcohol,
mientras que las mujeres lo son en la mitad de los casos. En cuanto a drogas
legales, sobre gente enganchada a algún medicamento, nos encontramos con que sólo
uno de cada diez son hombres, mientras que las mujeres son cinco de cada diez.
En el caso de drogas no legales, se cambian las tornas, ya que son 11 de cada
cien los hombres, mientras que las mujeres son 3 de cada cien casos.
De los casos que nos hemos encontrado
en que ambos consumen una u otra sustancia adictiva, o ambas la vez, son 20 de
los 400. En este caso, ambos consumen alcohol en un 60%, drogas legales en un
40% y drogas ilegales en un 15% de los 20 casos encontrados. Explicamos que el
número de hombres totales son 97, mientras que las mujeres en total han sido
113, y 20 en el que ambos consumen. Indicar que algunos casos reflejan que se
consume alcohol y drogas a la vez, pero no lo hemos considerado necesario en
este momento. Este es el cuadro resumen:
Tipo de
sustancia
|
hombres
|
porcentaje
|
mujeres
|
Porcentaje
|
Ambos
|
porcentajes
|
|||||||
Alcohol
|
38
|
39%
|
63
|
56%
|
12
|
60%
|
|||||||
drogas
legales
|
14
|
14%
|
58
|
51%
|
8
|
40%
|
|||||||
drogas no
legales
|
11
|
11%
|
3
|
3%
|
3
|
15%
|
|||||||
Ahora pasamos al último punto, que es:
10ª Violencia
intrafamiliar (16% de los casos)
Contra todo pronóstico, hemos encontrado muchos menos casos
de violencia intrafamiliar de los que pensábamos al comienzo del mismo. Y es
que sólo en el 16% de los casos se planteaba la violencia como causa del
rechazo a la custodia compartida, esto es, en sólo 64 casos de los 400
estudiados aparece la violencia intrafamiliar como causa de la separación y
como excusa a la resistencia al establecimiento de la custodia compartida.
Así, hemos encontrado casos muy variopintos y significativos
que nos deberían hacer reflexionar sobre cómo se debería afrontar este problema
de la violencia intrafamiliar en España.
Veamos un cuadro explicativo:
tipo de
violencia
|
hombres
|
porcentaje
|
mujeres
|
porcentaje
|
ambos
|
porcentajes
|
|
Física
|
35
|
55%
|
29
|
45%
|
12
|
19%
|
|
emocional o
psíquica
|
27
|
42%
|
45
|
70%
|
42
|
66%
|
|
Económica
|
45
|
70%
|
22
|
34%
|
14
|
22%
|
|
Instrumental
|
9
|
14%
|
59
|
92%
|
21
|
33%
|
|
hacia hijos
|
21
|
33%
|
39
|
61%
|
12
|
19%
|
Hemos detectado 64 casos en los que existe violencia
intrafamiliar en algunas de sus formas precisando que en algunos casos se dan
una o más formas de violencia en la misma familia.
Sorprende el dato que los hombres reconocen ser víctimas de
maltrato físico en casi seis de cada diez casos, mientras que las mujeres lo
reconocen en casi siete de cada diez casos, y es debido a que en las últimas
décadas las mujeres han aprendido a golpear y a agredir físicamente. Los
estudios recientes de la Universidad de Harvard y del estado Alemán así lo
recogen. Hay un dato muy significativo en estos dos estudios, que reconocen que
son las mujeres las que inician en un alto porcentaje (más del 53% de los
casos) la pelea física, pero son los hombres al responder a la agresión, los
que causan mayor daño al golpear. Nosotros no hemos recogido este dato de quién
empieza la agresión, porque no lo tenemos mas que desde hace dos años. Pero en
todos los casos hemos encontrado que, cada año que pasa, las mujeres agreden más
a los hombres, y su crecimiento es de un 6% anual, mientras que las agresiones
de los hombres disminuyen en un 2% anual. Al menos, esto es así en los 400
casos que hemos estudiado.
Por otro lado, está la violencia psíquica o emocional, como
son las agresiones verbales, las faltas de respeto o los insultos y menosprecios.
En este cuadro podemos comprobar que 3 de cada diez hombres y cinco de cada
diez mujeres usan este recurso en la relación de pareja. Hemos podido comprobar
que hay un ligero aumento estos últimos años, del uso de este tipo de maltrato
por parte de los hombres, que han desarrollado estas “habilidades”.
En cuanto a la denominada violencia económica, nos sorprende
este dato, ya que 7 de cada diez hombres usan esta estrategia para hacer daño a
la mujer y casi cuatro de cada diez mujeres, también. Las tornas están
cambiando, y existen muchas parejas en las que las mujeres tiene el control del
dinero de la familia e incluso cada vez más, ganan más que los hombres, y ello
ha dado lugar a la aparición espectacular de este tipo de violencia por parte
de las mujeres. Otro dato significativo de este aumento, es el hecho de que las
mujeres usan este tipo de violencia, exigiendo el pago pensiones por importes
tales que dejan al hombre casi, o en la ruina. Este tipo de violencia apenas ha
sido estudiado, aunque se conoce perfectamente su existencia.
Seguimos con la violencia instrumental y a ello me refiero a
las denuncias instrumentales que se utilizan con el objeto de impedir la
custodia compartida o simplemente como venganza, como indicábamos más arriba.
Queremos dejar patente que, en ningún caso hemos introducido aquí las auténticas
situaciones de violencia denunciadas y comprobadas. Nos referimos a esa forma
de actuar que tienen algunas personas de denunciar penalmente al contrario en
un divorcio, bien por denuncia instrumental de malos tratos, abusos, malos
tratos a niños, intromisión en cuentas privadas de redes sociales, intervención
del teléfono o mensajería instantánea, etc.
Aquí la diferencia es espectacular, uno de cada diez hombres
y nueve de cada diez mujeres usan este recurso violento para hacer daño a la
otra parte. No vamos a hacer ninguna valoración de este punto, ya que con los
datos aportados cada lector llegará a sus propias conclusiones.
Por último, debemos hablar de la violencia ejercida hacia los
hijos. En este caso nos encontramos con que tres de cada diez padres y seis de
cada diez madres (de los 64 encontrados) usan la violencia física hacia los
hijos, pero es mucho más preocupante el dato que muestra que algo más de una de
cada diez parejas, pegan a sus hijos (ambos). Afortunadamente todos estos datos
se deben tomar con mucha cautela, ya que hay que partir de la base de que son
menos de un 16% de las familias en las que se da alguna o algunas de estas
circunstancias.
Epílogo
Creo que, con este artículo, podemos todos los operadores
jurídicos y políticos, reflexionar sobre otros esos aspectos que apenas se
tratan en los tribunales de justicia, y que nos haga ser conscientes de que,
quizás, la custodia compartida sea una forma de organizar a las familias, de
manera que sea más fácil proteger a nuestros niños, que al fin y al cabo, son
el futuro del país.
José Luis Sariego Morillo